El Perfecto suicidio {Completa✔️}

XXVIII

Flashback

Un suspiro pesado sale de sus labios, sus manos tiemblan al igual que su cuerpo y su mente es una maraña de pensamientos negativos, sus ojos pueden ver el movimiento a su alrededor, pero su cuerpo esta inerte, sin movilidad, aquello la aterra, se siente imponente y vulnerable; odia sentirse de esa manera, desde aquella noche cuando sus padres sacaron las garras se prometió no dejar que nada ni nadie la volviera a hacer sentir así y es una promesa que cumplió hasta ahora. Oliver la carga en brazos de manera nupcial, le mira y sonríe como si la situación fuese de lo más normal, después de caer en la inconsciencia había despertado inmóvil en los brazos de aquel despreciable hombre, aunque está segura que el lugar donde se encuentra no es ninguna prisión o algún lugar clandestino como la arena, al contrario parece una lujosa casa con decoraciones modernas, Lena podría jurar que es la casa del mismísimo Oliver Queen. El hombre por su parte deja a la joven inerte con delicadeza entre las sabanas rojas de seda, ella le sigue con su mirada y este le sonríe mientras comienza a acercarse a ella, recostando su cuerpo sobre el de la joven, quien le mira horrorizada. Oliver acerca su mano hacia los botones de su camisa y los desata lentamente, disfrutando del miedo en la mirada verdosa frente a él, la brecha que se abre entre la ropa le permite ver el sujetador color rojo, el hombre traga en seco al ver la palidez de su piel y la suavidad que parece tener, abre la camisa; entonces se le hace agua la boca al ver sus brazos levemente marcados y su firme, plano y marcado abdomen, su delgada cintura y sus redondas caderas que contornean el pantalón. Una lagrima se escapa del ojo de la muchacha, él se da cuenta de ello, aclara su garganta y se aleja un poco, sus manos van al inicio de sus pantalones y los abre, bajándolos con rapidez, ella queda expuesta a él, solo con la ropa interior roja que cubre sus partes privadas y él desea con todas sus ganas profanar su dulce cuerpo. Lena esta expectante, con el terror recorriendo cada célula de su cuerpo y con el asco en la boca del estomago, solo se resigna esperando lo peor; es irónico que después de años en la arena haya podido conservar su virtud y en un segundo todo aquel esfuerzo que realizo todos esos años para evitar ser violada se fuese a la basura. La sorpresa de Lena es grande cuando el hombre se aleja de ella y camina hacia un mueble en la habitación, saca un camisón de seda blanco y regresa, con sumo cuidado y delicadeza maneja su cuerpo para quitar de sus brazos la camisa manga larga y colocar el camisón cubriendo su cuerpo nuevamente de la mirada hambrienta de Oliver.

-. Así que...este es el cuerpo por el que tantos han muerto intentando poseer. - expresa con diversión. Ella quiso responder, pero simplemente sus cuerdas vocales están dormidas al igual que su cuerpo.

-. No lo intentes querida, podrías lastimar tu voz si te esfuerzas, la flecha tenía un veneno adormecedor, tu cuerpo aún no se ha recuperado, por eso te he cambiado tu ropa, el pantalón molestaba el vendaje en tu pierna. - dice el hombre, entonces ella recuerda el anterior atentado y la herida, pero ya no sentía dolor o la humedad de la sangre en su pierna.

-. Escucha Lena, te explicaré como serán las cosas de ahora en adelante; tu serás mi esclava, estarás por dos años en un lugar con personas como tú, algo parecido a la arena solo que por desgracia para ti no tendrás que matar, se lo mucho que te gusta hacerlo. Si pruebas en ese lapso de tiempo ser de utilidad para mi te daré las comodidades que necesites y trabajarás por encargos, gánate mi confianza y podrías tener una buena vida aquí Lena. - es lo último que dice antes de salir de la habitación.

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Flashback

Tres años después

Lena

Hoy se cumplen tres años de la muerte de mi pequeña Eve, tres años en los cuales he seguido sufriendo igual o peor que antes, los primeros meses fueron los peores, me recrimine por no haberla salvado, me odie cada noche y el simple hecho de verme en el espejo me revolvía el estomago del odio y repulsión. Tres semanas después de llegar al lugar donde me mando Oliver, intente suicidarme, la vida no tenía sentido alguno, me habían arrebatado todo lo que alguna vez ame, la vida era un borrón gris y no tenía el menor interés en vivir, pero no lo logre, lastimosamente llegaron a tiempo para evitar que mis venas derramasen toda la sangre necesaria para morir, después de eso Oliver preocupado por mi depresión y mis pocas ganas de vivir me coloco una compañera llamada Samantha, quien se encargaría de evitar que intentara suicidarme nuevamente, pero lo intente por una segunda vez, sin éxito por supuesto, lo peor de todo es que las dos semanas después de salir del ala médica me encontré con una Samantha que tenia el rostro deformado por los golpes y que a penas podía moverse por las heridas en su cuerpo, entonces deje de intentar suicidarme ya que al hacerlo me llevaría a Sam conmigo, Oliver le había dicho que si yo moría, ella lo haría también y aquello no era justo; no pude ser tan egoísta. Con el tiempo llegue a querer a Sam, aunque al principio evite a toda costa formar algún tipo de lazo con ella; todas las personas que me importan terminan enterradas tres metros bajo tierra, no quería aquel destino para la simpática muchacha, pero fue imposible no adorar a Sam, ahora ella se ha vuelto una debilidad para mi y Oliver se aprovecha de eso. Fue difícil, en especial por la sed de sangre que se había apoderado de mi, había dejado heridos gravemente a cuatro hombres que intentaron molestarme, cuando algo mínimo me hacia enfadar me cegaba, me transformaba en una bestia hambrienta de sangre y muerte, no existía poder humano que me detuviese, Sam me había aconsejado buscar alguna actividad que pudiese regular un poco mis emociones negativas, para aprender a controlar mi conducta violenta y agresiva, después de semanas buscando encontré aquella manera; escribiendo. Entonces me sumergí en las palabras y las envolví de todo ese sadismo y dolor que atormenta mi alma, sin darme cuenta una hoja se convirtieron en mil, hasta que finalmente aquella historia que cree había tomado forma, color, sabor, textura, alma, hasta convertirse en una formidable pieza de literatura oscura. Entonces escribir se convirtió en mi salvavidas, en mi luz y en mi correa de seguridad, empecé a hacerlo constante y diario, se volvió una necesidad primaría, cuando no lo hago enloquezco, mis emociones se descontrolan y pierdo el control de mi cuerpo y mente, me sumerjo en un nubla espesa de la cual soy prisionera.