Capítulo 16: Una de nosotras es una Malfoy

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Después de la "cálida y acogedora" bienvenida de Scorpius a la familia, Ron trató sin mucho éxito de controlarse, pero casi siempre le lanzaba miradas asesinas o apretaba la mandíbula, asustando al rubio.

Ariadna, por su parte, trataba de convencer a su hermana de que todo iba a estar bien; pero ni ella misma se la creía. Con la pelea de los Potter y los Weasley Delacour, no podía permitirse ir a la Madriguera sin que hubiera un ambiente tenso, ni podía ir y dejar solo a su mejor amigo. Además seguía pensando en lo que le dirían en las vacaciones, más de una vez se sorprendió junto al buzón o junto a la ventana, esperando en vano una lechuza con noticias.

Rose y Scorpius se solían escabullir hasta el jardín,  cuando Ron se despistaba, para jugar Quidditch o pasar tiempo juntos leyendo, hablando...

»O lo que sea que hacen los enamorados« pensaba Ariadna cada vez que los veía desde la ventana correteandose el uno al otro por el jardín.

Con Rose estando todo el tiempo con Scorpius, las vacaciones poco a poco se volvieron más aburridas. Ariadna solo se mantenía a corde pensando en la persona y qué le revelaría en las vacaciones.

***

Una tarde, cerca de la hora de la merienda, un golpeteo llegó desde la puerta principal hasta el comedor.

—¿Quién será?— preguntó Hugo estirando el cuello,  tratando de ver, cosa que era inútil ya que la puerta estaba lejos del comedor.

Rose y Ariadna cruzaron miradas. Scorpius miraba hacia la dirección de la puerta.

Nadie prestaba atención a Ron y Hermione, que apretaron las mandíbulas y estaban pálidos.

—Yo voy— anunció Hermione levantándose—.  Quédense aquí.

Los Weasley la miraron incrédulos, era ministra pero jamás había pedido que se quedarán allí en un simple golpeteo de puerta.

Se alejó hasta la puerta, Ron simplemente se resignaba a mirar en dirección a donde se había ido su esposa; metido en sus pensamientos. Rose, Ariadna y Hugo miraban también hacía la puerta. El único que parecía estar medianamente tranquilo era Scorpius, aunque también miraba la puerta.

A los pocos minutos, llegó Hermione seguida de el padre de Scorpius, Draco Malfoy; ambos estaban levemente más pálidos de lo normal. Cuando Ron lo vio, se le pusieron las orejas rojas.

»Ya tengo suficiente con un hurón botador, ahora tengo que lidiar con dos...« pensó Ronald levantándose para darle la mano.

—Weasley— saludó Draco sin expresión alguna en su rostro.

—Malfoy— Saludó Ron aún con las orejas rojas—. Veo que ese momento llego.

Ariadna arrugó la frente; algo estaba mal...nada le cuadraba. La carta...las visitas...su parentesco...la otra carta...¿Qué pasaba?

—¿Qué momento llegó?— preguntó cuando ambos adultos se sentaron, Hermione junto a Ron y éste frente a Draco.

—Niños— respondió Hermione mirando a Ariadna, Rose, Hugo y a Scorpius—. Arriba.

Les lanzó tal mirada, que no tuvieron de otra que acceder. Pero los Weasley tenían una idea en la cabeza.

En cuanto cerraron la puerta de la habitación de Rose y Ariadna, la más grande después de la de sus padres,  se pusieron a buscar las orejas extensibles que su tío George les había dado; ya que no podía soportar verlas sin pensar en todo lo que habían hecho su mellizo y él.

—¿Qué son esas cosas?— preguntó Scorpius viendo las orejas.

—Orejas extensibles — contestaron los tres al mismo tiempo que trataban de desenredar el nudo.

— Son un regalo del Tío George— explicó Ariadna sin dejar de luchar con el nudo—. Ayudan a oír lo que pasa...espero que mamá no haya puesto un hechizo silenciador o algo así.

—Conociendo a mamá...— suspiró Hugo—, seguro ya puso mil hechizos para evitar esto...

—Pero ella no sabe que tenemos las orejas— Interrumpió Rose sonriendo.—, tenemos una oportunidad, ¡Listo!.

Extendió su oreja, la pasó bajo la puerta y se puso el otro extremo el hilo en su oído. Los demás se apresuraron a desenredar las suyas, Ariadna había sacado una para Scorpius, e imitaron la acción de Rose.

—...¿desde cuando te importa que ellas estén bien?— preguntó Hermione molesta—. ¡Eso no te importó hace diecisiete años!

—¡Son mis hijas también!— Replicaba Draco. Ariadna notó como Scorpius se ponía tenso.

—¡Ella no es tu hija!— dijo Ron molesto—. Ella se crió con nosotros.

—Entiende que Atria necesita estar con su padre al igual que Keyla— Contestó Draco molesto—. Son mis hijas.

—El que tu las hayas engendrado— dijo Hermione—, no significa que tú seas el padre. Ron crió de Atria como si fuese su hija biológica.

—Eso no la hace una Weasley— replicó Draco—,  ella es una Malfoy.

—¡Jamás dejaré que mi hija sea una Malfoy!— Gritó Ron. Se oyó un golpe en la mesa.

—¿Y que hay de Rose?— preguntó Hermione—. Ella es feliz así.

—¿Asi como?— preguntó bruscamente Draco.

—Bueno...ella y Scorpius están saliendo desde el baile— dijo lentamente Hermione.

—¡Ah, ha!— chasqueo Draco—. No dejaré que mi hijo se case con una Weasley.

—Al menos están de acuerdo en algo— suspiró Hermione—. Ron no quiere que Rose salga con Scorpius, y Draco no quiere que Scorpius salga con Rose.

Decidieron no oír más. Rose y Ariadna se miraron con el mismo pensamiento.

»Una de nosotras es una Malfoy «

Hugo y Scorpius se miraron con miedo. Una Weasley podría ser una la media hermana de Scorpius.

—¡Ya pueden bajar!— gritó Hermione desde el comedor.

Bajaron en silencio después de guardar las orejas; tratando de aparentar no oír nada, se sentaron en sus lugares y comenzaron a comer como si nada hubiese pasado.

Pero estaba claro que todos pensaban lo mismo.

En que Atria Malfoy estaba entre ellos, solo que con otro nombre.

Más de una vez, los Wesley evitaron la mirada de Scorpius y de Draco, sabiendo que los delataría su mirada.

Ariadna sentía un vacío en el estómago. Las piezas poco a poco se iban uniendo. Carta, visitas, carta, visita,  identidad...parentesco, ¿quien era? ¿Rose podría ser Atria?...no, ella era una Weasley, tenía los ojos y el cabello de su padre...solo quedaba ella.

Ariadna Meissa Granger-Weasley, ¿podría ser...Atria Malfoy?.

¿Yo? ¿Una Malfoy?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora