¿Yo? ¿Una Malfoy?

Epílogo 1: Boda

Y vaya que el tiempo vuela. Ya pasaron siete años desde que Ron y Hermione se separaron, y seis desde que Draco y Hermione se casaron y también seis años desde que son conocidas como «Las mellizas Malfoy-Granger». Como dijo Keyla «Si algo cambia, todo podría cambiar».  Aunque muchas cosas cambiaron, algunas siguieron intactas al paso de los años.

Los Malfoy celebraron su boda en el mismo jardín de la mansión diez meses después del divorcio. Y por suerte no hay ningún Malfoy Granger más en la familia; ya tenían suficiente con tres. Ese día Hermione vestía un elegante vestido blanco— para enojo de las mellizas y Rose, quienes consideraban que el blanco era algo anticuado para una boda en los tiempos de ahora—, y lo que antes era su revuelto y enmarañado cabello estaba peinado elegantemente recogido con algunos mechones sueltos. Draco estaba tal cual en todos sus eventos, siempre vestido con un elegante y costoso traje negro con corbata verde esmeralda; siempre orgulloso de su casa.

En cuanto a Scorpius y Rose, aún llevan una hermosa relación llena de momentos cargados de risas, llantos, gritos, miedos, enojos y amor. Fue algo gracioso el momento en el que Scorpius le pidió matrimonio a Rose, ya que esta había dicho que estaba embarazada al mismo tiempo que Scorpius comenzaba su discurso.

Hugo, el "inocente" y callado Hugo, resultó ser uno de los Aurors más ágiles e inteligentes de la década. A pesar de tener ya dieciocho años, tiene de novia a la pequeña Amara Zabini de dieciséis años con la aprobación de sus padres, obviamente. Comenzaron a salir cuando Amara tenía catorce y Hugo dieciséis; no tuvieron inconvenientes a pesar de no haber crecido juntos, ya que todos esperaban que Hugo se enamorara de la hija de Luna...o más bien, la hija adoptiva de Luna, Sally Scamander; la chica de cabello negro con ojos caleidoscópicos de dieciséis años que fue adoptada por sus padres cuando tenía doce años.

Keyla y Ariadna, de veinticuatro años, trabajaban en El Profeta, para ser exactas en la sección deportiva, ¿quién diría que las sabelotodo terminarían siendo escritoras deportivas? Trabajaban allí hasta que Las Arpías de Holyhead perdieron en uno de sus partidos contra Los Tornados; y las reglas del diario explicaban que debían halagar al ganador y criticar al perdedor sin miedo ni comentario positivo alguno. Por supuesto, las mellizas se negaron solo porque su prima Lucy estaba en el equipo, y eso supondría una pelea entre la familia Weasley y Malfoy. Ese mismo día fueron despedidas (o más bien renunciaron). Pero poco después consiguieron trabajo en un bar mágico y luego de tres años comenzaron a trabajar en Hogwarts.

Keyla...ella sigue siendo la misma insoportable de siempre, aunque más calmada para no alejar a su esposo. A Ariadna aún le sigue costando decirle así sin agregar «Ese muggle que planea dejarme sin hermana». Se conocieron cuando estaban buscando trabajo; Kevin era dueño de un bar mágico al ser hermano de bruja y comenzó a entablar amistad con Ariadna; pero fue la inocente Keyla quien robó el corazón del hombre. Ya llevan poco más de dos años juntos.

En cuanto a Ariadna, nuestra protagonista, pasó por muchas cosas en su vida a partir de los dieciséis años. ¿Se arrepiente de haber abierto la carta? No. No se arrepiente porque ese simple sobre que decía «Ariadna Malfoy Granger» le dio a su mejor amiga y hermana, además de las respuestas a las preguntas que tenía. No era diferente, solo no tenía a su otra mitad; la mitad que la vuelve loca, pero que sin ella no sería la persona que es hoy. Ella, al igual que Keyla y Rose, está casada. Qué noticia, ¿no? Bueno...de hecho ahora mismo está en su boda, preparándose para entregarse al hombre que ama. Pero antes de adentrarnos en su boda, hay que ver cómo se conocieron Ariadna y su novio.

Ariadna y su novio

Acababan de conseguir trabajo en Hogwarts como profesoras de vuelo después de varias horas en las que el profesor las examinó de pies a cabeza sobre la escoba; sabiendo que ambas eran muy buenas, decidió darles el puesto a ambas y horarios compartidos. Ahora solo paseaban distraídamente por los pasillos del castillo que antaño había sido su hogar.