Capítulo XXII

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       Al día siguiente, a media mañana, recibí un mensaje de texto de Emi. Decía que fuera hasta la furgoneta negra que estaba al fondo del aparcamiento. Aún estaba en clases, pero había aprendido bien que no debía desobedecer por el momento a Emil.

      Solo tardé unos minutos en llegar al lugar indicado, Emil estaba recostado de la furgoneta fumándose un cigarrillo y me sonrió cuando notó mi presencia. Yo no estaba ni la mitad de feliz que él. Tiró lo que quedaba de cigarrillo para acercarse a mí, yo di dos pasos hacia atrás para marcar distancia y por su cambio de expresión supe que no le gustó para nada.

     —Sube a la furgoneta, tengo que llevarte a un sitio.

     —¿Dónde?

     —Lo sabrás cuando lleguemos. Sube.

      —¿Y si no quiero subir? No confío en ti, y no sé si son órdenes del proyecto o alguna trampa tuya.

     Él se acercó más a mí, en esta ocasión no retrocedí y le enfrenté.

       —Sea lo que sea, irás conmigo y no te quejarás, puedo hacerte muchas cosas malas y lo sabes —dijo pasando sus dedos por mis labios y yo aparté mi cara—. Luego de que vayamos a ese lugar tendremos una plática muy seria, ahora sube de una vez.

       Emil me agarró del brazo y me lanzó dentro de la furgoneta. En frente había dos hombres más, aunque supe por el ligero brillo detrás de sus nucas, que eran androides.

      Los cristales del auto estaban entintados lo suficiente como para que no pudiera ver nada hacia afuera. Y casi no podía ver nada hacia adentro tampoco. Emil estaba a mi lado e insistía en poner su mano sobre uno de mis muslos, yo sentía ganas de devolver el estómago con solo sentir su tacto pero no quería que me golpeara, Lian se pondría como loco con ello y no era conveniente.

      —Te has vuelto más fuerte —susurré con algo de temor y le vi observarme de reojo antes de sonreír.

      —He llegado lejos dentro del proyecto —respondió—. Tú y Crystal habrían podido hacerlo si no se hubieran entretenido.

      Él metió la mano por debajo del vestido que estaba usando y se la aparté de inmediato, antes de marcar distancias en el asiento.

      —Por favor —supliqué sin mirarlo y le escuché reír.

      —Ya resolveremos esto más tarde.

      La amenaza me estremeció y cerré los ojos, tratando de pensar en Lian y todo lo bueno que él significaba en mi vida. Me dije que Emil no podría arruinar eso, que no me tocaría otra vez sin que yo luchara, tendría que matarme.

      Tardamos un largo rato en llegar a venga a saber dónde, cuando nos desmontamos estábamos en un garaje que al parecer pertenecía a algún edificio. Emi me llevó a rastras por todo el lugar. Me quejé para que me dejase caminar, pero él parecía muy apresurado. Caminamos por unos pasillos y de lo poco que pude observar, noté que algunas habitaciones eran dormitorios y otras oficinas. Entramos a una de las oficinas y Emi me hizo sentarme sobre una silla.

        —¿Dónde estamos?

        —En la central del proyecto, en la verdadera central. Nos vemos luego, Kimberly.

      Emil salió dando un portazo y sentí que la habitación me tragaba por completo. La verdadera central del proyecto, donde supongo construían a los androides y las armas y quién sabe qué más. Quizá no me dejaran salir de nuevo de ella y no le tenía miedo a la muerte, solo me arrepentía de no haberle dicho la verdad a Chispitas cuando tuve la oportunidad.

The Fall (Dark Angel V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora