El señor Malfoy no se marchó luego, sinó que se quedó hasta la cena. Ariadna evitaba la mirada de su madre, padre, hermanos y de prácticamente todos, encerrándose en la cocina a preparar cosas dulces.
A la tarde siguiente ,la llamaron desde la sala:
—¡Ariadna!— Escuchó el llamado de su padre—. Ven a la sala.
—¡Ya voy papá!— Se secó las manos con el delantal y salió apresuradamente hasta la sala.
Se paró en seco al notar a otras tres personas, además de sus padres, hermanos y Scorpius; estaban tres personas rubias, una mujer, un hombre y el señor Draco. Todos estaban sentados unos frente a los otros en los sofás.
—¿Me llamaste, papá?— Preguntó Ariadna sentandose junto a su padre mientras saludaba con un gesto de cabeza a los Malfoy—. ¿Quieres que traiga los dulces?.
—Asi está bien, Aria— Respondió Hermione junto a su esposo. Rose y Hugo estaban sentados en el apoyabrazos, Scorpius estaba junto a su padre, de pie—. Tenemos algo de que hablar...
Ariadna asintió y espero a que hablaran. La señora Malfoy fue la primera en romper el silencio.
—Venimos aquí para recibir a una de nuestras nietas— miró críticamente la casa con sus ojos azul pálido—, claro que yo ya la conozco, pero queremos que la familia de la nuera de mi hijo la conozca también.
Scorpius miró a Rose, ambos estaban sonrojados.
—¿Pero en que nos incluye a nosotros, exactamente?— preguntó Hugo ladeando la cabeza—. Ni que fuera la hermana melliza de una de ellas dos— señaló con la cabeza a sus hermanas.
Todos los adultos se miraron disimuladamente, acción ignorada por los adolescentes, y el señor Malfoy fue es siguiente en hablar:
— Creíamos que sería lo correcto, dado que será la cuñada de su hija— Miró de arriba a abajo a Rose, que rápidamente desvió la mirada.
—¿Les importa si reviso las galletas?— preguntó Ariadna—. Creo que se van a quemar...
Salió apresuradamente de la sala hasta quedar frente a la cocina, donde efectivamente, las galletas estaban negras. Las sacó del horno y las puso frente a la ventana, esperando que aunque sea las palomas se las comieran, y volvió a la sala con cara de pocos amigos.
—¿Se quemaron, Aria?— preguntó Rose divertida.
—Nooo— respondió Ariadna levantando los brazos—. Solo se pusieron negras, calientes y agrias.
Hugo, Rose y Scorpius comenzaron a reír, pero se callaron como pudieron ante las miradas severas de sus padres.
—Ya es hora— Dijo la señora Malfoy consultando su reloj—, Lucius y yo iremos por ella.
Salieron de la casa tomados de los brazos, se oyó un ¡Pum! y desaparecieron del jardín.
—¿Cómo creen que sea?— preguntó Scorpius por lo bajo mientras los Weasley y Draco charlaban en una esquina apartada.
—Dijiste que era castaña de ojos grises— Comentó Ariadna—, como yo. Tal vez sea alta, no lo sé.
—Espero caerle bien...— Murmuró Scorpius secando sus manos con su pantalón.
—Scorp— terció Rose—, ¿cómo no se van a llevar bien? Son hermanos.
—Yo no tomaría ese ejemplo, Rosie— Comentó Hugo uniéndose a la conversación—. Mira a James y Albus. Son perro y gato.
—No lo son— Dijo Ariadna frunciendo el entrecejo—. James quiere protegerlo, por eso está molesto de que Albus esté en Slytherin, porque no podrá cuidarlo.
—¿James tiene un lado dulce?— preguntó incrédula Rose—. No tenía idea.
—Nadie lo sabe, me lo dijo cuando Albus estaba en segundo año, le pregunté por qué estaba tan molesto y me lo dijo—contó.
Se oyó otro ¡Pum! y Scorpius se puso a sudar. Rose tuvo que darle la mano para que se tranquilizara.
—Tranquilo, Scorpius— Susurró—. Todo estará bien...lo prometo por lo que me llamo Rosebud Elizabeth Granger-Weasley. ¿Vamos?
Scorpius asintió y se sentó de nuevo, pero ésta vez junto a los hermanos.
Los señores Malfoy entraron seguidos de una figura encorvada y tapada por completo con una túnica de viaje color azul oscuro. Los Weasley y Draco se acercaron, se sentaron cada uno en su lugar y dejaron a la chica parada en la entrada junto a sus abuelos.
—Vamos, Key— Dijo la señora Malfoy dándole un leve empujón—. Vamos a ver a tus hermanos.
¿Hermanos? Pensó Ariadna. Sentía que su corazón latía a mil por segundo, aunque no sabía exactamente por qué estaba igual de nerviosa que Scorpius. Ella ni siquiera era pariente suya.
—Bueno...— dijo la señora Malfoy sentandose junto a su hijo—. Anda, tesoro.
La chica parecía dudar, pero lentamente se quitó la túnica.
Toda la respiración se cortó. Todo se volvió negro. Un dolor invadió la cabeza de Ariadna.
Sintió un golpe en la nuca, unos gritos, sacudidas, más gritos, y finalmente...todo se volvió a poner negro.
Se había desmayado. Sus recuerdos rondaban a mil.
Ella jugando con Rose en su habitación. Ella cargando a Hugo, a Lily, y a un sin fin de primos y primas.
Ella sentada en hombros de su padre mientras corrían por el jardín, ella señalaba el cielo y reía a carcajadas mientras Hermione corría con Rose en brazos, tratando de alcanzarlos.
Ella recibiendo su carta de Hogwarts. Ella subiendo al tren. Ella sentada en el taburete con un sombrero mucho más grande que su cabeza, diciendo:
—Mmm...Una Weasley, ¿tu familia nunca deja de reproducirse o qué?. Mmm si...Veo inteligencia, valor, orgullo, y...¿Algo de temor? Veo que eres diferente, Ariadna. Si...pero créeme, algún día sabrás quien eres en realidad. Creo que ésta casa te ayudará en tu camino hacia la grandeza...¡SLYTHERIN!.
Ella caminando lentamente hasta la mesa verde, convencida de que el abuelo Weasley la quitaría del árbol genealógico.
Ella tratando de jugar Quidditch. Ella corriendo por el campo. Ella jugando Quidditch mejor que nadie.
Ella conociendo a Scorpius. Ella estudiando. Ella...toda su vida en Hogwarts, la vio estando acostada en una cama. Sin saber lo que le esperaría.
Oía voces, pero las ignoraba. Prefería quedarse allí, en sus recuerdos, para siempre. Pero entonces un recuerdo la invadió.
Ella sentada en la sala, una chica con túnica azul oscuro...una túnica que se le hacía bastante familiar, los Malfoy y los Granger-Weasley, esperando a ver a la hermana de Scorpius...pero sólo se vio a sí misma.
Si esa chica era una Malfoy. Una chica idéntica a Ariadna. Eso la hacía a ella...¿Una Malfoy?.
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¿Yo? ¿Una Malfoy?
FanfictionAriadne Meissa Granger- Weasley siempre fue diferente a su familia, aunque sea parecida a su madre, no tenía ojos cafés ni ojos azules como los de sus padres, sino que eran de un extraño color gris frío. Con 11 años recién cumplidos su físico comien...