A veces se me va la inspiración, pero no la sensación de estar adentrándome en la virginidad de tu selva y el aroma vegetal condensado, la madera y el bosque recién cortado a machetes, el frío de sumergirse de a poco en el agua, luego taparse la nariz y que sea lo que tenga que ser, porque eres la piedra preciosa que está en el fondo del agua, la que brilla con intensidad de día y es fluorescente de noche.
Inquietante.
Pusiste algo bello en mis manos, y las sellaste con un beso.
Tengo una una parte de ti que no sé si estoy capacitada para cuidar y aún así supiste ponerla sobre mi pecho, no sé cómo podría ayudarte, perdida como estoy en tus ojos, pegada como estoy en tu miel mientras tú simplemente floreces con intensidad y botas como la vida dormida del invierno que ha despertado.
La putrefacción del mundo no te ha ganado, te duele, te arde y ha intentado acabar contigo, pero sonreíste a la aurora como si jamás te hubiera tocado.
Sigues siendo la flora siempre verde de la selva negra,
El corazón vigoroso sigue marcando tus horas.