Capitulo 38

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Hoy era un poco más rico que ayer. Eso me subió el ego hasta las nubes porque, a ver, no era superficial ni amaba el dinero más que a nada. Pero ganar un par de millones en un día no le sentaba mal a nadie. Pues resulta que el viaje a Europa no había sido en vano, ahí mi gerente creo una red de contactos que nos llevaron a distintas exportaciones con una ganancia de siete millones, los cuales dos eran limpios para mi. Sin mover un pelo.

¿Era exagerado si le compraba un departamento a Isabella para cuando sea mayor?

Y era más feliz. Hace una semana no tomo alcohol, estoy sobrio. Lily trabaja cerca de mi casa, por lo que generalmente la llevo y voy a buscar, cuido a Isabella y casi siempre se quedan a dormir aquí. Ya no me sentía solo, volvimos a empezar.
Disfrutaba mucho estando con la bebé. Nos levantábamos a las ocho de la mañana, llevaba a mi novia al trabajo y me quedaba con su hija hasta la una de la tarde aproximadamente. A veces iba al campo y la dejábamos con una niñera, no Mónica o alguien que fume encima de una niñita. Una niñera de verdad que iba a nuestra casa y la cuidaba bien. Cuando me quedaba yo, la hacía caminar mucho. Creo que hasta la cansaba, pero es que me encantaba verla progresar.

-¡Eso es! -Moví las manos al compás de su baile que consistía en subir y bajar las rodillas sin despegar los pies del suelo. Una canción infantil sonaba en mi casa como si fuera una discoteca de bebés. Isabella medio saltaba sosteniéndose de sus pantalones de algodón para darse seguridad y me mostraba su sonrisa de, ahora, dos dientes y medio. -¡Que bien bailas! ¿Te gusta esta canción, eh?

Una vez que no aguanto más y cayó al piso sin quitar su sonrisa, la alcé besándole la mejilla. ¿Cómo una niña podía hacerme tan feliz?

Bajé la música cuando oí la llave moviéndose en la puerta. Lily con su habitual falda negra de tubo y camisa blanca con un par de botones abierto, dejando ver todo lo bueno que tenía, apareció tras la puerta cerrándola y acercándose para besarme, al igual que a su hija.

-Me trajo Leon. -Dejó su bolso sobre las sillas del comedor y bajé más la música al oírla, casi apagándola. La vi con el ceño fruncido tomando agua que acababa de sacar de la nevera. -¿Tienes algo de comer? Realmente tengo hambre.

-Si... um... ¿Por qué te trajo?

-Porque me lo ofreció y le queda de paso. -Levantó los hombros sin importancia. Sacando dos cajas con sobras, adentro había papas y media pizza. Comenzó a comerla fría sin ningún reparo, se veía hambrienta.

-Siempre que me lo pidas puedo buscarte. -No quería sonar como un enfermo celoso, sabía que ella no haría nada. Ni siquiera lo hizo cuando estábamos "separados". Lily no era tan perra como lo era yo. Me miró los las cejas levantadas metiendo tres papas en su boca. -No te estoy reclamando nada, solo para que lo sepas.

-Bien. ¿Sabias que abrieron una florería en la esquina? Deberías comprar para tu casa, tienes como mil rincones que piden flores. -Se arremangó la camisa y siguió comiendo. Ni siquiera se había parado a tomar agua o sentarse.

-Te he dicho diez veces en la semana que puedes decorar como gustes. -Negó tragando.

-No es mi casa.

-Prácticamente vives aquí. Mírate, volviendo del trabajo aquí, comiendo todo lo que hay en mi heladera y quedándote a dormir. -Sonreí. Ella no lo hizo. Pareció que se lo tomó a mal, cerró la caja de pizza vacía sacando la última porción con cara de enfadada. La tiro a la basura y dio un portazo a la heladera guardando la papas.

-Bueno, ¡lo siento! Puedo irme cuando quieras.

-Cariño, solo estaba bromeando...

-¡No es gracioso para mi! -Caminó hasta el baño atándose el pelo con el trozo de pizza en la boca. Dejándome solo y confundido, con Isa nos sobresaltamos al oír el otro portazo.

Para morir bien. // Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora