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Ya teníamos el plan y el ataque, sólo faltaba dar la señal para entrar a la habitación del hotel donde se estaba quedando Joe. Habíamos atacado de forma silenciosa el hotel, matando con las pistolas con silenciador a los guardias de él; después de haber hecho miles de cuentas, fue sencillo encontrar su lugar de residencia después de haber pisado México.
La voz de mi audífono me dio la señal y rompí la manija de la puerta dando una patada rompiéndola, apunté al cuerpo que estaba en la cama, sonriendo al ver a mí objetivo.
—Al fin nos vemos la cara, hijo de puta—reí apuntando a su cabeza.
—T-tu... ¿Quién eres?
—¿Que quien soy? Lo siento, me presento. Soy el que va a hundir tu miserable vida, y el que se folla a su hija, claro está. Pero creo que no hacía intención de presentarme, por algo escapaba ¿no? lástima—carcajeé.
—N-no, no... Mía. ¿Dónde está ella?—tembló.
—¿Ahora se preocupa por su hija, imbécil? Le importa más su asqueroso dinero que la puta de su hija, ¿no es así rata asquerosa? Joder es que me va a encantar jugar contigo—me acerqué más a él—A su hija le encanta más tener mi pene en su boca que tener un padre como usted.
—Le daré todo lo que necesite, pero por favor, devuélvame a mi hija. Es lo único que me importa—sollozó el señor.
—¿Es lo único que le importa? —reí—Un hombre como usted, poderoso, no hizo lo suficiente para intentar salvar a su hija de un secuestrador. Prefirió refugiarse cómo una rata y cuidar su dinero en vez de rescatar a su hija—chasqueé mi lengua—Hasta yo sería mejor padre que tú.
Mis hombres entraron en la habitación dándome la señal que era hora de partir.
—Llévenselo—me alejé de él—Espero que te vaya bien en el infierno, bastado.
Disparé.
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