Tal como pensé la, noche ha sido muy larga. Dyron ha pasado toda la madrugada dando vueltas alrededor de la tienda de campaña. Me ponía de los nervios. Como hacía un poco de frío, Corina me pidió que me transformara en leopardo y se abrazó a mí. Al menos ella ha dormido bien. Yo, por mi parte, pasé la noche escuchando cada uno de los pasos del Dyron.
Ahora deben ser las doce del día y sigo en la cama de paja que me dejó Briza. Es como una especie de nido enorme. Se está bien aquí. Mi pelaje se ha llenado de briznas sueltas, pero en cuanto me sacuda un poco, todo volverá a estar limpio.
Briza abre la puerta improvisada de la tienda y sonríe al verme despierta. Yo la saludo y la invito a sentarse a mi lado.
-Buenos días Briza. ¿Qué tal la noche?
-Dov ha estado dormido toda la noche, pero necesitaba asegurarme de que dormía, así que la he pasado en vela. ¿Y tú?
-No he dormido mucho más que tú. Dyron se ha pasado toda la velada dando vueltas de acá para allá y mi oído capta demasidos sonidos como para dejarme dormir en paz.
-¿Por qué no dormiste en forma humana? -dice mientras se sienta a mi lado.
-Porque escucho lo mismo, da igual la forma. Además hacía frío y guardaba mejor la temperatura corporal siendo leopardo. Por otro lado, Corina me lo pidió.
-Podrías haberme pedido una manta de la enfermería -se echa a reír.
-Podría -ambas reímos.
-Cambiando de tema... Dov me ha pedido que vayas a la enfermería. Los Siete Fundadores están allí también, así que será importante. También me ha pedido que yo no entre a la reunión. Ven, te llevaré.
Se levanta del nido y yo tomo mi forma humana. Me he acabado por acostumbrar a ella después de todo. Me toma de la mano y sonríe.
La enfermería ha quedado entre un montón de escombros que han sido apartados de forma bastante ruda, apilados a un lado y a otro sobre paredes a medio caer. El jardín que precedía a la enfermería está lleno de ceniza y piedra. Briza toca a la puerta y Bell le abre.
-Pasa, Vadaro. Gracias por todo, joven ninfa -el hada hace una pequeña reverencia y Briza se retira-. Dov precisa de tu presencia, muchacha.
-Lo sé, la enfermera me lo ha contado todo.
-Entonces no perdamos más tiempo -sonríe.
En la cama, al rededor de Dov, los Siete Fundadores hablan con él entre susurros. Cuando me acerco, todos me miran llegar y Afi -la ninfa- me indica mi lugar. Luego se sienta junto a Petrus.
-Buenos días -digo tímidamente. A pesar de que me he acostumbrado a verlos, siguen imponiéndome como el primer día.
-Buenos días, Vadaro -contesta Hidros.
-Bienvenida -dice Dov. Lo miro a los ojos. Parece mucho mejor que ayer, más sano-. Siento haberte pedido que vinieras tan de repente, pero necesitaba hablar con todos vosotros. Necesito que vayais al Bosque Maldito. Mis compañeros han sido presos del general Koidarok. Puesto que yo no estoy en condiciones de volar, me haríais un gran favor si los rescatais de las garras de ese indeseable.
-Según nos dijo Briza, tiene un cuerno dañado. No es grave, pues volverá a volar, pero ahora ni siquiera sería capaz de despegarse unos centímetros del suelo -dice Petrus-. A las esfinges nos ocurre algo parecido.
-Entonces... tenemos que volver al Bosque y sacar a Xenolara, Rekenail y Felontus de un campamento de dragones armados -dice Khimaira. Es la primera vez que oigo su voz-. Parece fácil.