17.

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—Mi turno—una sonrisa traviesa apareció entre sus labios

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—Mi turno—una sonrisa traviesa apareció entre sus labios.

—¿Emocionada lindura?—jugué con ella, desabrochando mi cinturón.

—Mhm—lamió sus labios y mordí los míos.

Me senté en la silla de mi oficina indicándole que se acerca hacia mí, la situación era de lo más excitante ya que su cuerpo estaba expuesto a mí, y sin dudarlo haría lo que sea con ella.

Obedeció poniéndose de rodillas hacia mí, agarré su cuello con una de mis manos acariciando su mentón con mi pulgar.

—Me mirarás mientras lo tengas en tu dulce boca, si vuelves a apartar la mirada sufrirás—susurré, haciendo que ella asintiera.

Eche mi cuerpo hacía atrás dándole a entender que podía hacer su trabajo, sus manos viajaron hacia mí pantalón terminando de desabrochar y bajando por completo la cremallera. Alcé mi cuerpo logrando que bajara por completo mi pantalón.

Mía frotó con una de sus manos mi erección por encima de mi bóxer, gemí echando mi cabeza hacía atrás.

—Sácalo de una puta vez.

Haciendo caso, bajo por completo mi ropa interior sacando mi erección, di un suspiro observando su rostro ruborizado y con pequeñas gotas de sudor en su frente, reí.

—¿Sorprendida?

—Y—yo... nunca he estado con un asiático y no sabía que... —balbuceó.

—¿Que la tenía tan grande? —reí—Continúa con tu trabajo, utiliza esa boquita que Dios te dio—tomé mi propia erección con mis manos subiendo de arriba y abajo dándome mi propio placer, mordí mi labio inferior y llevé mi pene hacia su boca dejándola que continuara.

Sin quitar la mirada, lo llevó hacía su boca lamiendo la punta y respirando sobre ella consiguiendo un leve jadeo de mi parte.

Metió la mitad de mi erección hacía su boca mientras que mantenía con sus dos manos la parte baja comenzando un vaivén de arriba hacia abajo. Agarré su cabello obligándola a que bajara más haciéndola jadear.

Su saliva y mi pre semen bajaron por mi falo mojando sus manos y su boca, ahuecó sus mejillas evitando usar sus dientes, su lengua jugó con la punta y masajeó mis testículos.

Quería tomar una fotografía de lo malditamente excitante que era.

—Dios, usas bien esa maldita boca. Sigue así—subí mis caderas recibiendo más contacto y follando por completo su boca.

Nuestras miradas seguían fijas y eso hacia algo más íntimo y más caliente la situación. La manera en la que subía y tocaba era inusual, se tomaba su tiempo para lamer y masturbarme logrando una sensación más allá de placentera.

Mía sabía lo que hacía, y eso me volvía loco. Sabía cómo jugar y manipular mi erección; me hizo dar cuenta de su nada nuevo conocimiento, y es que tras las investigaciones sabía desde un principio la poca inocencia que tenía, y eso me ponía a mil.

Jalé su cabello logrando que metiera todo mi pene en su boca, soltó una arcada por que no podía tener todo adentro, bufé.

—No es para tanto.

—Inténtalo a ver si puedes—habló frustrada y la miré curioso.

—¿Eres virgen?—hablé y Mía me observó sorprendida.

—¿Qué?

—Qué si eres virgen—volví a preguntar, dudosa me observó.

—No.

Asentí con la cabeza, acercándome hacia ella y besando sus labios, lamí su barbilla la cual estaba húmeda.

—Continúa preciosa.

Mía continuó su labor y yo ya estaba a punto de llegar, así que fueron más rápidos sus movimientos y yo seguí follando su boca hasta que logré venirme y una sonrisa de satisfacción apareció en mis labios.

—¿Como es que lo haces tan bien?

—Experiencia—una risa salió de mi boca, me acerqué hacia ella limpiando con mi pulgar restos de mi semen.

—Eres una puta zorra.

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Psicópata ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora