Quizá ese día había empezado la grieta, Hanna no estaba segura, pero lo recordaba; como empezaba a sentirse insegura al respecto, como la veía, con algo dentro de sus pupilas que conocía de sobra: condescendencia.
¿Por qué la veía de aquella manera? En ese momento no lo sabía.
Las cosas empezaron a calmarse después del día en que lo vio, ni él ni nadie en su familia se había molestado en perturbar su paz, cada quien había tomado su rumbo y como si nada hubiese pasado pronto se instauro en su vida una calma que hacía mucho no experimentaba.
Su trabajo era placentero, la universidad cada día estaba más cerca de terminar y con la ayuda de Emily había encontrado una manera de no fingir ante los periódicos nunca más. Estar ausente.
Durante una semana entera se dedicó a ser un extraño para todos, se mantuvo en contacto con su mejor amiga y su madre, pero de ahí en más hizo como si no existiera, no contestó mensajes que no fueran laborales ni atendió a los constantes llamados de Cristóbal, ni de ningún pariente de los Huggle.
Ni siquiera se molestó en encender el televisor, no había leído el Estelar en un largo tiempo por lo que no tenía idea de lo que estuviese pasando en el mundo en ese momento. Estaba tan tranquila.
Cuando le contó a Morgan la razón de su serenidad aquel día la mujer hizo una revolución al instante.
—¿No es eso lo que siempre haces cuando algo sale mal? Alejarte de todo —la riñó— pensé que habíamos dejado eso atrás.
—¿De qué hablas? Me he sentido de maravilla, hacía mucho que no veía una película a solas, y ¿sabes qué? me encantó no estar al tanto de nada —la enfrentó a la defensiva.—Entiendo que haya servido, pero no es sano Hanna. Solo estas postergándolo, de eso nunca sale algo bueno —La mujer barría el pasto frente a ellas; las hojas que había caído del árbol estaban regadas en el piso obstaculizando el paso de sus pies descalzos, no disfrutaba de sentirlas quebrándose en su caminar— ¿De qué se trata la vida si no de enfrentar lo que nos acontece? No puedes esconderte de tus sentimientos o ellos vendrán a ti, al menos deberías darles un cierre.
—¿Un cierre? —Morgan asintió.—Vas a escribir una carta para Desmond —el rostro de Hanna se des configuró. Por supuesto que no iba a hacerlo— Antes de que me lo reproches. No. No vamos a enviársela, la carta es para ti.
—No voy a hacerlo.
—Lo harás —demandó — quiero que narres una despedida, cuenta lo que sea, eres libre de escoger lo que quieras decirle ¡Pero eso sí! Que venga de aquí—dijo apuntando a su corazón— y no de aquí —apunto a su cabeza refiriéndose a su mente prejuiciosa.
— ¿Esta segura que debo escribir esto? Me parece una tontería.
—Es necesario —afirmó la señorita Morgan con vaporizador entre sus labios, el humo le pegaba en la frente con un ritmo lento, otra de sus formas para distraerla— Muy necesario, empieza a redactarlo.
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El sonido de tu alma (EN EDICIÓN)
RomanceTras la reciente ruptura, Haden Desmond Huggle y Hanna Crawford experimentan el amargo sabor de la separación. Hanna es una mujer veinteañera que ha lidiado con insuficiencia cardiaca desde los 15 años; un marcapasos aguarda en su pecho controlando...