Capitulo 19

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Respiré entrecortado intentando calmarme. Hacia tanto tiempo que no tenía relaciones con alguien, meses, y se sentía magnífico. Me sentía bien, en mi propia casa.
La abracé más a mi cuerpo semi desnudo e inhalé su dulce olor, era magnífica. Bese su cuello y sentí la vibración por su risa. Aunque haya sido en la cocina y con poca comodidad a causa de que su hija tenía la habitación, fue todo un sueño para mi.

-Me gustas, Harry.

   Que maldito egoísta era. Toda mi felicidad disminuyó.

-No digas eso. -Reí y ella se alejó un poco de mi para verme a la cara.

-Por qué no?

-No me conoces, Lily. No puedo gustarte.

   Vi su rostro ponerse ponerse serio y pálido. Pude jurar que su corazón se rompió en mil pedazos porque realmente le gustaba, tanto como ella a mi. Pero no podía darle lo que quería.

-Si te conozco, Harry. Creí que...

-No, Lily. No me conoces. -Dije determinado. No quería herirla, pero tampoco ilusionarla. No quería decirle era un asesino. Que era un alcoholico por causas mayores, al igual que su ex novio. No quería que se enamore de mi, porque ya estaba prácticamente muerto.

   Suspiró entrecortado y se alejó de mí abrochándose correctamente los pantalones. Cerré los ojos con fuerza por lo imbecil que era y estire mi mano para acariciar su cintura.

-Creí que también te gustaba. -Se quitó una lagrima con la mano, alejándose, dejando mi toque en el aire. -Pero soy una idiota, mírate y mírame. -Comenzó a caminar hasta mi habitación la habitación principal donde Isabella todavía seguía durmiendo, caminé tras ella también abrochándome los pantalones.

-Lily. -La tomé del brazo.

-Déjame. Quiero irme. -Se soltó. Volví a agarrarla.

-No quise que pensaras eso, no es como tu crees. -Respiré. -También me gustas, pero no podemos estar juntos.

-No, seguro. Era claro! Por qué un hombre como tú se acercaría a mi? Por dios.

-No digas eso.

-Quiero encontrar a mi hija. -Luche contra ella para volver a agarrarla, pero me empujaba con fuerza cada vez que lo intentaba. Fue una lucha de unos segundos. Una vez que logre abrazarla, rompió en llanto. -Creí que serías diferente.

-Lo soy, Lily. Realmente me gustas.

-Entonces por qué me dices esas cosas? -Se limpió las lagrimas, alejándose otra vez.

-No entiendes... -No quería decirlo, no podía y menos a ella.

-Explícamelo.

-No puedo.

-Déjame. -Intentó zafarse. -Quiero irme!

-No te vayas, por favor. -Lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas, la voz me temblaba. -Lily.

-Quiero buscar a mi hija e irme.

-No me dejes solo. -Sollocé.

-Por qué haces esto?

-Porque soy un maldito asesino. -Grité, sentándome en el piso, sin poder creer que lo había dicho en voz alta, que me había delatado frente a ella. -Lo siento tanto...

   La vi arrodillada frente a mi, con rostro asustado y desconfiado. -De que estás hablando?

-Maté a mis niños, Lily. -Tiré de mi cabello, quería arrancármelo. Quería arrancar ese sentimiento. -Maté a mis pequeños bebés, a Olivia y Ben. Tan inocentes. -No podía respirar. -Solo me distraje un segundo, solo fue un segundo. Y lo siento tanto, todos los días es un sufrimiento.

-Que hiciste, Harry? -Preguntó asustada.

En ese momento, sentí su miedo. La voz más aguda de lo normal —o tal vez estaba escuchando mal— pero lo sentía. Se movía diferente, me tenía miedo. Claro, cómo no hacerlo? Me confío a su bebé y yo podía ser un enfermo, una persona irresponsable y amarga. Lo era. Ella no lo sabía.
Había creado un personaje, tantos personajes, que ya no sabía cuál era realmente yo mismo. A veces me perdía, me perdía en la belleza y amabilidad de Lily, en el cariño que me daba y como se entregaba completamente a mi sin saber todo lo que sé, lo que hice y lo que haré. Esto no debía ser así. Solo tenía que saldar sus deudas y dejarle a todo a una pobre mujer soltera y desahuciada que había investigado asegurándome de que fuera confiable.
Yo la conocía demasiado, sabía cosas que ni siquiera su mejor amiga sabría. Jugaba con ello. Jugaba a pretender que nos estábamos conociendo y formando algo, disfrutando tiempo juntos. Disfrutándonos a nosotros mismos. Yo era un asesino de mis hijos y un potencial suicida —más bien un suicida completo dentro de unas horas—. Sin embargo, aquí estaba llorando frente a ella, siendo vulnerable recodando todo lo que hice mal en mi vida.

-Solo me distraje un segundo, te lo juro. -Supliqué para que me creyera. -No quería hacerlo. Pero me distraje con el teléfono y... ese maldito auto se cruzó frente a nosotros. Debí haber muerto yo. Debí haber frenado antes.

-Tranquilo. -Se sentó a mi lado, poniendo mi cabeza en su pecho y no pude evitar abrazarla fuerte. Por primera vez, alguien me reconfortaba en el dolor. -Todo esta bien. -Susurró dándome en beso en la cabeza.

-Soy un asesino... -Nada estaba bien. -Pero voy a remediarlo.

-Ssh... -Volvió a besarme y acariciarme el cabello mientras yo respiraba. -Nada es tu culpa.

   Todo era mi culpa. El choque era mi culpa por no prestar atención. Si solo hubiera hecho lo que tendría que hacer hoy la historia sería otra.
Lily no tenía idea, la gente en general no tenía idea lo que se sentía ser culpable de acabar con la muerte de no solo uno, sino tus dos hijos pequeños. Llenos de vida, de futuro, oportunidades. La bebe recién estaba aprendiendo a hablar y la asesiné. Le quité todo. Absolutamente todo.

-Ven. -Se levantó sosteniéndome para que no caiga y nos dirigió a otra la habitación de huéspedes, ayudándo a acostarme.

   No podía ni siquiera hablar y la garganta me dolía infiernos, tenía un horrible nudo que no podía tragar ni vomitar. Me dolían las articulaciones y el pecho, la cabeza, el estómago.
   No quería que se vaya, pero no podía decírselo. Me costaba mucho hablar.

   Me sacó los zapatos mientras lloraba, corrió las cortinas y la vi rodear la cama. Oí que cerraba la puerta a mi espalda.
La había perdido, pero estaba bien, era lo que tenía que suceder, sin embargo unas horribles ganas de vomitar y llanto sin control salieron de mi. Otra vez estaba solo. Tan solo en esta enorme casa llena de recuerdos, quería ingerir alcohol hasta quedar inconsciente como ayer, como casi cada día de mi vida. Arruinarme totalmente, sufrir todo lo que pudiera, me lo merecía.

  Sobresaltado, sentí unas manos meterse entre mis brazos para abrazar mi torso con fuerza. -Ya no llores más, por favor.

   Me aferré a esas pequeñas manos, llevándolas a mi boca para besarlas y no soltarlas nunca más. Oía como su voz se hacía lejana susurrándome cosas al oído. Cosas que me hacían bien al corazón, al alma. Me decía que todo estaría bien, que ella me quería, que no era mi culpa.

Ay, mi amor. Me haces no querer morir mañana.

Para morir bien. // Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora