Tiernos besos, suaves y livianos como las plumas y mi cuerpo tiembla ante la brevedad de su sonrisa y su cintura escapular porque necesito que su alegría sea eterna.
El sueño me invade, pero quiero que me invadan sueños sobre ella y ruego porque no se canse de mis dedos estudiando la anatomía de cada una de sus vertebras ocultas debajo de la suave piel.