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—Tu padre me ha dado los códigos de acceso a las cuentas.
—¿Qué?
—Cómo escuchaste—salí de la cocina donde Mía se encontraba.
—Eso... ¿Que significa?—escuché su pregunta detrás de mí.
—Que una vez que tenga todo lo puedo dejar ir.
Entré a la sala de investigaciones, dándole el cuaderno a uno de mis hombres para que comenzara a trasferir el dinero.
—Y... —escuché y me acerqué a ella.
Sólo tardaron minutos para que la tarjeta aceptara los códigos y los grandes números aparecieran en la pantalla, transfiriendo uno a uno y bajando el número.
—Jungkook...—Mía volvió a hablar, giré mi cuerpo para observarla.
—¿Te quieres ir con él? —pregunté de golpe.
—¿Eh? uh... yo...
Pegué mi cuerpo junto al suyo escuchándola jadear.
—Si te vas con él, te buscaré por agua y tierra y volverás a mí—acerqué mi boca a la suya robándole un beso—Además, me debes algo por lo que tienes que pagar.
—No quiero dejarlo sólo—hizo un pequeño puchero, mordí su labio.
—El sobrevivirá.
—¿Y yo?
Sonreí de lado—Tu vivirás de mí y de mi pene dentro de ti—besé su cuello escuchándola gemir.
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