Capitulo 20

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   Odio despertar y más si ayer tuve un horrible ataque de pánico.

   Odio despertar en general.

   Me siento incómodo en la cama, mis ojos pesan terriblemente. Seguramente estén rojos porque siento que siguen conteniendo agua. Me había dormido llorando como habitualmente y todavía sigo lagrimeando.

Al abrir los ojos me doy cuenta que estoy en casa, en la habitación de invitados. Solo.
Los recuerdos de la noche anterior me invadieron fugazmente. La cague enorme. Arruiné todo el plan, ella lo sabía. Y los papeles de mi testimonio estaban sobre la mesa.

Levantándome rápidamente junto a un jadeo por el rápido movimiento; salí corriendo escaleras abajo, pude escuchar su voz dulce en la cocina. Ignorando el dolor de estómago que cargaba, me acerqué y la vi de espaldas preparando algo para la niña mientras le hablaba.

-Mamá... -Le decía estirando la "a", la bebé intentaba repetirlo. -Si, mamá. -Volvía a decir ella. Era una imagen hermosa y mi corazón se estrujó al verlo, ojalá pudiera disfrutar esa vista para siempre.
  Se dio vuelta y pestañeó un par de veces al verme allí parado.

-Hola. -Se acercó a mi y me dio un beso en los labios, como si fuera lo más habitual del mundo. -Cómo estás?

-Estoy bien. -Dije un poco seco, llevando mis ojos sobre los papeles, seguían allí y rezaba por que no los haya leído.

-Seguro? -Acarició mi brazo. Observe a Isabella estirando sus bracitos hasta mi, para que la alzara. No pude evitar sonreír y agarrarla.

-Hola, bonita. -Acaricié su mejilla, deseando poder vivir esto todas las mañanas. Si solo fuera tan afortunado. Si tan solo todo esto fuera real.

-Quise preparar algo para que desayunes pero no había nada. -Explicó guardando algunas pertenencias de su hija en la bolsa. Estaba tan cerca de los papeles que me daba terror. -Solo prepare el biberón de Isa.

-Esta bien, podemos ir a desayunar todos juntos si gustas. -Me acerqué lentamente con la niña en brazos, agarrando los papeles a su lado y dejándolo más lejos de su alcance.

-Lo leí, de todos modos. -Dijo sin mirarme, mientras deslizaba el cierre del bolso color crema. -No debi, pero lo hice. Vas a morir? -Preguntó sin ningún tipo de reparo. Mi sangre heló.

-No... -Fruncí el ceño y acomodé mejor la criatura sentándola en mi otro antebrazo, dejando uno libre. -Es decir, si...

-Estás enfermo? -Se cruzo de brazos, vi como contenía el llanto. Lloraba porque iba a morir?

-No. Es solo que en algún momento todos morimos. No te preocupes por eso.

-No sé ... -Suspiró. -No sé cuál es tu plan pero lo que pienses no quiero ser parte.

-Lily, es más complicado de lo que piensas.

-No. No lo es. -Dijo casi desesperada. -Estás enfermo?

-No...

-Entonces? Qué es?

-Es complicado. Solo necesito que respetes mi decisión de dejarte mis cosas.

-Por qué harías eso? Que...? Vas a suicidarte o algo?

Simplemente suspiré masajeándome los párpados.

-No puedes dejarme sola. Y tampoco a Isabella. Eres... -Sorbo por la nariz, complicándole el habla. Sus mejillas y ojos se estaban tornando rojos. -Eres la única persona que nos ha ayudado, eres nuestra familia, Harry. No nos dejes.

-Tranquila. -La abracé con mi mano libre, apoyando mi mentón en su cabeza y acariciándole la espalda.

-Promete que no nos abandonarás.

-Lo siento tanto. -Besé su cabello.

-Vas a suicidarte?

-Ve a lavarte la cara, no quieres que Isa te siga viendo llorar.

-Por qué? -Insistió. -Podemos conseguir ayuda...

-Ve a lavarte la cara.

Dejó el repasador con violencia sobre la mesa y salió de la cocina dando pasos fuertes contra el suelo. Todavía con la bebe en brazos, guarde los papeles en el mismo cajón desconocido donde estaba el arma. Lo cerré y volví a la cocina.
El biberón estaba hecho por lo que decidí chequear si todavía estaba tibio, tocándolo con mis dedos. Al notar que estaba bien, senté a Isabella sobre la mesa sosteniéndola por la espalda y dándole el biberón, ella lo agarro con gusto llevándoselo a la boca.

La miré unos largos segundos, ella me veía a mi también. Despreocupada. Tal vez se sentía en confianza conmigo o tal vez no, simplemente era una niña que apenas decía mamá y tenía mucho que aprender. Por un momento me hubiera gustado verla crecer, como su primer día de clases o que de sus primeros pasos. Su primer enfado con su madre, su primer amigo en el kínder, su primer dibujo. Había tantas cosas que podía ver. Y no podía.

-Es un poco tarde. -Escuché a Lily decir volviendo a entrar a la cocina, colgando el bolso en su hombro derecho. Tenía la nariz y los ojos rojos. -Tengo que dejar a Isa con la niñera e ir a trabajar.

-Creí que hoy no debías.

-Si pero me llamaron temprano ofreciéndome horas extras. No puedo no tomarlas.

-No vayas. Podemos ir a desayunar y luego podemos ir a mi campo. A Isa le gusta.

-Necesito el dinero. -Dijo sacando a Isabella de encima y sentándola en su cadera.

-Déjame llevarte aunque sea.

-El taxi nos está esperando abajo. Gracias. -Comenzó a caminar decidida hasta la puerta, la llamé un par de veces pero no presto atención, cerrando la enorme puerta tras de ella.

Tiré de mi cabello por la bronca contenida. Lily lo sabía todo, sabía todo lo que no tenía que saber. Mi plan estaba deshecho totalmente. Si ella no accedía a quedarse con mis cosas el estado lo haría y eso sería una burla para mi. Quería que todos esos campos se los quede alguien que lo necesite, quería cambiarle la vida a una madre desesperada; como lo había sido mi esposa.

Recuerdo el primer año conociéndola, yo la amaba y estaba conmigo mucho tiempo. En mi casa teníamos piscina, sirvientes y una sala de juego enorme. Sin embargo en la casa de ella —que en ese entonces no vivíamos juntos— no había nada, ni siquiera suficiente agua en las tuberías como para bañarse. Por lo que le dije que venga a vivir conmigo, había mucho espacio de sobra. Y éramos novios.
   Los primeros meses estuvo bien, yo estaba en mis asuntos y ella en los de ella. Sin embargo, nos fuimos acercando inconscientemente, recordando esa noche en el bar que concebimos a Ben.
Un año después estábamos casados y esperando a Olivia, estaba feliz, debía admitirlo. Y aunque en un principio no éramos el tipo de familia corriente, comenzamos a hacerlo de a poco.
Desafortunadamente mi esposa murió de un ataque al corazón cuando Olivia cumplió un año, la noche anterior habíamos peleado como imbeciles. Fue devastador. En esa época nos habíamos dejado de llevar bien, mucho trabajo, poco tiempo juntos, actitudes innecesarias.
Me sentía bastante culpable por el hecho y más por dejar sin madre a mis hijos. De todos modos lo hice funcionar a la perfección.

Hasta que tuve el accidente.

Para morir bien. // Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora