Capítulo 12. Desilusión

360 17 1
                                    

Ya había dejado de llorar. Mis ojos estaban hinchados y rojos. Tía Miriam me dió unos hielos envueltos con una toalla, me los puse encima de los ojos, rogando para que estos se vieran mejor.

Cuando salí de mi cuarto, Avery estaba sentado en la cocina. Apenas me vio, dio una sonrisa torcida, se notaba que fingía. Tenía unos cuadernos encima de la mesa y un sándwich y jugo al lado. Saqué un refresco de la nevera, tratando de que mi vista no se tomara con la de Avery.

— Hija —tía Miriam me habló. No llevaba uniforme, llevaba el cabello suelto y usaba pintalabios. Ese era su atuendo para salir a una parte formal —. Saldré cariño, atiende al señor Avery o a la señorita Tracy en mi ausencia.

— ¿A donde vas? — se sorprendió ante mi pregunta.

— Solo saldré — comezón a caminar a la puerta y se volteó —. Arreglaré unos asuntos.

Y se fue.

Ahora estoy sola con Avery.

Su vista esta clavada en la mía. Obligó a mis piernas funcionar, pero no obedecen. Mis manos tiemblan. Recuerdo como me miró. Tenía pena de mi y la sigue teniendo. ¿Y su solo me ha besado-dos veces-por lástima?

— Danielle...tu...¿estas bien? — Avery se puso de pie. Definitivamente hoy se veía muy guapo. Llevaba una camisa azul, remangada hasta los codos, dejando ver sus antebrazos muy trabajados. Unos jeans oscuros le caían por las caderas — .¿Danielle?

—No se como esperas que me sienta — dije tratando de desviar la conversación.

— Estoy muy avergonzado — Avery chasqueó con la lengua.

— No tienes porque sentirte avergonzado. No es tu culpa. Tu no eres igual a la gente como Kelvin David. No tienes nada que ver con lo que pasó.

Se quedó en silencio.

—No tienes nada que ver con lo que pasó — repetí, me acerqué a él, hasta que quedamos a una muy poca distancia. Avery se mordía el labio y tenía los ojos cerrados — . No tienes nada que ver con lo que pasó, ¿verdad, Avery?

Podía sentir su respiración chocar en mi cara y me producía un cosquilleo en la piel.

— No — sentí alivio. Alivio de que Avery no tuviera nada que ver. Tenía miedo de desilusionarme de Avery —. Pero puede haber hecho algo para evitarlo.

—¿Qué? — me oí decir .

— Lo que oíste —  dijo —. Soy un imbécil que pudo haber hecho algo por evitarlo.

Mi corazón se encogió. Mi respiración se cortó. Mi estómago se retorció. Mi  garganta se secó. Mis ojos se humedecieron. Las lagrimas amenazan con salir despavoridas de mis ojos y lo que no quería que ocurriera, ocurrió. Avery seguía siendo el mismo chico de hace una semana atrás. Ese chico superficial, egocéntrico, malcriado, mimado. No era el chico que quería cambiar . No era el que me había besado.

— ¿Tu sabias de esto? — pregunté a Avery. Él estaba serio. Asintió.

Lo odio.

Y definitivamente lloré. Ante él. Volví a llorar. Sus ojos estaban vidriosos.

— ¿ Como pude ser tan estúpida? — me pregunté ente soñosos.

— Tu no eres estúpida. ..

— No puedo creer que fui tan ingenua —  no hice caso a sus palabras y ahora estaba subiendo el tono de voz— ,tan idiota...yo, creyendo en tus palabras, en tus promesas. Todo era mentira. ¡Todo se fue a la mierda!

— me lamenté y trataba de hablar entre el llanto— .  Yo había empezado a confiar en ti. Pero no, todos tenían razón cuando me decían que me alejara. Porque tu

— lo apunte con el dedo — tu,  Avery, no eres más que un niñato rico que no tiene idea de sentimientos.

—Danielle. ..deja. ..deja que

e te explique. Yo...

— Sólo calla —  cerré los ojos y levanté una mano con la palma extendida —. Cállate y no vuelvas a dirigirme la palabra, ¿me oíste? No quiero escucharte.

— Danielle. .. — suplicó.

— No, Avery — lo detuve — . Ya mandaste todo a la puta mierda.

Definitivamente, adiós a la Danielle tierna y educada.

— Por favor, deja que te explique — rogó.

— No hagas esto más difícil. Solo aléjate. Es lo más sano para ambos.

Y así. Terminó todo lo poco que alguna vez llegó a existir con Avery Bloomberg.

                                
                            *        *      *

Me obligué a dejar de llorar por Avery, pero no podía. Esta era, definitivamente una gran desilusión. Escuche como la puerta de servicio se cerró de golpe. Me levante y sequé mis lagrimas. Tía Miriam no se podía enterar de mi conversación con Avery. Todo lo que pasó con Avery fue un error, un secreto que esta muy bien guardado. Al menos de mi parte. 

Mi tía se sentó. Aun no se daba cuenta de que la observaba. Se veía tan cansada,lo único que quería era sacarla de aquí, tener una casa en donde ambas pudiéramos vivir, sin necesidad de servir a nadie. 

—Tía—se volteó—.¿Se encuentra bien?

—Eso debería preguntarlo yo—no pude evitar sonreír—. ¿Quieres saber donde estuve?

Me senté en la silla en frente de ella. Asentí.

—Fui a tu instituto—mis ojos se abrieron como platos—. Hable con el director.

—Pero tía...¿por que lo hizo?—tomo mis manos sobre la mesa y las envolvió con las suyas.

—Porque te amo y no puedo soportar que sufras, mi niña—sonreí—. Me contaron todo como paso, eso se llama bulling, y podríamos denunciarlo. Ademas, buscaran a los responsables.

Me reí sin ganas.

—Aunque los encuentren no harán nada—ella negó—,son intocables.

—Nadie es intocable.

—Creí que era usted la que hablaba del orden natural de las cosas. ¿No es así?

—Claro—admitió—. Pero, numero uno. Puedo cambiar de opinion, y dos, la verdad siempre se sabe.

Simplemente quiero matar a Avery. Es lo único que puedo decir. Pero si mato a Avery, no hay historia.

¿Que les pareció el capitulo? Yo quería llorar.

Bueno, voten y comenten, 

gracias por leer,


Si esto fuera posibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora