Capítulo XXI

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      Una semana después de que Lian me declarara sus sentimientos y yo los aceptara, estaba guardando mis libros en el casillero de la universidad. Aún no tenía decidido qué hacer, pero debía elegir pronto mi próximo movimiento.

       —Volvemos a vernos, Violet.

      Me giré asustada pegándome al casillero y ahí estaba él, sonriendo como siempre.

      —¿Qué quieres ahora? —pregunté asustada.

      —Te dije que te buscaría — dijo acercándose para besarme pero yo le volteé el rostro—. ¿Con que esas tenemos, no? —me tomó la cara a la fuerza—. Creí que te había dejado las cosas claras el otro día.

      —Están claras, pero que siga en la organización no me obliga a seguir contigo.

      Él golpeó el casillero detrás de mí. —¡Me estás agotando la paciencia, Kimberly!

      —¡No me importa! —grité y él me golpeó en respuesta.

      Caí al suelo, aturdida. Sus manos dolían más de lo que lo harían unas humanas normales. Miré mi mano, que había colocado sobre mi mejilla y noté sangre en ella.

     —Mira lo que me haces hacer —se agachó junto a mí—, nunca te había tocado pero ahora te has vuelto tan rebelde.

      —Eres un cínico, Emil.

      Él solo sonrió mientras tomaba mi rostro. —El rojo siempre ha sido tu color —dijo y besó la esquina de mi labio que también sentía que estaba roto.

       —Ya déjame en paz, por favor —supliqué y traté de alejarlo, pero tomó mi cabello y me acercó, dejando su rostro a escasos centímetros del mío.

       —Jamás te dejaré en paz. Mañana irás a un lugar conmigo y sin rechistar.

       —¡No pienso ir a ninguna parte contigo! —grité.

      Él volvió a darme otro golpe que me tiró al suelo, después me agarró por el cabello para que le mirara.

       —Escúchame bien, Violet, si quieres que tu amiguita Crystal no vuelva a salir lastimada, harás todo lo que yo te diga sin decir una palabra, no creas que por estar en el palacio están a salvo. La organización las sacaría de debajo de las piedras, ¿entendido? —dijo a mi oído y yo solo lloraba— ¿Entendido?

        —Entendido —respondí y él me lanzó hacia un lado, levantándose.

        Estaba a punto de irse cuando mi móvil, que había caído en el suelo desde el primer golpe, comenzó a sonar. Reconocí el tono al instante, era Lian. Traté de alcanzarlo pero Emil lo tomó primero.

        —¡Suelta eso! —Traté de quitárselo pero él me apartó para comenzar a reír y luego mirarme borrando la sonrisa.

       —Imagino que este tal Chispitas es el causante de toda tu rebeldía —Me agarró por el cuello y me puso contra los casilleros.

        Intenté soltarme, luche con todas mis fuerzas pero no siquiera le movía. ¿Cómo podía ser tan fuerte?

         —Por favor, ya basta —supliqué y él sonrió apretando un poco mi cuello.

        —¿Quién es él?

        —No es nadie, lo juro.

        —Nunca pudiste engañarme, Kimberly, a los demás sí, pero no a mí.

        —Emil, por favor.

        Él negó con la cabeza y miró el móvil, Lian estaba insistiendo demasiado.

The Fall (Dark Angel V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora