The Fall (Dark Angel V)

Capítulo XIII

       Atravesamos las puertas y nos dijeron que debíamos esperar, que aún los reyes no estaban listos, pero que estarían junto a nosotros en breve. Pensé que estaríamos en un salón, pero más bien era una terraza, con techo de cristalería en forma de cúpula. Un gran candelabro de lágrimas de cristal colgaba en el centro y varios más pequeños alrededor. Todo el espacio era abierto a los laterales con barandas negras para evitar caídas de personas que no pudieran volar, supongo, como nosotras. Al centro había una mesa de doce asientos, la superficie estaba hecha de cristal y se sostenía en una única columna de un entramado de lo que me pareció eran rosales de hierro pintadas de negro. Las sillas eran tapizadas pero con el mismo entramado en las patas. Todo parecía de otra época.

      Thaniel y Crystal comenzaron a hablar entre ellos, yo estaba a su lado pero mi mente no. A decir verdad, no podía dejar de pensar en mi conversación con Clark y Axel; además de que eso siempre me llevaba a la misma persona, Lian, y luego, a la sarta de mentiras que siempre debía decir. Desde la pelea entre los vampiros y los licántropos no me había involucrado en más actividades del proyecto, pero sabía que en algún momento debería rendir cuentas a alguien, si no a ellos, a los reyes de Ahrimán. Me acerqué al barandal y apoyé mis manos en él, desde ahi se veía parte de la capital como un mar de luces diminutas que se esparcían en la oscuridad.

     No pasó mucho para que sintiera las puertas abrirse y por ellas entraran ambos reyes. Todos nos acercamos para recibirles e hicimos una reverencia.

     —Espero que se hayan sentido bien, Violet —me dijo la reina con una sonrisa y asentí.

      —Ha sido un placer, majestad. Me halaga la invitación. ¿Podría saber a qué se debe?

      —A nada en especial, solo quería que cambiaras de ambiente. Has pasado por mucho a causa mía y quería recompensarte. Las puertas del palacio siempre estarán abiertas para ti.

       —Gracias, majestad —No merecía nada de lo que ella había hecho por mí.

       Varios asientos quedaron vacíos, aunque no por mucho. Por el portón entraron poco a poco los demás comensales: Uriel, Ulises y una mujer que imagino sería su esposa; y detrás entró Tessara con Elijah, apenas ese día me enteré de que eran pareja, y poco después supimos que eran parientes de Thaniel. Resulta que mi felino amigo era uno de los príncipes de Tarendiel, descendiente de cuarta generación (si no mal recuerdo) de la familia real. Fue incómodo, creo que Thaniel quería obviar esa parte delante nuestro, pero fue inevitable.

        Poco después el servicio real comenzó a preparar la mesa. Tardaron al menos diez minutos porque solo colocaban platos y más platos de comida. Era demasiada, mucho más de lo que íbamos a comer todos quienes estábamos ahí.

       No habíamos siquiera tocado la cena cuando las puertas volvieron a abrirse, esta vez con mucha menos gracia que todas las anteriores y allí estaba Lian. Su ropa poco cuidada delataba que no había tenido planes de asistir a nuestra cena y su rostro de odio extremo lo confirmaba aún más.

        —¿Se puede saber por qué no me deja estar en paz en mi habitación? Ya le dije a mi abuela que no pienso asistir a estas tonterías, no lo hacía en Atlantis, menos aquí. ¿Acaso lo que yo piense en este castillo no cuenta? —dijo Lian, aún no parecía notar nuestra presencia en el salón.

      Yo tragué grueso y miré al rey que era con quien hablaba, sus ojos estaban brillando y se veía intimidante.

      —Lian, solo queremos que compartas con nosotros. Por favor, siéntate —le pidió la reina en tono un poco más amable, pero no logró nada.

      —Mi respuesta está dada, abuela, dije que no, así que por favor, majestad —Miró al rey—, deje de atormentarme en mis pensamientos.

      —Chispitas —no sé en qué momento se me escapó de los labios su nombre, pero aunque fue casi un susurro, él vio que estábamos ahí. Que yo estaba ahí.