No me atrevo a toser. Me han dado una poción extraña que me ha hecho volverme humana y me han atado a una silla. Ulric me mira y creo que sabe quién soy. Aún me sabe la boca a esa bazofia que me han hecho tragar. Me observan pensativos.
-¿De dónde sale una werecat como usted?
-Eh... no sé -has estado muy elocuente, Sana.
-No se ven mujeres-gato muy a menudo y creo que usted no está aquí por casualidad, ¿me equivoco?
-Se equivoca, señor. Yo... estaba de paso.
-¿De paso dentro del edificio del alcalde, justo el día en que tiene lugar la reunión con los centauros? Perdóneme si no la creo.
-Perdonado queda -añado. Creo que debería haber guardado silencio.
-¿Cómo se llama? -dice Ulric, restando importancia a mi comentario.
-Mi nombre es Vadaro, ¿y el suyo? -finjo no saberlo. Me es difícil, lo admito.
-Ulric, el Grande.
-He conocido centauros más altos -digo sin darme cuenta.
-Ha colmado mi paciencia, señorita -dice uno de los hombres-. Le doy la oportunidad de marcharse si accede a beber una poción desmemorizadora.
-Me temo, señor, que no accedo.
Ulric se acerca y me toma de la cara. No quiero que me mire.
-Yo mismo te envenenaré si no te tomas en serio esta maldita conversación. Me suena tu cara, no sé de qué y me saca de quicio, así que como no empieces a cantar, no me hago responsable de lo que te pueda pasar, Vadaro -eso último iba con retintín y no me ha gustado nada. Me encantaría decirle cuatro cosas, pero no son el lugar ni el momento adecuados-. ¿Quién eres y de dónde vienes?
-Vadaro, werecat del Norte de Ibrenis.
-¿Qué hacías aquí?
-Espiar.
Esbozo una sonrisa diabólica y saco una garra. No sé cómo lo he hecho, pero me viene genial ahora mismo. Rasgo las cuerdas y me transformo en leopardo. Tiro a los humanos al suelo y aparto a los centauros, cojo la flauta en su funda y me largo. A la vez que echo a correr por el pasillo, oigo a uno de los tipos gritar: "¡Llamad a la guardia, que no llegue a los calabozos!" Gracias, amigo, acabas de revelarme dónde está lo que busco.
Sin embargo, aunque sepa dónde se encuentra Corina, no sabría encontrar los calabozos sin ayuda.
Entro por una puerta y me vuelvo humana. Tanto transformarme hoy está haciendo que pierda mucha energía. Miro a mi alrededor y mi mirada se cruza con la de un joven que me mira asustado. Es rubio, de pelo largo y ojos verdes. Viste de forma sencilla y le tiemblan las piernas.
-¿Q-qué demonios eres? -tartamudea demasiado alto.
-Shhhht -le digo a la par que me acerco y le tapo la boca-. ¿Quieres que me descubran y nos maten por tu culpa? -él sólo mueve la cabeza de lado a lado rápidamente- Muy bien, ahora te voy a soltar lentamente y me vas a llevar a los calabozos de este edificio.
Tal como he dicho, lo dejo libre. Él da dos toques a la pared y ésta se abre muy lentamente. Tras el panel hay otro muchacho.
-¡¿Por qué has tardado tanto?! -susurra- Como nos pillen, te vas a enterar.
-Cállate, Halfblood y larguémonos de aquí.
-¿Y la chica?
-Viene conmigo.