De la traición.

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Los ojos me pesan. Es casi como si tuviera los párpados pegados entre sí. Oigo tras de mí el ruido suave de una risa pícara. ¿Quién es?

Abro los ojos bruscamente, aunque procuro moverme lo menos posible. Corina está dormida junto a mí, aún abrazada a mi pata. Trato de mirar hacia donde oí el ruido. Sin moverme un poco es difícil, pero no quiero hacer ruido. Podría ser un dragón. Sin embargo, la risa que oí antes era casi infantil. Demasiado aguda para una bestia de tal porte. Zarandeo un poco a Corina y ella se despierta en seguida.

-Escucha atentamente -digo en un susurro-: mira a nuestro alrededor y dime lo que ves.

Ella asiente y finge girarse en sueños -gran idea, por cierto- para poder ver tras de mí.

-Briza y Jkolh duermen. Dyron no está y... -se detiene con expresión de horror.

-¿Y?

Ella se encoge sobre sí misma y cierra los ojos fuertemente. ¿Qué ocurre?

-Corina, ¿que pasa?  -digo tan bajo como puedo. No responde, simplemente se está inmóvil.

-Se acerca.

-¿Quién?

-Mírala -es Dyron. Podría reconocer su voz en cualquier parte-, ahí dormida. Qué bella postura para morir -¿Morir? Se me eriza el pelo. Se acerca más aún y se agacha frente a mí en cuclillas. Lleva su armadura negra, quemada por fuego de dragón-. Dulce niña... QUE LA LUNA SE TE LLEVE.

Ríe a carcajadas con expresión cruel y desenfunda su espada. Recuerdo que estaba rota, partida. Pero... ¿es cosa mía o está en perfecto estado? La eleva sobre su cabeza, apuntando a la luna llena que nos baña con su luz.

-Por vos -besa la espada y lanza un golpe.

Justo en el momento en que su espada baja, yo agarro a Corina y la paso al otro lado de mí, rodando sobre mí misma por el suelo. La espada se clava en el suelo.

-¡¿Pero que te pasa?! -le grito- ¡¿Estás mal de la cabeza?!

-¡Ramera! Devuélveme a la niña -dice en tono amenazante a la par que desclava la espada del suelo.

-¿Qué es todo este vocerío...? -dice Briza con voz adormilada.

-Cállate, ninfa "de los arbustos" -dice en todo despectivo-. LARGO.

Me transformo en humana, no voy a consentir que nos trate así. Corina echa a correr, aterrada, tras Briza y yo tiro la espada de Dyron al suelo. Me es fácil, pues no se lo esperaba.

-¿Quién te crees? -lo empujo y da un paso atrás- Llegas de la nada, pretendiendo parecer de los nuestros. "Estoy a vuestro servicio" y a las primeras de cambio nos traicionas. Ibas a matarla. Ibas a matar a una niña inocente a quien habías jurado cuidar costase lo que costase. Eres un sucio traidor.

-¡¿TU QUÉ SABRÁS DE TRAICIÓN?!

Me toma de los brazos y me levanta del suelo. Me tira a un lado como si fuera un trapo y recoge su espada. Esta comienza a brillar en un tono rojo intenso, rojo como la rabia que sus ojos desprenden. Se acerca a paso lento a Corina. Jkolh le corta el paso y establece comunicación visual. Desde donde estoy, puedo ver los ojos de Jkolh. Están completamente en blanco.

-No te atrevas a dar un paso más. Sabes de qué soy capaz.

-Calla, anciano. Tus poderes no son lo que eran.

-Ni los tuyos, niñata insolente. ¿Crees que no sabía que estabas aquí?

-Muy hábil, lo reconozco -ríe macabramente y da otro paso-. Pero no puedes tocarme. Tengo a tu amiguito Dyron en mis garras. ¿Vas a matarme? -él baja la mirada- Lo suponía. Dámela y no os pasará nada. No me la des y sufriréis mi ira -Jkolh guarda silencio y mira a Briza con cara de complicidad disimulada.

Briza, que está a mi izquierda, abre su torso lentamente. Me mira y se lleva un dedo a los labios indicándome que guarde silencio. De las raíces que integran su torso sale una daga en vez de la habitual pluma de fénix. Se acerca por detrás al Caballero "de la Traición". Éste se da la vuelta bruscamente y de una sola estocada, deja a Briza clavada en su espada.

-¡BRIZA, NO! -grito y salgo corriendo hasta ella.

-Va... Vadaro... -sonríe- Detenla.

No entiendo nada. Dyron es un chico... ¿Por qué lo tratan de chica? Acaricio la cara de la ninfa y hago presión en la herida para mantenerla con vida. Está perdiendo demasiada savia...

-Os lo advertí. Y no tendré miramiento alguno contigo, Jkolh.

-No voy a cederte a la niña. Debe vivir... -se transforma en el dragón azabache- aunque cueste mi vida.

-Que así sea -dice, desafiante.

Dyron carga su espada de nuevo y lanza una terrible estocada contra el dragón. Ésta rebota en la armadura natural de Jkolh.

-¿De verdad cargas tu espada contra un dragón? Carrie, me decepcionas.

Jkolh ruge con la fuerza de mil leones y sus escamas parecen erizarse. Lo tira al suelo con un golpe en los pies ejecutado por su cola. Él cae de boca y Jkolh le lanza una llamarada que chamusca toda su armadura.

-¿No comprendes que sólo un espíritu puede matar a otro?

Él lo ignora y pisa su espalda con una de sus patas enormes. Deja caer peso sobre él y su armadura se deforma completamente. Él grita de dolor y su cara se pone roja.

-Para... -dice Briza y yo la miro. Sin pensarlo dos veces la ayudo.

-¡Para, Jkolh! ¡Para!

El enorme dragón se aparta del cuerpo y le escupe con cara de asco. Dyron parece molido, pero a pesar de haber tenido media tonelada sobre su espalda, se reincorpora. La parte superior de la armadura cae al suelo, a los pies de Dyron

-¡Basta! -Corina llora y sale de detrás de Jkolh.

La espada del Caballero está en el suelo. Corina la toma rápidamente ante las narices de este y se quita las lágrimas con la manga.

-¡FUERA DE AQUÍ, HIJA DEL DEMONIO! -con una estocada de gran fuerza, atraviesa el torso de Dyron con su propia espada y él cae al suelo.

Inerte, en el suelo, el Caballero abre la boca en una última bocanada de aire, luchando por vivir. Una nube negra y espesa sale de él y se evapora en el aire como si del humo de una pipa se tratase. Luego gira hacia un lado y tose algo de sangre que cae al suelo. Corina cae a su lado y la espada recupera su aspecto descuidado.

-Lo siento...

-No pasa nada, mi señora... Soy demasiado débil...

-Pocos son capaces de evitar una posesión espiritual de tal magnitud. Érais sólo un títere de esa niña caprichosa. Voy a ayudar a Briza antes de que se desangre -dice Jkolh a la par que se convierte en un ser de aspecto árboreo, muy similar al de Briza.

Jkolh se acerca a nosotras y abraza a Briza. Ella lo rodea con sus brazos y las raíces de su cuerpo se aferran al del cambiaforma. Las raíces de Jkolh también rodean a la ninfa.

-¿Qué haces? -pregunto, temblando aún.

-Una transfusión de savia a la vieja usanza. Comprueba que Dyron está bien.

Me levanto y me poso a su lado.

-¿Estás... bien?

-Sí...

-¿Has escuchado algo de lo que te dijimos? -digo mientras examino su torso. Ni rastro de la herida de espada.

-No. Perdí el conocimiento al acostarme, creo. Sólo sé que me dormí y ahora estoy aquí tirado.

El sol comienza a asomar entre los árboles. El cielo, poco a poco, se tornará rosa y naranja y las nubes parecerán de algodón mientras el mundo permanece dormido. Cuando los gallos canten, nadie sabrá mas que nosotros lo que ha ocurrido esta noche.

Las Crónicas de SanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora