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Un suspiro brotó de sus labios, maldita sea, esto no puede estar pasándole ahora mismo.
Respiré profundo intentando bajar mi mano para alcanzar aquello que me pedía a gritos, y es que maldición, tenía ganas desde hace mucho tiempo.
—¡Jeon Jungkook!–una proveniente voz a mis espaldas llegó a mis oídos—¿qué carajos estás haciendo?
Me había atrapado con las manos en la masa, ¿cómo le explicaría la situación?
—Uhm, ¿nada?—sonreí inocentemente para luego bufar—Por favor, Eungmi.
—¡No! es inapropiado Jeon Jungkook—habló indignada—¡No puedes robarle las leches de banana de Jimin! y menos cuando duerme.
—Jimin ha hecho muchas travesuras mientras duermo, quitarle algo que le guste es parte de mi venganza.
—Claro, como su novia por ejemplo—Eungmi río sentándose en el sofá de cuero cerca de la sala.
—Eso es otro caso, y yo no se la quité, ella vino hacia mí sin yo decirle nada—bufé levantándome de mi posición anti-reveladora-nadie-me-verá-excepto-Eungmi.
¿Qué había de malo que la novia de Jimin se me haya lanzado como perra en celo? como hombre no iba a perder la oportunidad y darle placer de tener mi masculinidad en su interior. No había nada de malo que me prefirió a mí en vez de Jimin, tampoco no había nada de malo que ella había confesado sus sentimientos hacía a mí y yo la rechacé como cualquier bolsa de basura, no había nada de malo que estuvo al borde de la muerte porque yo "la rechacé" y "se me había entregado en cuerpo y alma".
No había que hacer un experto para saber qué esa chica estaba más abierta que el cañón del Colorado.
Jimin no es ningún tonto, estoy seguro que ella y Jimin follaban hasta el amanecer, y ni digamos de mí. Por Dios, soy un Dios en el sexo.
—Eres un idiota, Jungkook.
—Vamos, soy un imán de mujeres, y tú lo sabes—guiñé un ojo.
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