Capítulo XI

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Mi alarma sonó a las 5:00am, el anuncio del fin del mundo o al menos, el de mi sueño. Gruñí sin abrir los ojos y di manotazos torpes hasta alcanzar mi móvil. Me quejé y comencé a levantarme con todo el cabello enmarañado en el rostro. El día anterior me había lavado el pelo pero estaba tan cansada que estoy segura de haberme quedado dormida sin siquiera enterarme, ahora mi pelo era una maraña.

-Creo que no seguiré durmiendo aquí después de semejante escena.

Escuché su voz y miré hacia el frente.Cuando enfoqué la vista en medio de la tenue oscuridad, noté la silueta de Lian.

-¿Qué haces aquí? -grité y le tiré mi almohada.

Él la recibió riendo. -Vine a verte anoche y te habías quedado dormida con las luces encendidas, te arropé, apagué todo y decidí quedarme. Te dije que no me gusta dormir con personas a mi alrededor.

-Y yo no cuento cómo una, de seguro, porque soy un oso panda rojo. -Volví a desparramarme sobre la cama con los brazos abiertos, aún estaba medio dormida y no me importaba demasiado su invasión. Era Lian, a él se lo permitía porque sí, no podía decir otra justificación que fuera aceptable.

-Desde aquí me pareces más un perezoso rojo -se burló y me tiró la almohada de vuelta a la cara.

Yo bufé molesta y me levanté para prender la luz de la habitación. -¿En serio dormiste ahí en el suelo toda la noche? -le pregunté mientras me miraba al espejo, mi cabello parecía un nido de aves-. Por los cielos, qué pecado -casi lloro al ver el desastre-. Tendré que lavarlo de nuevo.

-Si vas a bañarte asegúrate de que sea el baño de las chicas -comentó y yo le tiré una mirada de pocos amigos.

-Que gracioso eres para ser las 5:00am.

Abandoné la habitación luego de tomar mis cosas, esta vez sí me fijé en que fuese el baño de las chicas como me dijo Lian, tampoco tenía ganas de confundirme. Ya habían pasado unos tres días desde que descubrí que era el príncipe. Nos habíamos visto más seguido desde entonces, solía encontrármelo durmiendo de vez en cuando en mi habitación o si no, en los entrenamientos y la biblioteca. Podría decir que nos volvimos más cercanos y no podía negar que me hacía feliz.

Regresé a la habitación media hora después, secando mi cabello con la toalla, y él estaba tirado sobre mi cama. Tenía su ojo a la vista cerrado, parecía estar durmiendo. Me acerqué con sigilo, esta era mi oportunidad. Acerqué mi mano a su cabello que cubría la mitad de su rostro, hoy descubriría su secreto.

-Yo que tú no haría eso -me advirtió sin abrir los ojos y yo maldije por lo bajo.

-No hay manera de que me dejes ver la otra mitad de tu rostro -me quejé sentada a su lado con los brazos cruzados. Le vi abrir su ojo y pintar una media sonrisa.

-Te dije que es complicado, tú eres quien insiste.

-Todo es intriga en su vida, príncipe Lian. Parece que estás hecho para desquiciarme -Me subí a horcajadas sobre él-. Solo necesito apartar ese cabello tan molesto que insistes en usar como si fueras gótico.

-No te atrevas, Violet, quedamos en que respetarías mi tiempo.

-Es que no entiendo cómo le haces, ni siquiera el viento te lo ha movido para dejarme ver lo que tanto ocultas.

-¿Qué más da lo que haya detrás de mi cabello?

-No digas eso. No sabes cómo me estás matando de la curiosidad.

Él sonrió, sabía que lo hacía precisamente porque me mataba de curiosidad. -Algún día te mostraré, solo sé paciente.

-La paciencia no es una de mis virtudes y menos si de curiosidad se trata. ¿Tan horrible es que no puedo verlo?

The Fall (Dark Angel V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora