De leyendas y malas lenguas.

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Da igual cuánto hayamos corrido, da igual lo exhaustos que estemos... ya no quedan más que cenizas de lo que fue el Norte de Ibrenis. El fuego se ha apagado, pero el humo ha ocupado el que era su lugar.

No sé cómo llegar al castillo, pues no puedo reconocer el lugar. Night camina a lo lejos, buscando la barrera mágica. Tardaremos horas así. Observo a mi alrededor, buscando también. El suelo aún está caliente... ¿Estarán bien?

Una sombra crece sobre nosotros y miro arriba. Son más dragones. Me abalanzo sobre Corina y caemos al suelo. Trato de estar lo más quieta posible y ella me imita, asustada. Miro a lo lejos, buscando a Night pero no lo veo. ¿Dónde se ha metido?

Cuando los dragones han desaparecido del cielo, apenas unos segundos después, Night reaparece.

-¿Dónde estabas? -grito, preocupada.

-Encontré la barrera.

-¿Cómo?

-Hice como tú, fingí estar muerto. Esos lagartos alados nos han visto - dice a la par que mira al cielo, oteando entre las nubes por si alguno permanece sobre nosotros.

-¿Y por qué pasaron de largo? -me incorporo y conmigo a Corina.

-Al caer a la ceniza, adoptamos un aspecto sucio, calcinado y tu calor corporal se justifica con las llamas que han devorado el bosque. Pensé que ya lo sabías...

-Llévame al castillo -digo sin atender a sus enrevesadas explicaciones-, tengo que verlos.

Él da un paso atrás y desaparece por completo. Corro hacia donde lo vi por última vez y aparezco al otro lado de la barrera, frente a media muralla. Puede que fueran invisibles para los dragones a simple vista, pero su temperatura los delató. La barrera ha debido de recibir grandes impactos para que medio castillo haya caído. Los Siete Fundadores la mantienen en pie aunque parecen débiles. Desde aquí veo a Jkolh y a Hidros con las patas en alto.

-Ya se han ido -grito-, ya podeis descansar.
-La Piedra... Protectora ha caído... con aquella... mitad del castillo... Si... nosotros no... protegemos la... barrera..., nadie lo hará... -dice Hidros, aparentemente drenado de su energía.

-Energía vital -dice Briza a mis espaldas-. Sólo así nos pueden proteger...

-¿Qué ocurrirá si no desisten? -digo en un tono alarmado.

-Fenecerán -dice ella entre lágrimas.

-Debeis iros... Debeis... ocultaros en el bosque, entre los árboles... Huid -digo desesperada por salvar la vida de los Fundadores, pero nadie me presta atención-. ¡¿Es que acaso a nadie le importa?! ¿Es que es necesario que ellos mueran? ¿No entendeis que muertos no os seguirán protegiendo? MALDITA SEA -grito, frustrada- Ellos os han brindado su amor desde el mismo día en que pisasteis este castillo. He visto humanos con más corazón que vosotros. Hadas, elfos, duendes... Arrimad vuestra magia, curad a los heridos, pero no os senteis en el suelo a llorar. No servirá de nada.

-Nosotros también estamos débiles.

-AAAAAARGH -grito entre lágrimas de pura rabia. Mi cuerpo está en tensión y siento que podría destrozar lo que queda del castillo- No seais cobardes. Luchad por vuestras vidas, pues nadie lo hará por vosotros.

Muchos me miran y susurran. Incluso Jkolh y Hidros lo hacen. Ellos sonríen, quizá conmovidos... Pero nadie se mueve.

-Tienes razón -dice Briza y extiende sus brazos al cielo.

Una especie de hilo de magia se suma a la barrera y esta se repara un poco más rápido. Las hadas juntan sus manos y envían su magia junto a la de Briza. Los duendes, los dragones se suman a nuestra causa... No sé cómo lo he hecho, pero por una vez siento que algo va a salir bien.

* * *

La tarde se nos echa encima. Algunos han encontrado la Piedra Protectora y Afi la ha reparado con lo poco de magia que ha sabido canalizar. Ahora la enorme barrera que hemos conseguido crear es estable.

La cena está servida de manos y patas de algunos dragones y los elfos del Sur. Deben de cocinar bien, pues Corina come como si no lo hubiera hecho en meses. Night y yo, sin embargo, nos mantenemos al margen.

-La noche es preciosa, ¿no crees? -dice él por romper el silencio.

-Las estrellas lo son. La noche es sólo oscuridad -añado yo.

-La oscuridad del alma del Gran Dios.

-No me hables de Dioses. Tan solo son la semilla de la discordia. Dime cuándo has visto un Dios bajar a tierra y dar de comer a Sus hijos.

-Trataba de ser poético.

-La poesía no salva tantas vidas como la razón -sonrío levemente. Parezco enfadada y no lo estoy.

-Muy cierto, pequeña -dice una voz tras de nosotros. Es Titus-. ¿Qué tal vuestro viaje a la tierra de los fangos devora-hombres?

-E-eh... bueno... Quitando que casi me engulle de una pieza uno de ellos, todo bien. La vida allí no es muy movida.

-Chew es un loco sin remedio, pero al menos es un buen amigo.

-Parece muy interesado en la ciencia.

-Así es. Recuerdo cuando quemaron el Gran Árbol y él, junto a otros muchos, vino a vivir temporalmente al castillo. No hacía más que meterse en líos por culpa de sus experimentos y Dov no hacía más que sacarlo de ellos. Eran uña y carne. Parecían hermanos.

-Pasan el día discutiendo -sonrío.

-Es porque en el fondo se quieren. Son los mejores amigos que he visto nunca. Antes eran capaces de comunicarse sin dirigirse una sola palabra incluso antes de que Dov supiera usar la telepatía.

-Desde luego se le da bien, hablamos muy a menudo.

-¿Qué dices? -dice Night, impresionado- ¿Eres de la realeza? -ante mi cara de confusión, me explica:- Todos saben que la telepatía sólo se da de forma natural o aprendida en miembros de la realeza, de Sangre Azul. ¿Eres hemofílica? -me toca el brazo con un dedo.

-¡No! -lo aparto de un manotazo- Estás loco. ¿Cómo voy a ser yo de la realeza? Los centauros no tienen Rey. Además, ahora ni siquiera soy un centauro, ¿de qué sería Reina entonces?

-Cada especie tiene su propio verdadero Rey, como Dovarokerah lo es de los dragones -dice Titus. Estoy confusa...

-¿Qué?

-Los dragones ayudan a los humanos porque quieren la cabeza de Dov. En cierto momento, un joven de la Guardia Real dio un golpe de Estado mientras el Rey estaba fuera. El Regente, el hijo del Rey, no pudo hacer nada y por ello ahora el verdadero Rey de los dragones anda exiliado por ahí. El nuevo Rey, que sabía que seguía vivo junto a su amada Rekiwar, mandó ejecutarlo... O al menos esa es la historia que yo conozco -dice Titus.

-A mí me contaron que el Rey estuvo fuera por mucho tiempo y que se le dio por muerto. Por ello otro, su hijo, ocupó su lugar creyendo ser el nuevo Rey. Sin embargo, al no poseer la telepatía del verdadero Rey, supo que el monarca seguía vivo y ordenó matarlo.

-Sea cual sea la historia, ¿Dov es el Rey de los dragones? -ambos asienten- ¿Entonces por qué no ordena parar esta guerra?

-Ellos ya no le guardan lealtad. Dov es un traidor al Reino -dicen ambos a la vez.

-Los dragones viven mucho y no olvidan. El Rey se marchó sin explicar nada a nadie, de repente, y dejó al cargo a su retoño; quien, según malas lenguas, condujo a su Reino a la desgracia. Malas épocas, supongo -dice Night y se encoge de hombros.

Miro al cielo sin tener muy claro qué decir. ¿Qué pasaría si Dov muere? ¿Qué pasaría si la asociación de los humanos y los dragones tiene éxito? ¿Qué pasará enconces con el bosque?

Las Crónicas de SanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora