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—Por favor díganme que están bien—una lágrima cayó por mi mejilla.
—Lo estamos—Melany sollozó.
—¿No les han hecho daño?—Emma sollozó también.
—Juro que sí les han hecho algo que no hayan querido, los mataré—Sophia respondió dura.
Mi mirada fue hacia Taehyung el cual me miraba fijo desde el marco de la puerta, hice contacto visual con él y rápidamente aparte la mirada volviendo a ver la pantalla del computador.
—Todo está bien, saldremos de esta, juntas—hablé.
—Era lo que faltaba para darnos cuenta que había que valorar nuestras vidas, se los dije.
—No seas exagerada, por lo menos nos tocaron secuestradores guapos.
—No vengas con calenturas Sophia, esto es algo serio—reprochó Emma.
—¿Qué? no es tan malo después de todo, Namjoon es un encanto.
¿Namjoon? pensé en mi mente, sin saber cual de todos los chicos que estaban en aquella habitación mencionaba mi amiga.
—¡¿Desde cuando te gustan los secuestradores!? ¡Son criminales!
—Desde que quizá se folló a uno, Emma—rió Melany.
De reojo vi como Taehyung sacaba su teléfono y tecleaba algo.
—Es algo impredecible—se encogió de hombros—Además no te hagas la santa, tu quizás hayas hecho lo mismo, y fue porque te lo pidió y tienes que obedecer.
—Sí, pero... es algo p-preceptivo—un rubor apareció en las mejillas de Emma haciéndonos reír y quitando la tensión que se había esparcido al principio de la conversación.
—¿A ti como te ha ido, Mía?
La atención de todas acaparó en mí, hasta el mismo Taehyung, poniéndome incómoda.
—Bien.
—¿Bien? ¿Bien qué? ¿Es bueno en la cama? ¿Mandón? ¿Grosero? ¿Te obliga a hacer cosas que no quieres? Si es así no dudaré en rezar todos los días por su muerte.
—Tengo entendido que es el jefe, Mía.
—Quizás tengas un privilegio por ser la elegida del jefe.
—A lo mejor no, tal vez sea un hijo de puta.
—Si, cuenta Mía.
Mis amigas estaban expectantes ante mí respuesta, no comprendiendo la cuarta mirada que tenía en mí poniéndome aún más incomoda. Suspiré no pensando mucho en lo que iba a decir.
—Pues... Usa muy bien su lengua.
La mirada de las chicas fueron de sorpresa, para luego reírse contagiando su risa, hasta que la pantalla del computador se apagó. Alcé mi vista y un Taehyung con cara de enfado me veía.
—Suficiente, largo.
—P-pero, aún no había terminado de hablar...—fuí interrumpida otra vez.
—¡Largo!
Apurada salí de aquella oficina, con confusos pensamientos.
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