Capítulo 34: Lectora compulsiva

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Llegaron a la mansión Malfoy cerca de la noche. Scorpius no las recibió con abrazos y regalos de navidad como esperaban, los señores Malfoy sonrieron cuando entraron, aunque la sonrisa rápidamente se borró y quedó como que nunca hubiese existido.

El frío invadía la mansión sin compasión a pesar de que la chimenea estaba encendida; en una esquina del salón había un gran pino adornado con luces, pelotitas y todo tipo de adornos navideños; justo arriba de la chimenea colgaba un cuadro de Draco, sus padres, Scorpius, Keyla y Ariadna, en el marco de este había una guirnalda verde esmeralda encantada para que cayera nieve artificial; en los pasa manos de las escaleras también habían guirnaldas enrrolladas.

—Feliz navidad, mis niñas— saludó la señora Malfoy levantándose de su cómodo sofá de terciopelo.

—Feliz navidad, abuela Cissy— saludaron las chicas al unísono, acercándose para abrazar a la mujer rubia—.  Feliz navidad, abuelo Lucius.

Abrazaron alegremente a los Malfoy hasta que se oyeron pasos apresurados desde las escaleras, miraron por sobre los hombros de sus abuelos sonriendo: Su hermano— y mejor amigo— estaba bajando como alma que lleva el diablo hacia ellas con los brazos abiertos.

—¡Scorpius!— Gritaron las castañas separándose de sus abuelos y extendiendo los brazos.

—¡Key, Aria!— Gritó el rubio abalanzándose sobre ellas, tirandolas sobre la alfombra— ¡Feliz navidad, enanas!

—¿Dónde nos ves enanas, enano?— preguntó Ariadna divertida.

— Te recordamos que medimos un metro sesenta y nueve, mientras que tú mides un metro sesenta— siguió Keyla empujando a Scorpius para que se levantase.

—Son solo diez centímetros— replicó Scorpius aferrándose aún más a Keyla.

—Seguimos siendo mayores— Respondió Ariadna, todavía empujando a Scorpius junto a Keyla.—, ahora levántate que me aplastas.

Después Ariadna rio recordando la poca altura que había heredado Scorpius, mientras que ellas habían sacado el partido ganador.

—¡Feliz navidad, Malfoys!— Dijo una voz  desde el umbral de la sala.

—¡Tío Theo!— Exclamaron las castañas corriendo para abrazar al pelinegro— ¡Tía Daphne!

El matrimonio Nott-Greengrass estaba de pié junto al marco de la puerta que llevaba a otra sala más pequeña. Daphne Greengrass estaba algo pálida y parecía afligida; no hacía falta ser Einstein para saber la razón: la reciente pérdida de su hermana menor, Astoria Greengrass, la madre de Scorpius.

—Feliz navidad, mis princesas— saludó la rubia— ¿Están más hermosas cada día o solo soy yo?

Keyla y Ariadna se miraron, luego miraron a Daphne de nuevo.

—Somos más hermosas cada día— Dijeron al unísono,  orgullosas.

—Igual de orgullosas y arrogantes que el arrogante y orgulloso de su padre— Río Theo mirando al rubio pícaramente— ¿Cómo van las cosas con lectora compulsiva, Draco?.

Draco sonrió.

—Niñas, Scorpius ¿Por que no van a preparar unas galletas para las visitas de más tarde?— Preguntó mirando a sus hijos.

—Ya qué...— Se encogieron de hombros y se marcharon hacia las cocinas.

Mientras sacaban las cosas para preparar  galletas y alfajores de maizena  (ya que eran lo único que sabían preparar), Ariadna preguntó por «Lectora compulsiva».

—Es una mujer con la que papá habla— explicó Scorpius abriendo el libro donde tenían anotadas las recetas— . Ya se encontraron varias veces en persona, pero él se niega a que venga.

—¿O sea que papá busca pareja?— preguntó Keyla mirando incrédula a Scorpius—. Jamás pensé que saldría con alguien que no fue Astoria o mamá.

—Mamá no cuenta porque estaban borrachos cuando nos engendraron— Corrigió Ariadna buscando la maizena—. ¡¿Por qué nunca dejan la maizena en el mismo lugar?!

—Tú y solo tú preparas esas cosas— Respondió Scorpius revisando la alacena—. Sabes que aquí todos somos amargados ¿Por qué preparas esas cosas si siempre te las terminas comiendo tú y Keyla?.

—Araguara guiri guiri— Se burló Ariadna imitándolo,  Scorpius le lanzó un trapo húmedo en medio de la cara.— ¡Pero la madre que te parió, Scorpius!.

—¡Tú empezaste!— replicó el rubio cruzándose de brazos y moviendo la cabeza en modo-diva.

Keyla, quien estaba sacando la maizena y la harina, vió como Ariadna hacía un ademán de tirarle un bowl a Scorpius cuando este se daba vuelta para recibir las cosas de Keyla.

—¡Dementor, dementor!— Gritó Ariadna después de que Scorpius recibiera las cosas.

Keyla, ya sabiendo lo que lo que tenía que hacer, tomó rápidamente una toalla negra que había en una silla y se la puso en la cabeza, para después levantar las manos y hacer el mismo movimiento de un dementor real. Entre tanto, Scorpius había dado un respingo y había hecho caer la maizena al piso.

—¡Mira, Scorpius, un dementor! ¡Woooooh!— Dijeron ambas moviendo las manos hacia Scorpius, quien dió otro respingo y soltó la harina por los aires— ¡Mierda!.

La harina cayó en medio de la cocina, llenando a todos de harina, quedando más como fantasmas que como dementores.

—El karma, perras— dijo Scorpius levantando las cejas, mirando como sus hermanas "sacudían" la harina de sus brazos—. Les pasa por usar mi boggart contra mí—. Se pasó una mano por el blanco cabello y recogió el paquete vacío de harina.

—¡Es tu culpa!— recriminó Keyla señalando a Scorpius, quien estaba levantando la maicena.

—¿Que yo qué?— Respondió Scorpius señalándose— ¡Fue ella!— Recriminó señalando a Ariadna.

— ¡No! ¡Fue tu culpa!— Respondió Ariadna señalando a Scorpius, quien le tiró el paquete vacío de harina y el paquete lleno de maizena— ¡¡PAPÁ!! ¡¡MIRA AL IDIOTA DE TU HIJO!!.

Sin esperar respuesta, fue a tientas hacia la sala con Keyla y Scorpius pisándole los talones. Llegaron a la sala de nuevo, esquivando a Lucius y a Narcisa, quienes les replicaron por andar manchando la alfombra costosa de Persia.

—¡Aahh!

¡Pam! Los tres tirados uno sobre el otro a los pies de Draco.

—¡¿Pero qué diablos..?!— Preguntó Daphne riendo— ¡Parecen estatuas!.

Se levantaron con cara de pocos amigos y miraron a Draco inocentemente.

—Fue Ariadna— Señalaron Keyla y Scorpius.

—Fueron ellos dos— Señaló Ariadna.

—Dos contra uno, perdiste— Rio Draco de lado—.  Cas-ti-ga-da.

Ariadna hizo un puchero y miró asesina a sus hermanos, quienes sonrieron inocentemente y subieron corriendo al baño.

— Traidores...— Murmuró Ariadna subiendo detrás de ellos, arrastrando los pies.

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Algo corto para mi gusto, pero les dejo un nuevo misterio:

¿Quién es «Lectora compulsiva»?

¿Yo? ¿Una Malfoy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora