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Después de la cacería de uno de los transportadores que nos traicionó, la estancia en la que nos quedamos fue una completa mierda.
El olor a antigüedad era un puto asco, los muebles desgastados, sangre seca y quizá un cadáver muerto por algún lado, era nuestro refugio temporal. Podría haberme hospedado en uno de los hoteles más lujosos de París, pero eso sería dar mi dirección a la muerte y a la huida de mi objetivo.
—Jungkook, su cuerpo está siendo llevado a un lago que nadie alberga, nadie lo encontrará—Namjoon me confirmó. Aunque no lo había mencionado, Namjoon era mi mano derecha en este trabajo.
—Bien, avísenme cualquier cosa—colgué la llamada.
—Vaya puta mierda—tiré mi cuerpo hacia atrás oyendo rechinar los resortes oxidados de la cama.
Era un caos sin fin, obtener dinero sucio era nuestro trabajo, matar a gente era nuestro trabajo, charlar con traficantes de órganos, secuestrar a las hijas descuidadas de millonarios era otro, pero cuando todo se junta es un puto caos.
—¿Te encuentras bien?—me sobresalté creyendo que estaba solo, pero no era así. Mía se encontraba en la puerta observándome curiosa.
—¿Importa?—bufé con mi brazo tapando mis ojos.
—T-te oí hablar por teléfono.
La observé por un momento para soltar una risita.
—¿Ahora escuchas conversaciones ajenas? eres una puta sin cuidado—reí sarcástico tratando de acomodarme lo más que podía en la incómoda cama.
—No. Con estas paredes todo se escucha, además no hablabas tan bajo—respondió ofendida, a lo que yo quería reírme en su cara
Me incorporé de la cama observándola con una ceja alzada.
—¿Quieres probar que tan fuerte nos pueden escuchar?
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