Capitulo 13

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Maratón 2/3

   El llanto de un bebé se filtra en mis oídos como una tortura, el tono azul oscuro de la calle no me deja ver correctamente. Divisé a Olivia a lo lejos llorando desesperadamente. Sentada, sola, en el medio de la calle. Llena de sangre. Quiero acercarme pero nunca avanzo, necesito curar sus heridas, quiero que sepa que papá está aquí para cuidarle.
El grito de otro niño se escucha del otro lado. Allí está Ben, pidiendo auxilio. Veo como grita y llora sin parar. Como su pequeño pecho no para de vibrar por los gritos.
Quiero correr, quiero salvarlos. Estoy atado de pies y manos. No puedo hacerlo. Soy un mal padre.

Soy un asesino.

Pero volví a la realidad y el sudor se siente en mi frente, la pesadilla era inventada por mi cerebro. Pestañeé un par de veces, porque seguía escuchando el grito del bebé. Olivia volvió a mi?
La boca se me seca al pensar en mi bebé de vuelta a mis brazos. Por fin entro en razón cuando el llanto cesa y veo entrar en la habitación a la linda chica que me estaba robando el sufrimiento.

-Lo siento. Te despertó? Tenía hambre. -Susurró, metiéndose en la cama junto a mi.

Volví a cerrar los ojos y abrirlos un par de veces, me sentía mareado y confundido. Quería vomitar.

-Estás bien? -Pasó la mano por mi cabello un poco mojado por el sudor, luego colocó sus dedos en mi frente para chequear mi temperatura.

-Tuve un mal sueño.

Todavía era de noche, pero el amanecer no tardaba en comenzar, el reloj en mi celular daba las cinco y cuarenta de la madrugada. Necesitaba escaparme de su lado.
La noche anterior nos reconfortamos tanto unos a otros, me sentía tan a gusto, tan sanado. Ella no quería soltarme, ni yo a ella, por lo que me quede a su lado hasta quedarnos dormidos.
Seguía con mi camisa y pantalones puestos, no ayudaba a mi incómoda pesadilla.

La vi acercarse para dejar un pequeño beso en mis labios y sonreír tímidamente. Estaba en el cielo y no lo merecía, por qué dejaba que esto sucediera? Por qué me dejaba disfrutar?
Pasó sus dedos por los botones blancos de mi camisa, desabrochándolos.

-Lily. -Susurré para que se detuviera.

-Está bien. -Una vez que llegó al último botón, dejo que la quitara por mis propios medios, así lo hice, dejándola sobre la mesa al lado de la cama.

Tragó saliva y me sonrió. Me volví a acomodar junto a las sábanas y tire de ella para que también lo hiciera, quedando enfrentados, sus rasgos eran casi imperceptibles por la oscuridad. Deseaba ver sus ojos con el bonito brillo de siempre.

-Qué fue tu pesadilla?

-Una tontería. -Besé su mejilla un par de veces sonoramente y me permití pegarla más a mi para abrazarla. Deseaba esto todas las noches.

-Puedes confiar en mi.

-Lo sé. -Besé su frente y levantó el mentón para llegar a mis labios. Me estaba volviendo tonto por ella. -Mis hijos.

   Apegó su cuerpo más a mi, haciéndome sentir culpable de la cercanía. El calor de su toque me daba comodidad, paz. Las suaves caricias con la yema de los dedos en mi espalda era totalmente agradable.
   No quiero volver a la realidad.

   Horas más tarde volví a abrir los ojos sin ese sentimiento. La cama estaba vacía a mi lado y una voz se escuchaba lejos. La luz iluminaba la habitación pequeña a comparación con la de mi casa. Pero este lugar se sentía mejor que allí.

   Refregué mi cara con los dedos mientras me levantaba. Coloque mi camisa otra vez, que estaba un poco más arrugada de lo normal, y fui directo al baño a lavarme la cara y hacerme un enjuague. Necesitaba una ducha completa. No quería volver a casa, debía hacerlo.

   Llegué a la cocina viendo a una Lily totalmente estresada al teléfono, mientras hacía malabares para hablar y preparar el biberón.

-Lo sé, Franca, prometo pagarte todo esta semana. Solo necesito que la cuides por hoy. -Sonaba casi desesperada. -Lo prometo. Prometo que lo consigo. Por favor. -Se dio vuelta con el biberón en la mano, sin ni siquiera percatarse que me encontraba apoyado en la puerta viendo la situación. Mordía los costados del dedo pulgar y cerraba los ojos con desilusión. -Esta bien. Lo entiendo. Gracias. -Colgó el teléfono poniéndolo de nuevo en la base. Lo levantó otra vez para volverlo a colgar más fuerte, con mucha más bronca. -Perra.

-Tranquila.

-Mierda. -Se sobresaltó. -Lo siento.

   Acomodó su cabello, pestañeo y se sentó junto a la niña para darle la leche que tomaba sola. Volver a agarrar el teléfono y marcar otro número.

-Qué está mal? -Pregunté acercándome para acariciar su cabello.

-No consigo niñera para Isa y necesito irme en cinco minutos porque el bar abre a las nueve y son las ocho y media. Tengo que llevarla hasta la casa de alguien y de allí al trabajo y... -Dejó de hablarme para comenzar a hablar al teléfono. -Hola, Karen. Qué tal? Necesitaba... -Me miro con ojos abiertos cuando le saqué el teléfono y colgué.

-Primero, cálmate. Te llevaré al trabajo, no llegarás tarde y puedo cuidar a Isabella.

-No lo sé, Harry... esto es mucho. -Bajó la cabeza apenada. -No quiero abusar de ti.

-No es un problema para mi. -Me atreví a acercarme y dejar un beso en sus labios que se transformó en una sonrisa torcida haciéndome enternecer más.

   Después de unos largos minutos insistiéndole que no era molestia, logré llevar a Lily al trabajo y dejarme con Isabella a solas, sin antes darme cintas de explicaciones y decirme que iba a mandarme un texto cada una hora para ver si todo estaba bien. Me beso varias veces, cosa que me dejó contento el resto de la mañana y se fue.
Dejándome con una bebé que me traería malos recuerdos.

Para morir bien. // Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora