10.

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—Ponte cómoda

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—Ponte cómoda.

Subimos a mi jet privado, tomando una copa de vino del bar y me senté. Teníamos 10 horas para llegar a nuestro destino y lo iba a disfrutar mucho.

Mía, miraba todo el panorama con toda la tensión del mundo, intentando bajarse el mini vestido rojo que conseguí para ella, él cual se acentuaba perfecto a sus curvas, incliné mi cabeza hacía sus esbeltos muslos.

—Por mucho que intentes bajar el vestido, se quedará en la misma posición—ella me miró sorprendida con un rubor en sus mejillas, reí—La solución sería quitártelo, por mí no hay problema—le guiñé un ojo.

—Prefiero tenerlo puesto, gracias—sugirió y rodé los ojos.

Cambié mi sitio donde estaba sentado y me senté a su lado, su instinto fue levantarse pero yo fui más rápido y la senté en mis piernas.

—¿Por qué huyes preciosa? no te haré nada, por ahora—respondí socarrón, ella se removió.

—No estaba huyendo—giró su cabeza y froté una de mis manos con su cintura.

—¿Por qué no te sirves un poco de vino? está muy bueno—Mía asintió.

Miré con fascinación las vistas que me estaba dando su trasero al momento de inclinar su cuerpo y ver como se alzaba el corto vestido.

Me sentía orgulloso de haber comprado ese vestido.

Dejé la copa de vino en una de la mesas de jet y me dirigí a donde estaba ella. Me coloqué detrás y pegué mi cuerpo junto a ella haciendo que mi erección pegara junto a su trasero. Mi acción la asustó y tomé su cintura para que no escapara.

—Señor...—balbuceó, le di la vuelta 

—Por favor, no estoy tan viejo—sonreí—Puedes llamarme, no lo sé... ¿amor? ¿amo?

—¿A... mor? ¿qu...? —Mía susurró haciendo que una ola de excitación me recorriera por completo.

—Justamente de esa manera—la atraje hacía mí, con mi nariz entre su cuello oliendo su aroma.

Mis labios tocaron su cuello y lo besé, dándole ligeras mordidas y chupando parte de su cuello, Mía soltó varios gemidos que hizo que mi excitación fuera más allá de nuestra situación.

Bajé mis manos hasta su trasero apretándolo y atrayéndola lo más que podía, sus manos las cuales estaban quietas finalmente se dignaron a tocarme y recorrió mi cuerpo con sus manos mientras seguía mi trabajo en su cuello.

Bajé hasta sus senos los cuales dejaban mucho a la imaginación y masajee a mi gusto mientras chupaba por encima uno de ellos.

—No, no, ¡no!—Mía gritó alejando su cuerpo de mí pero fui más veloz y la acerqué con su brazo volviendo a pegarla a mí pero esta vez con más fuerza.

—Shh, nos estábamos divirtiendo Mía, ¿no quieres más acción?—susurré cerca de su rostro Mía negó.

—Está mal—respondió nerviosa y yo reí.

—Aquí todo está mal, y está bien, preciosa. Puedes hacer lo que quieras sin que nadie te diga nada—toqué su rostro con mi pulgar, mirándola directamente a los ojos.

En un brusco movimiento la atraje hacía a mí besando por fin sus labios, chupé su labio inferior mientras ella ahogaba un gemido. Mordí levemente para que mi lengua entrara en su boca, recorriendo y saboreándome cada espacio de ella. Mis manos bajan de su cintura a su trasero acercándola lo más que podía hacía mí.

Metí mi mano dentro de su vestido alzándolo lo suficiente para ver su ropa interior, lamí su boca atrayéndola al sillón de jet mientras que se subía encima de mí, agarré su cabello haciendo que su cabeza se inclinaría y tuviera visión de su cuello volviendo a atacarlo con mordidas y chupetones.

Mia jugaba con mi cabello y yo estaba que me volvía completamente loco, mi único objetivo era metérselo de una vez por todas pero ella ponía resistencia cada vez que metía mi mano por debajo de su ropa interior haciendo que gruñera.

—Señor, llegaremos más tarde de lo indicado porque hay tormenta—una de las azafatas nos interrumpió haciéndonos sobre saltar, la miré con enojo haciendo una reverencia de disculpa y yéndose.

—Uhm... lo siento—Mía se levantó de mi regazo arreglándose el pobre vestido que no cubría lo que ella quería volviendo a su lugar esta vez mirando por la ventana.

Bufé sabiendo que tenía un problema entre las piernas.

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Psicópata ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora