el domador y la bestia

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Un lugar tranquilo en las bahías que dejan sus curvas,
Ríos sinuosos que vagan por su cuerpo,
Las crestas de las olas de su mar son las crestas iliacas de sus caderas
Cómo espuma de leche sobre el café de su mañana,
Está como para beberla con la punta de los labios,
Vagar por el valle que se forma bajo su diafragma cuando se recuesta,
Desconocer la naturaleza de mis besos en la cadena montañosa de los costados de sus costillas,
Pero ella supo conectarse con un rincón animal desatando mis bestias internas con los comandos precisos,
Cómo el domador de fieras enseña trucos nuevos,
Ella me acaricia
Y yo no quiero morder su mano y liberarme de su caja torácica,
Porque ella aún me deja beber de la dulzura de sus aguas
Y dónde está el roce de su ser, para mí es un lugar tranquilo.

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