De un pasado oscuro.

84 4 0
                                    

El horror de la pasada noche ha retrasado mucho la misión. Bah, da igual... ni siquiera teníamos plan. Nunca había visto así a Briza. Jkolh ha dicho que perdió mucha savia y que tardará unos días en recuperarse por completo. La hemos dejado al sol. Por muy estúpido que parezca, en el fondo es una planta. Ha clavado sus raíces en la tierra y tenemos que darle mucha agua. A menudo se retuerce en sueños. Por otro lado, Dyron ha pasado todo el tiempo -alrededor de día y medio- cerca de la ninfa. Obviamente, se siente culpable. No come, no bebe ni habla. Es como una estuatua entristecida al lado de Briza día y noche. Jkolh se dedica a conseguir comida. Se convierte en serpiente y estrangula a sus víctimas. Es curioso ver cómo lo hace. No comemos mal del todo, pero echo de menos una buena sopa. Yo, por mi parte, suelo cuidar de Corina y de dar agua a Briza. A veces trato de alegrar un poco a Dyron, pero ya es caso perdido.

Jkolh acaba de llegar con el almuerzo entre sus fauces. No tengo demasiada hambre, pero si vamos a luchar contra los dragones tengo que estar fuerte... Y Dyron también.

-Jkolh -digo para llamar su atención.

-¿Sí, joven werecat?

-¿Puedes preparar el almuerzo tú solo?

-¡Yo le ayudaré! -dice Corina, animada.

-Está bien, pequeña -sonrío-. Yo hablaré con Dyron. Cuidado, no te quemes.

Me acerco al Caballero de la Rota Armadura... o a estas alturas Inexistente. Él está sentado junto a Briza. De la ninfa se elevan pequeños tallos verdes y musgos pequeños. Él acaricia la cara de la joven. Está dormida.

-Buenos días -le digo. No responde, así que prosigo hablando-. ¿Has dormido bien esta noche? Yo no demasiado. Corina se ha estado moviendo mucho, creo que tenía pes...

-No me importa. Nada me importa más que la vida de la ninfa.

-Sanará pronto -adquiero un tono más personal-. Es muy fuerte. ¿No ves cómo ha florecido en unos días? -acaricio algunas flores blancas de minúsculo tamaño que hay en su vientre.

-No es el hecho de que sane o no el que me atormenta, sino la razón de su fiebre, su delirio y su dolor: Firael...

-No podías controlarte. Tú mismo lo dijiste: ni siquiera estabas consciente... Es como si hubieras estado sonámbulo.

-¡Por el Sol y por la Luna! Soy un caballero de luz. Si he dejado que la oscuridad hiciese de mí lo que quiso, ¿qué clase de caballero soy?

-Todos tenemos debilidades, Dyron. Y si te empeñas en no comer ni beber, morirás.

-Merecidamente. La estocada que me dio Corina debió matarme a mí también.

-¡No digas sandeces! ¿De qué sirve que haber vivido como caballero y morir por una simple derrota?

-Arderé en el Infierno.

-Cuando tengas que hacerlo. Pero no hoy, no ahora. Ve, come, recupera fuerzas y lucha por y con nosotros.

Él se levanta del suelo y asiente.

-Dije que os serviría, mi señora, y por más que merezca la peor de las muertes, he de protegerlos hasta mi fin.

-Come y bebe.

-Sí, mi señora.

Jkolh prepara de nuevo carne asada. Se me hace repetitivo, pero no queda más remedio. Corina coloca con cuidado la carne en sus alas de dragón.

-¡A comer! -exclama ella.

-¡A comer! -repito y me siente a su lado. Jkolh nos acerca su ala y cogemos un trozo de carne-. Corina, tengo una pregunta.

-¿Sí? -sonríe y me mira.

-¿Quién era aquella sombra que poseyó a Dyron la pasada noche? -ella baja la mirada y Jkolh responde por ella.

-Carrie es la hermana gemela de Corina. Ambas son Espíritus elementales y complementarios: bien y mal, blanco y negro. Algo así como antagonistas entre sí en una misma historia.

-¿Carrie? ¿Os conocíais? Creo que te oí pronunciar su nombre y os tratábais como viejos conocidos.

-Sí. No es la primera vez que lucho contra ella... o de su parte. Puede que, al ser uno de los Siete Fundadores, me conozcas como ese cambiaforma amable y al servicio de las criaturas del bosque. Sin embargo, los de mi especie son ruines y ladrones. Engañan, son egoístas, sólo miran por ellos mismos. Y al igual que ellos, yo lo fui.

>>Muchos años atrás, las tierras del Ibrenis se extendían más allá de Aslob y cubrían lo que ahora es Dárcas. Los cambiaforma habitaban los cuatro puntos cardinales del bosque. No eran guardianes de nada más que de sus inútiles vidas. Utilizando sus poderes de mutación rápida, engañaban a toda criatura viviente y contadas ocasiones los dejaban con vida. Cuando no, los torturaban y los dejaban huir para que extendieran el falso rumor de que el bosque era terrorífico.

Por aquellos entonces, mis progenitores, como en toda mi especie, me dejaron abandonado en cualquier nido a merced de la suerte. En mi caso, fue un nido de grifo. Un cambiaforma pequeño aprende a transformarse en todo lo que ve para poder sobrevivir, así que la primera cosa en que tomé forma, fue de mis supuestos padres.

Crecí con mis "hermanos" hasta convertirme en un adulto y fuerte. La primera vez que me atreví a cambiar de aspecto, mis "padres" me vieron y, a pesar de que me amaban como a un hijo, me castigaron con el castigo de los mentirosos: el destierro.

Aquella fue la primera y única vez que he visto llorar a un grifo. Después de que me desterraran, malviví durante mucho tiempo en las calles de ciudades que lindaban con el bosque, comiendo aquello que me encontraba rebuscando entre la basura. Fueron malos tiempos para mí. Abandonado a mi suerte por segunda vez, mi vida estaba destruída. Me sumí en las sombras del rencor y, como todos los cambiaformas, me aproveché de mis capacidades para mí mismo. Al igual que todos mis congéneres robé, engañé, mentí... Y no me siento orgulloso de ello.

Cierto día, una niña como Corina me dijo que necesitaba mi ayuda. Me ofreció una cuantiosa cantidad de dinero y lujos que me convencieron casi al instante. Necesitaba que me infiltrara en el Reino de los orcos y sembrara la discordia. Yo fui el desencadenante de una de sus tantas Guerras Civiles.

La niña cumplió su promesa y me forró de oro. Su oro, sin embargo, era un hechizo de corta duración y una vez se fue ella, el dinero se marchó tan rápido como había llegado. Enfurecido, averigué sobre ella hasta el punto de lo macabro. Esa chiquilla de ocho años había asesinado Reyes, nobles, ricos y pobres, humanos, criaturas del bosque... Por mera diversión. Mi ira me llevó a encontrarla y apunto estuve de matarla. Me convertí en un espíritu para poder atravesarla con mis zarpas y aquella fue la última vez que la ví cara a cara.

Titus me rescató de aquella vida callejera, pues sin oro no era nada, y me dio hogar. Junto a él, Petrus, Hidros, Afi, Bell y Khimaira, fundamos la OPBI para que ningún ser más tuviera que pasar por la codicia o el sufrimiento del abandono.

-No estoy ni mucho menos orgulloso de mi pasado, pero he de erradicar la existencia de esa mala hierba para poder morir en paz. Cuando Titus nos contó que los dragones del Reino de Heme estaban revueltos, supe que Corina tenía algo que ver. Fui voluntario en venir aquí a parar esta locura derivada del capricho de los Dioses. Sólo Corina puede acabar con ella.

-¿Por qué? -pregunto.

-Es algo simbólico: la luz acaba con la oscuridad así como a veces la oscuridad engulle la luz -dice Dyron.

-Si Carrie posee un cuerpo y un espíritu la ataca, ella saldrá del poseido, como ocurrió con Dyron. Luego, dicho espíritu debe acabar con ella.

-Cuando Briza se reponga... -comienzo a hablar.

-No tenemos tiempo. Ya saben que estamos aquí.

-¿Entonces?

-Hay que ponerse en marcha. Hemos perdido día y medio.

-¿Qué pasará con Briza?

-No lo sé...

Las Crónicas de SanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora