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—Mmh—la chica debajo del castaño gimió antes los movimientos bruscos que daba este, penetrándola completamente ahogando otro gemido en medio del acelerado beso que recibía de parte del mayor—Oh Dios, kookie.
El nombrado reaccionó ante el apodo marcado por la chica, su sangre hirvió al escuchar dicho mote, sus movimientos cesaron y sus manos fueron directamente hacía el cuello de la chica. La cual lo miró con temor.
—Nunca, jamás en tu puta vida, me vuelvas a llamar así.
Sus ojos lanzaban dagas hacía la chica, su mano presionaba aún su cuello, logrando que la chica pataleara intentando recuperar el aire que estaba perdiendo.
—J-Jungkook—habló en un vaho de segundo, pues, Jungkook apretó más el agarre, no sintiendo ni una pizca de remordimiento por lo que hacía.
—Quisiera que recordaras algo, maldita sea—su miembro aún dentro de ella, palpitaba a causa de la excitación, admitía que la chica lo ponía a mil, pero eso no le importaba mucho, podría tener a quién quisiera en su mano con un chasquido de dedos.
El rostro de la rubia perdió algún rastro de color, notando cómo sus párpados se cerraban, Jungkook sonrió. Siguió con su trabajo embistiendo a la chica hasta pronto venirse dentro de ella.
Su cadáver ya hacía en la sucia cama de un motel a las afueras de la ciudad, los ojos del castaño inspeccionó el lugar, riéndose al notar la increíble maravilla que había hecho.
Se acercó hacía el cuerpo sin vida de la muchacha, y redactó:
—Pensarás que está bien, pero cariño, puedo alcanzar a darte el mismo paraíso, pero puedo llevarte al mismísimo infierno.
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