Capítulo 9: Tirano

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Después de dos días en el hotel, Hanna decidió que necesitaba salirse de su casa para darse un tiempo a solas

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Después de dos días en el hotel, Hanna decidió que necesitaba salirse de su casa para darse un tiempo a solas.

Sabía que no iba a ser fácil, su madre jamás la dejaría, por eso mismo aprovecho su ausencia en la casa para en menos de cinco minutos tomar lo suficiente para toda una semana.

¡Y vaya semana que tuvo!

La paz que había querido tener se fue con la de llamadas que su madre le hizo cada día sin importar cuantos mensajes le dejó...

¡Y no la culpaba!... se había ido sin dar explicación, era una mala hija.

Tantas llamadas y desvelos por parte de su madre la hicieron sentir pésimo... por ello en la última llamada que recibió accedió a visitarla.

—Hanna querida ¡Te extraño tanto! ¿Dónde has estado? ¿Has comido bien? —dijo apresuradamente. Se encontraba recostada en la cama, contando con sus dedos los minutos que pasaban de la hora de la merienda.

—Si mamá, estoy bien... y lo estuve toda la semana, solo quería descansar un poco del ajetreo en casa —aclaró.

—¿Ajetreó? ¡No había ningún ajetreo aquí! ¿Por qué te fuiste sin avisarme? —reprendió— Estás en serios problemas. Ni una llamada contestaste ¿Cómo puedes hacerle esto a tu madre? ¿Ah? ¡No sabes cómo me preocupe!

Hanna sonrió al teléfono.

—Lo siento, solo quería estar tranquila, necesitaba estar sola... además te contesté los mensajes.

—¡Mensajes! Eso no es suficiente para dejarme tranquila. Tu lo sabes. No estuvo nada bien que te hayas ido, así como así. ¡De no ser porque Desmond nos avisó que estabas en el Rogers me hubiese preocupado mucho! — Hanna soltó un suspiro profundo— ¡No me suspires! Hizo lo que debía.

—¿No era que no sabías donde estaba? —La línea enmudeció—¿Para qué me llamaste mamá? —preguntó amablemente.

—¿Para que te llame? ¡Obviamente para que vuelvas a casa Hanna! Honestamente no sé que haces durmiendo en un hotel —dramatizó.

—Quería dormir en un lugar en donde mis propios padres no hicieran tretas en mi contra—informó molesta— ¿O vas a decirme que la reunión que tuve con Desmond fue solo idea de mi padre?

Margaret imitó el largo suspiro de Hanna. Cansada de discutir aclaró la situación.

—Fue idea de ambos... ¡Pero es que no te has sentado a explicarnos cómo han sucedido las cosas! ...Sin embargo, no lo haremos más. Lo prometo... ¿Por qué no vuelves a casa...? Haremos una comida en tu nombre —propuso.

Hanna se lo pensó, y lo pensó... y lo pensó hasta que lo creyó prudente.

—Esta bien... ¡Pero eso sí! Solo nosotros tres.

El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora