A la mañana siguiente, a cosa de las siete, tocan a la puerta y me despiertan. Por primera vez en mucho tiempo he dormido bien, lo cual creo que me será de utilidad con las pruebas de hoy. Le doy permiso para entrar y, a la par que me incorporo, Dov entra por la puerta.
-Venga, nos esperan en la enfermería.
-Sí, voy.
Bajamos las escaleras de la segunda planta hasta llegar a la planta baja. Hoy hay más vida que ayer. Hadas vuelan de aquí para allá con mucha prisa, toda clase de faunos y sátiros corretean en direcciones muy distintas. Dov entra por una de las puertas que hay en el pasillo central y salimos a un gran patio interior. Hay algunas plantas y más puertas. Pasamos otra de las puertas y finalmente llegamos a una amplia enfermería. Allí una ninfa de los bosques vestida como una enfermera nos atiende.
-Adelante, ya lo tengo todo preparado.
Pasamos a un lado que ha sido previamente apartado del resto de la enfermería. Dov me deja a solas con la ninfa y ella, con una agradable sonrisa, comienza a hablar:
-Me llamo Briza y, como imagino que ya habrás comprobado, soy una ninfa de los bosques. Mi función es examinar física y mágicamente a mis pacientes.
-¿Magia? Yo no tengo magia.
-Corrijo: todos los seres vivos, incluso los humanos, tienen algo de magia en su interior. La clave está en saber dejarla salir. Los humanos que son capaces de dejar salir su magia o canalizarla a través de varitas, báculos, etc, son llamados hechiceros o magos respectivamente.
-Tendré que creerte, al fin y al cabo la enfermera aquí eres tú, ¿no? -sonrío.
Ella sonríe también y empieza a hacerme pruebas rutinarias como la toma de tensión, análisis de sangre, toma de temperatura corporal... Finalmente me dice que estoy vital y energética pese a que no haya dormido bien últimamente. También dice que mi nombre me hace justicia y ambas reímos.
-Bien -me dice-, las pruebas físicas eran simples, pero ahora vienen las pruebas mágicas. No te voy a pedir que me conviertas en rana ni que levites, sólo necesito analizar qué capacidades mágicas podemos potenciar en ti -arqueo una ceja, confusa-. Ahora mismo esto te sonará a troll -yo he escuchado a los humanos decir esto como "te sonará a chino"-, pero pronto lo comprenderás.
Me lleva al jardín interior que antes pasé con Dov y, en medio del césped, comienza su explicación.
-Es sencillo. Concéntrate en esta pluma -su cuerpo, por la parte del torso, comienza a abrirse lentamente a la par que se vuelve verdoso. En su interior, raíces gruesas se abren y dejan ver una pluma de fénix que luego me ofrece-.
Trato de hacerle caso y me concentro al máximo en el rojo de la pluma a la par que el hueco que le ha surgido en la barriga se cierra. Es intenso, muy bonito, casi parece que de un momento a otro eche a arder.
-No -me dice-, de ese modo no. Imagínala volar.
Cierro los ojos y de nuevo me concentro en la pluma, pero esta vez la imagino levitando levemente sobre la mano de Briza, cada vez más alto.
-¡Lo has conseguido! -me desconcentra y abro los ojos a tiempo para ver como la pluma cae desde un medio metro de distancia a la mano de Briza-. ¡Increíble! Normalmente los centauros no saben canalizar su magia, a pesar de que poseen un gran poder. Has demostrado mucho potencial, ¡me gusta!
No sé si alegrarme y ella guarda la pluma.
-Bien, ya sé en qué convertirte.
-¿Cómo?
-Claro, una vez has pasado los test, tengo que cambiar tu aspecto y tu nombre.
Me quedo de piedra... ¿Mi aspecto? ¿Mi nombre? ¿Por qué? Entonces ato cabos. Claro que sí. Si para el resto del mundo estoy muerta y si de repente me ven por ahí o peor aún, me tocan, entonces sabrán que estoy viva. O incluso podría escapar y desmentir mi muerte. No les interesa. No, no señor. Yo soy yo. Pueden encerrarme, puedo vivir en este castillo por el resto de mi vida, pero ni mucho menos voy a dejar que me cambien.
-Sé que no suena muy atractivo -oigo en mi cabeza-, pero a veces es necesario cambiar, y en este caso más que nunca, ¿no crees?
Miro a mi alrededor con disimulo pero no veo a nadie más aparte de a Briza. ¿Quién me habla?
-Soy yo, Dov, ¿acaso no reconoces mi voz? -ríe- Sé que igual no te gusta, pero para la misión que te será encomendada, necesitas cambiar de aspecto.
-Pero... ¿ese cambio es provisional? -susurro.
Él no me responde y Briza se impacienta.
-¿Y bien? -me dice- ¿Te convierto ya?
Opto por confiar en Dov y acepto a ciegas. No sé qué va a pasar conmigo, ni si me va a doler. Ella sonríe y con sus propias manos empieza a hacer una especie de bola de magia. La moldea con las manos. Se vuelve cada vez más luminosa y mi mirada queda atrapada en ella. De repente veo como la luz me absorve rápidamente. Asustada, grito pidiéndole ayuda a Briza pero ella no se mueve.
-Adiós, Sana.