Princesas,
Eternamente princesas de un cuento que parece infinitamente real,
La magia de ciertas primeras veces.
Ese rubor en sus mejillas acaloradas que realza su lozanía
y ese estremecimiento insano de mi pecho y mis entrañas por culpa suya,
su única culpa dentro de ese halo de inocencia que la envuelve.
Ataviadas de vestidos tan pomposos,
Tan anchos,
Es tanta la tela que nos separa
Qué a penitas contacto la yema de sus dedos y esa caricia me basta,
Su discreta sonrisa mientras se aparta y ya no me mira.
