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—Sígueme.
La puerta se abrió y un chico de cabello castaño y mandíbula marcada apareció. Su orden me tomó por sorpresa, asintiendo con la cabeza y yendo detrás de él.
—¿Que sucede?—me atreví a preguntar, sin recibir respuesta—¿Dónde vamos?—sin respuesta otra vez—¿Dónde está Jungkook?
—Tan sólo sígueme y deja de preguntar.
—Eres Taehyung, ¿cierto?
Seguí detrás observando su espalda ancha cubierta con una chaqueta negra. Aún no me había familiarizado con la mansión, había muchos cuartos y mucha gente trabajando y Jungkook no me permitía salir.
—¿Así es tu nombre? T a e h y u n g—paró de golpe golpeando sin querer mi cara con su espalda, él giró bruscamente.
—Deja de llamarme por mi nombre, niña tonta. No te lo permito.
—¿Por qué no? ¿lo estoy pronunciando mal? ¿no se pronuncia teijun?—pregunté de forma dudosa, el suspiró fuerte.
—Eres insoportable—continuo su camino volviendo a seguirlo.
Al final llegamos a un cuarto a lo que parecía ser otra oficina y pasé cuando Taehyung lo hizo.
—Siéntate allí, tienes 10 minutos para hablar con tus amigas—señaló la mesa con la que estaba un computador, un resplandor iluminó mis ojos, sonriendo con nostalgia y tristeza pensando en la compañía de mis amigas.
Asentí con la cabeza y me senté donde me ordenó, el computador se encendió ante mis ojos y una aplicación de video llamadas apareció en la pantalla, para luego aparecer la llamada entrante descolgado para que así mostrara a cada una de mis amigas en diferentes sesiones diferentes, un picor en mi nariz indicó que pronto lloraría.
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