Los músculos me duelen mucho. No veo nada, todo está oscuro y de repente claro. Me miro las manos. Están borrosas. No, no son mis manos. ¿Qué me pasa? Me duelen los huesos. Estoy confusa. ¡AH! No, no, me duele mucho, haz que pare, ¡haz que pare! Mi corazón. ¡AH!
Oigo una voz susurrar. ¿Qué dice? No puedo oírlo bien, es como si mis oídos no funcionaran bien. Grito, frustrada. ¡Maldita sea! ¡¿Qué está pasando?!
…
Abro los ojos. La luz me ciega unos instantes. Sólo consigo ver algunas sombras. Todo está borroso. No veo nada. Tampoco puedo oír. ¿Me he quedado ciega? ¿Dov? ¿Briza? ¿Alguien…?
La voz. He perdido la voz. No sale de mí. ¡No puedo hablar!
-Tranquilízate, no paras quieta –oigo en mi cabeza. ¡Es Dov!-. Estás sufriendo los últimos cambios. Tu cuerpo ya casi ha tomado forma. Supongo que en unos días dejará de dolerte. Ahora mismo estás desarrollando la vista, el olfato… por eso no ves nada, ni puedes oír a los demás.
¿Vista? ¿Olfato? ¿En qué me han convertido?
Empiezo a oír un murmullo a mi alrededor. El murmullo se convierte en ruido y el ruido en palabras. Reconozco algunas voces. Briza habla y… ¿Titus?
-Se está recuperando más lentamente de lo que creía.
-¿No decías que es poderosa?
-Sí, pero ha sufrido muchos cambios. Deberíamos posponer las pruebas a mañana.
Las sombras que veo empiezan muy lentamente a volverse nítidas. Veo a Briza a mi derecha. No me puedo mover, así que intento mirar todo lo que me rodea. Estoy tumbada en una camilla de la enfermería. Empiezo a sentir las patas. Una… dos… ¿dos? ¡Me faltan patas!
-¡¿Dónde están?! –grito de repente. Es oficial, mi voz ha vuelto.
-¿El qué?
-¡M-mis patas! ¡Ya no están! –estoy angustiada. Mis patas de caballo han desaparecido. Ahora tengo unas piernecitas endebles y pálidas. Parezco… humana.
-En cierto modo, lo eres –dice Dov torciendo la cabeza a un lado.
Me incorporo muy lentamente con ayuda de Briza. Me noto muy ligera, como si la mitad de mi peso hubiera desaparecido de la noche a la mañana. De la noche a la mañana…
-¿Cuánto llevo así?
-Apenas unas horas.
-Me duele todo…
-Es normal. ¿Te sientes capaz de caminar?
Asiento un poco insegura y me coge de la mano. Trato de mover las piernas yo sola. Piernas. Se me hace raro llamarlo piernas. Dov se ríe y, desde detrás, me empuja con el hocico para ayudarme a bajar de la cama. Lentamente, dejo los pies en el suelo. Está frío. Muevo los deditos. Es gracioso cómo se mueven: arriba y abajo, todos juntos. Luego, con ayuda de Briza, me levanto.
Las piernas me tiemblan un poco.
-Adelante, da un paso –dice Briza.
Muevo una de mis piernas adelante. Es fácil, pero siento que me caigo hacia atrás. Tengo miedo de caerme. Dov me anima a seguir caminando y doy otro paso, otro y otro. Briza me suelta y a pesar de que me tambaleo, consigo dar otro par de pasos. Me agarro de las cortinas.
-¿Por qué me habéis convertido en humana?
-No eres humana. Sólo que ahora lo pareces.
-¿Entonces? –trato de volver a la cama yo sola.
-Eres una werecat.
-¿Una qué? –repito asustada. Me han convertido en un monstruo de aspecto humano.
-Una mujer-gato. Bueno, creemos que es gato. Aún no sabemos en qué felino te conviertes.
-¿F-felino?
Briza sonríe y me lleva al patio. Ya puedo caminar sola. Me sorprende la rapidez con la que me he adaptado a mi nuevo cuerpo. Me veo rara. No me parezco a Corina, aunque quizá sea porque soy un adulto.
-¿Recuerdas el ejercicio de la pluma de fénix?
-Sí -digo mientras visualizo la pluma descendiendo desde las alturas.
-Ahora haremos algo parecido. Imagina un gato, una pantera... no sé, imagina un felino que te guste. Sólo he de avisarte de algo. Una vez elijas el felino en el que te convertirás, no hay marcha atrás. Si tratas de convertirte en otro, puede ocurrir que no pase nada... pero también podrías provocar tu propia muerte.
-¿C-cómo?
-Tu cuerpo empezaría a deformarse y posiblemene, tus organos internos... -comienza Dov pero Briza lo hace callar.
-Deja los detalles aparte -le gruñe-. Tú sólo concentrate en el animal que deseas ser.
Cierro los ojos e imagino un gatito blanco. Es adorable y dan ganas de toquetearlo, pero no me apetece que me traten de peluche gatuno.
Luego se me ocurre ser una fiera leona, pero un león en mitad del bosque llamaría mucho la atención.
¿Y una tigresa? No suena mal, pero no me convence del todo.
¡Ah, ya sé! Un leopardo. Son bonitos, rápidos y fuertes. Además, seguro que las manchas me sientan muy bien -bromeo conmigo misma-.
Definitivamente me concentro en la figura del leopardo: esbelto, unos ojos negros que impongan, las manchas en su piel... Empiezo a notar como de nuevo mis músculos se deforman y me duele bastante, aunque aguanto las ganas de gritar. Los noto como de gelatina, se deforman y se moldean lentamente. Aprieto los dientes y cuando vuelvo a abrir los ojos, lo veo todo diferente. Ahora todo está en blanco y negro, pero oigo hasta el más mínimo susurro.
-Ah, ya veo, así que un leopardo... interesante decisión -se oye tras de mí. Por la voz yo diría que se trata de Titus-. Mañana tendrán lugar tus pruebas. No las atrasaremos más.
Aún coinvertida en leopardo, Dov me lleva a otra parte del castillo. Allí hay obstáculos dispuestos por un gran campo que abarca zonas tan diferentes como el bosque y la costa entre sí.
-Te recomiendo que, ahora que tienes un cuerpo nuevo, entrenes en las pistas donde te harán las pruebas. Imagino que debe ser difícil adaptarse a un cuerpo que no es el tuyo. Prueba a darle una vueta al circuito con forma humana y otra con forma felina. Te recomiendo que cambies de forma entre obstáculo y obstáculo. Suele impresionar. También puedes intercalar pruebas con forma humana, dado que ese cuerpo te dé más libertad para ciertos movimientos, y otras convertida en leopardo.
-Gracias, Dov -digo mientras miro distraída el césped donde tendrán lugar mis pruebas.
-Ah -dice ante de irse-, me han pedido que, dado que soy "el más cercano a ti" por aquí, que te comunique tu nuevo nombre.
La verdad, después de los cambios que he sufrido, me da un poco igual que me cambien el nombre, aunque eso no quita que siga ofendida por todos las mutaciones que han hecho en mí repentinamente.
-Vadaro será tu nuevo nombre... aunque tengo claro que siempre seguirás siendo Sana, ¿me equivoco?
-No, Dov, no te equivocas -suspiro y después de esto, se marcha.
Miro los diferentes obstáculos y decido comenzar con mi cuerpo humano. Llevo muchos años viviendo con cuatro patas, pero el equilibrio en un cuerpo humano se me da mucho peor. Así pues, me concentro en lo único que he visto de mi cuerpo humano... las piernas.
Visualizo esas piernas blancas y finitas, pero me detengo de repente.
Los humanos suelen llevar ropa... y si yo no tengo ropa... todos en la enfermería me han visto... -abro mucho los ojos y trago saliva-. No, no señor, me quedo en forma felina.
Horrorizada por pensar en que todos me han visto desnuda, comienzo a pasar por las diferentes zonas del campo. Salto, corro en zig-zag, me agacho... en unos minutos, cuando termino el circuito, estoy agotada.
Espero que me salgan bien las pruebas de mañana.