16.

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Corté la llamada suspirando, todo se estaba volviendo un dolor de cabeza

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Corté la llamada suspirando, todo se estaba volviendo un dolor de cabeza. A pesar de que logramos hackear las cuentas bancarias de nuestras sumisas, el padre de mía no da aportes de nada, es como si no le importa un poco su hija.

Sus putos ingresos nos darían para vivir 5 vidas seguidas, pero el hijo de puta cuidaba más su dinero que a su hija, y era algo increíble. Tuvimos investigaciones acerca de su al rededor y todo giraba en torno a Mía, confirmando que era su punto débil.

La melena morena de Mía apareció en mi visión cuando entró a mi oficina, con su traje de conejita sexy, sonreí de lado.

—Esto es una vergüenza Jungkook, no quiero que nadie me vea así —un suspiro brotó de sus labios, cubriéndose su pecho.

—A mí me gusta, de hecho, te falta la colita. Y hay una manera especial de usarla—reí guiñándole un ojo viéndola sonrojarse.

Me acerqué hacia ella observando con detalle su cuerpo, logrando una erección entre mis pantalones.

—Esta vez no me dejarás con las ganas—subí fuertemente su mentón con una de mis manos—suficiente tengo con dejarte vivir.

—Yo no...—sin dejar que continuara ataqué su boca hambriento de más, tomando su cintura atrayéndola hacia mí. Sus piernas rodearon instantemente a mi cadera mientras seguía comiéndome su boca.

Una de mis manos sostuvieron su trasero mientras la otra la mantenía en la nuca profundizando el beso ladeando mi cabeza para más contacto. Mi lengua entró en su cavidad y jugué con su lengua y su saliva, un chasquido sonó en medio del húmedo beso.

—Jungkook—gimió Mía.

—Sh, usa la otra palabra. Esto es algo íntimo—lamí su boca de forma caliente viéndola suspirar, una sonrisa siniestra apareció en mi rostro.

—Amo... no te dejaré con las ganas esta vez.

—Esa es mi chica—volví a atacar su boca esta vez llevándola a la mesa de la oficina poniéndome entre sus piernas haciendo contacto con nuestras intimidades logrando sacar un gemido de los dos. Bajé mis labios hacia su cuello echando su cabeza hacia atrás chupando y lamiendo la piel de esta.

Mis manos bajaron hacia la lencería de arriba quitándosela después de desabotonar la parte de atrás mostrando sus pechos en un ligero tamaño ni tan pequeños ni tan grandes, justos a la medida.

Tomé uno y jugué con su pezón con mis dedos, Mía suspiró y cerró los ojos ante el placer; con el que estaba jugando lo llevé directamente hacia mí boca mientras que mi lengua jugaba con su pezón en medio de ligeras mordidas y lamidas. Dejé de jugar con uno y seguí con el otro mientras Mía gemía en mi oído, iba a perder por completo el control.

Desde que Mía había llegado lo único que había pensado en tenerla montando sobre mí o mientras la follaba en todos los putos rincones de la mansión, cosa que no sucedió por los inquilinos que interrumpía nuestras sexuales sesiones.

Mi mano entró a la parte baja de la lencería tocando con mis dedos su intimidad, comencé a masajear su clítoris lentamente mientras seguía chupando y mordiendo uno de sus pechos, mi tarea seguía estimulando su clítoris confirmando su excitación y placer por medio de sus gemidos ahogados.

—No retengas tus gemidos, aquí nadie tiene vergüenza, sólo envidia por no ser tú a quién estoy comiendo—saqué su parte baja dejándola por completo desnuda deleitandome con las vistas.

Giré su cuerpo hacia una de las esquinas de la mesa y con mi mano en su cuello eché su cuerpo hacia atrás tirando las cosas que estaban en la mesa observando su rostro asustado.

—Relájate, no te voy a comer—subí las mangas de mi camisa hasta mis codos, sonriendo—Voy a comerte otra cosa.

Subí sus dos piernas a mis hombros, con una de mis manos en su vientre, observando con lujuria su hendidura listo para hacer mi trabajo.

—Sí apartas tu mirada mientras te como, te morderé—reté, Mía negó con la mirada.

—No puedes hacer es..—di una lamida—Jesús —su cuerpo se levantó en busca de más contacto, cerró sus ojos. Mordí levemente viéndola jadear fuerte.

—No quites la mirada si no quieres que lo haga más fuerte.

Comencé con mi labor volviendo a lamer sus pliegues, chupé y jugué con mis dedos entre su intimidad, metiendo un dedo y chupando su clítoris mientras nos observábamos fijamente aceptado mi anterior regla, cosa que lo hacía aún más excitante.

Metí un segundo dedo logrando un vaivén de adentro hacia afuera intentando encontrar su punto G, escuchándola gemir fuerte sin apartar su mirada de mí.

Un tercer dedo entró al encontrar su punto placentero estimulando más rápido el vaivén de mis dedos, las caricias continuaron mientras mis dedos seguían dentro de ella, conociendo sus puntos débiles y jugando con ellos.

Mía se removió entendiendo su llegada pronta al orgasmo haciendo que moviera más rápido mis dedos mientras que masajeba todos sus pliegues logrando así que se corriera entre mis dedos, mi lengua lamió cada parte de su intimidad y llevé mis dedos hacia su boca haciendo que se probará a ella misma.

—Eso se le llama gloria, preciosa—murmuré con voz ronca.

Mía se sentó en la mesa atrayéndome hacia sus labios besándome tomando por sorpresa.

—Mi turno—una sonrisa traviesas apareció entre sus labios.

voy a recalcar que soy MALISMA redactando este tipo de cosas, así que no sean tan malxs conmigo

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voy a recalcar que soy MALISMA redactando este tipo de cosas, así que no sean tan malxs conmigo.

Psicópata ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora