Para morir bien. // Harry Styles

Capitulo 10

-La maquina está hecha polvo, jefe. Realmente necesitamos otra. La siembra no se levantará sola. -El tipo rió para suavizar el momento, pero no me le encontraba ninguna gracia. Incluso sus dientes amarillos me daban más ganas de llorar que reír.

Para ser sincero comprar nuevas máquinas no era un problema para mi, aunque salgan millones, agilizaban el trabajo haciendo progresar el proceso de la siembra. Me molestaba la idea de venir a firmar la compra por ser un gasto tan grande, me molestaba pisar este campo lleno de recuerdos y ver el caballo blanco que tanto le gustaba a los niños.
El césped no estaba para nada alto, era verde, fuerte y bien cuidado, al igual que varios árboles y flores. Los insectos revoloteaban y hacían ruido dando un aspecto caluroso al lugar. Era digno de una foto, sin embargo, no había nada peor que tener este lugar en una foto para mi.

-Con quién pasará las fiestas, jefe?

Miré de reojo al hombre gordo con barba de varios días, vestido con el equipo de trabajo y un sombrero para el sol. Hacía años que trabajaba aquí, al igual que la mayoría, pero no sabían nada sobre mi vida privada, no lo permitía.

-Vamos a firmar eso. -Comencé a caminar ignorando su pregunta. El pasto hacía ruido bajo nuestros pies notoriamente a falta de conversación.

Media hora más tarde, me encontraba volviendo a la ciudad finalmente. Leí el contrato lo más rápido que pude y dejé a uno de mis empleados a cargo de avisarme cuando llegue y esté en funcionamiento ese aparato que parecía un monstruo.
La pregunta del barbudo me dejo pensando; en una semana es navidad. Naturalmente, antes de la tragedia, era un acontecimiento feliz, disfrutando comprar regalos para mis bebés. Hoy, es espantoso. Beber junto a la foto de mis hijos mientras escucho los fuegos artificiales sería la nueva rutina, el whiskey sería mi mejor compañero y el dolor en el pecho el regalo que merecía.

   Veía a Ben correr por nuestra enorme casa gritando "llegó Santa" con su chillona voz casi inentendible, mientras yo lo perseguía con Olivia en brazos. Estaba en su pijama blanco con puntos azules, el cabello alborotado por dormir y una sonrisa en el rostro que no podría ni explicar. La felicidad en él me llenaba el alma.

   Una bocina me sacó del trance que tenía, volviendo a la realidad. El semáforo ya estaba en verde esperando a avanzar, me toque los ojos y comencé la marcha doblando en la esquina para estacionar y respirar. Golpee repetidas veces el volante por despistarme en medio de la calle. Toque mi pelo intentando tranquilizarme. Estaba sudando.
Al darme cuenta, había conducido hasta el bar donde trabajaba Lily. Quería que me abrace otra vez.

Salí del auto y vi como un tipo lo miraba con cara sorprendida. A veces olvido que voy en ese tipo de autos, tengo otros modelos más antiguos, pero simplemente este es el más cómodo que usaba a menudo.

Entré al bar haciendo que la campaña suene y me senté en una de las mesas del costado buscando a la chica con mis ojos. Repasé el lugar. Una mujer tan dulce y bonita como ella no debería estar aquí. Ella merecía más.

-Buenos días, puedo tomar su orden? -Una morena que no aparentaba más de 20 años preguntó sin ninguna expresión en su rostro.

-Estoy buscando a Lily.

-Eres David? -Preguntó bajando el anotador y mirándome con ojos acusadores.

-No... -Pensé en la posibilidad de que ese hombre ya haya estado por aquí molestándola y eso me ponía inquieto. -Soy Harry, un amigo.

-Bien... ella está en la parte trasera, está en su descanso. -Me levanté apenas escuché eso para ir a verla, ella me detuvo. -Tenemos cámaras.

-Tranquila. -Asentí con la cabeza para darle tranquilidad, intentando hacerle saber que no era malo. Pero la desconfianza en sus ojos seguía allí.

   Salí del lugar y caminé hasta la parte trasera del local, era como un callejón que las paredes estaban pintadas con graffiti. La vi sentada con una bandeja en el suelo, concentrada comiendo de ella, tenía la espalda apoyada en la pared y miraba fijo hacia la otra gran pared.

-No deberías estar aquí sola. -Le hablé cuando estuve a poca distancia. Se sobresaltó pestañeando un par de veces y al verme se puso de pie, dejando la bandeja sobre una mesa extremadamente dañada a su lado.

-Que haces aquí? -Preguntó, juntando las cejas. Tenía puesto su uniforme de trabajo, bastante gastado. Tenía ganas de llevarla casa con su hija y decile que no necesitaba meterse más en esos lugares.

-Solo quería decir lo siento.

   Miró para ambos lados y se cruzó de brazos, moviendo su cuerpo adelante y atrás sin verme, pensando. El sol le hacía mal a los ojos, teniéndolos entrecerrados.

-Está bien. -Golpeó sus manos contra sus muslos, rendida. -Pagaste todas mis deudas, no puedo no perdonarte.

-No. -Di un paso hacia adelante, enfrentándome más a ella. Vi sus bonitos ojos iluminados por el sol, pestañas naturales que los acompañaban y la arruga que se formaba junto a ella a causa de la luz. Una voz en mi me dijo que acariciara esas partes para que se relajara, pero tuve que reprimirla. -No quiero que me perdones por eso, quiero que me perdones realmente. No tenía por qué mentirte.

   Me observó unos largos segundos más, consumiéndome el alma con las pupilas. Estaba comenzando a tener un enorme poder que me encantaba, quería que me mirara así todo el tiempo.
   No dijo nada, simplemente apoyó la cabeza en el costado de mi hombro, abrazándome. Y también la abracé. Ese perfecto sentimiento volvía a mi, eso que se me hacía tan culpable sentir.
   Apoyé mi mentón en su cabeza disfrutando totalmente el momento.

-Mi vecina cree que eres un vendedor de drogas. -No pude evitar soltar una risa y ella se separó para verme, acompañándome. -Salgo en unos minutos si...

-Te llevó a casa. -Contesté rápidamente, unos minutos más de sentirme bien junto a ella estaban mal, pero los pagaría más tarde cuando esté solo en casa.

Lily sonrió y se encaminó nuevamente hasta la puerta trasera del bar, tirando los restos de su comida a un tacho cercano, antes de entrar, volvió a verme.

-Solo si me cuentas de ti.

Respiré hondo y asentí, inventaría un par de mentiras mientras la esperaba en el auto.