32.

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Abrí la puerta donde se encontraba el padre de Mía, el cual su mirada se encontraba en el piso

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Abrí la puerta donde se encontraba el padre de Mía, el cual su mirada se encontraba en el piso. Luciendo completamente como un zombi.

—Te traje lo que pediste.

Mi voz lo espantó, levantó su mirada y me observó. Sus ojos estaban rojos y su piel lucía terrible. Arqué una ceja.

—Diablos, te ves peor que un zombie del Resident Evil—reí—Esto es una prueba de que sin tu dinero no eres nada—me acerqué a él cruzandome de brazos—Una pena que no vas a tener ni un centavo.

Su mirada enojada cayó en mí, riéndome en el proceso sintiéndome el mejor del mundo.

—Nunca vas a tener lo más valioso que tengo—contratacando, lo miré con curiosidad.

—¿Y qué es lo más valioso que tienes? —pregunté desafiandolo.

—El amor de Mía.

Su respuesta me hizo reír, manteniendo una sonrisa a medio lado. Arrugué mi nariz ante semejante tontería.

—Tráiganla—ordené.

En menos de dos minutos Mía apareció por el marco de la puerta, mordí mi labio inferior indicando que se acercara a dónde estamos.

Su mirada estaba llena de sorpresa, observaba con recelo a su padre el cuál intentó ponerse de pie cosa que mis guardias se lo impidieron.

—Mía... —murmuró viendo como sus ojos se cristalizaban—Mi niña, lo siento mucho. Siento mucho por todo lo que estás pasando... Y-yo...

—Papá, está bien. Estoy bien—habló Mía.

—Por favor, ayúdame a escapar, podemos escapar juntos, volver a ser como antes, ¿Sí? —habló Joe en Español, sin entender lo que estaban hablando.

—No es fácil—lágrimas cayeron por sus mejillas—Papá nunca estuviste para mí cuando te necesité. Sólo te importaba tu dinero y por eso mamá se fue y nos abandonó—continuó hablando en español.

—Prometo que si me ayudas a escapar jamás te dejaré sola, por favor. Mi bebé, ya el dinero no es lo más valioso que tengo, eres tú, mi Mía.

—Sólo haz caso y darles lo que ellos piden por favor—Mía sollozó—No hagas que esto termine mal.

Arrastré su cuerpo hacia el mío, me senté en la silla que se encontraba en frente de Joe, con mia en mi regazo.

—Ya que tuvieron una conversación de padre e hija es momento de darme lo que quiero.

—N-no...

—¿No?—recalqué—Recuerda que ya no tienes a nadie, ni a tu tesoro más preciado.

Tomé las mejillas de Mía acercando a besarla dándole un beso profundo mientras que Joe presencia a la escena, sonriendo en medio del beso al ver cómo Mía me correspondía.

—Mía... tú... —nos observó sorprendía mientras sonreía de forma victoriosa—No puede ser.

—Sí, si lo es. Así que nos darás lo que necesito o si no la pagarás bien caro, viejo.

Hice un ademán con mi mano y mis cuatros hombres sacaron armas apuntando el cuerpo de Joe. Mía saltó en mi regazo, acaricié su cintura intentando calmarla.

—Tú decides tu destino. Darme lo que necesito y te dejo libre, o no me das lo que necesito y morirás.

—Mía... —Mía observó a su padre destrozada, quitó su mirada mirando por detrás de mí hombro.

—Obedece de una puta vez, estás tomando de mi preciado tiempo.

El viejo negaba con la cabeza negándose a mi trato y yo me estaba desesperando. Los sollozos de Mia me estaban aturdiendo, la migraña estaba comenzando y estaba cansado de su jueguito.

—Matenlo.

Mis hombres cargaron sus armas, me puse de pie echando a un lado a Mía.

—¿Qué? Jungkook...

—Sh, no hables.

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Psicópata ; jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora