Otra noche más pensando en ella,
Otro día planeando cómo hacerla sonreír,
Armando sus ojos y la forma en que me mira,
Sus palabras
Y el rubor.
Atraídas por el bochorno
Y el pudor,
Ese calor en el rostro,
En el cuerpo,
En el pecho
Lo es todo
Y no es nada comparado con su tacto de pétalos de rosa,
Su cabello,
El sonido de su respiración que dice mil cosas,
En esa tranquilidad profunda de los sueños,
En el agite de diario,
En su caricia contra mi piel...
Su pecho se hincha y suspira.
Yo ya me estoy muriendo
Por palpar las costillas en donde soy prisionero,
Una mirada suya,
Mi frente pegada a la frente de ella,
besar su costado,
Su escápula,
Deslizar mis dedos por su piel erizada que se me antoja suave.
Nadie tiene unos ojos como los tuyos,
Amada.
Nadie tiene tu cuerpo,
Nadie tus fabulas
Y yo tus manos en mi espalda,
Las mías sobre la tuya,
Temblor coordinado
Si te acaricio cuando eres quien cubre mi cuerpo,
No tengo como devolverte la alegría que me da tu risa
Ni el tiempo valioso que te he quitado,
Ni la inspiración que me robé de tu arte.
El fuego que el prendiste en mi pecho se quedó ahí
Y no hay nada que yo te haya dado.
