Capítulo 41. Setenta por ciento

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Después de lo ocurrido, la señora Bloomberg y Tracy se fueron a casa en silencio con la excusa de que irían a dormir un rato.

Nick me había dicho que su papá lo había obligado a quedarse en casa, por eso no estaba aquí en la noche, pero me prometió que estaría aquí por la mañana. Lo necesitaba.

Avery se quedó dormido en mi hombro, pero yo no podía dormir. La preocupación me ganaba y eso mantenía mis ojos abiertos y atentos. Aún no nos daban noticias, y eso me preocupaba.

El papá de Avery estaba sentado en frente de mi, bebía su café y leía una revista.

-Perdón por gritar- le dije al señor Bloomberg sin pensar. Él levantó la mirada-. No debería hacerles gritado de esa manera.

-No te preocupes- dice -. Si quieres pedirle disculpas a alguien, pideselas a mi esposa y a mi hija. Pero no creo que haya estado mal lo que hiciste. Ellas te estaban tratando mal, y solo te defendiste, o mejor dicho, las detuviste para que no siguieran armando escandalo en un lugar que no es el indicado.

Después de eso no hablamos más. Avery seguía durmiendo en mi hombro. Yo seguía pensando en mi tía. Y el señor Bloomberg estaba leyendo revistas, si es que las leía, quizá solo pasaba las paginas, y esa era su excusa para ingornar el mundo.

Me sorprendía como la vida puede cambiar de un momento a otro, como la vida se convierte en un libro escrito por ti y el destino, en donde el segundo muchas veces- como esta- no te deja continuar con la mejor parte y se interpone sin deternerse, sin titubeos.

Recuerdo exactamente que mi madre decía: Uno propone y Dios dispone.

Ese recuerdo abstracto y poco claro es uno de los pocos que tengo de ella.

Y de mi padre. De mi padre no se nada y digamos que no estoy interesada en saberlo. ¿Debería querer saber quien fue esa persona que aportó en mi existencia? Debería querer, pero no tengo ganas de querer y no creo creo que las tenga. No creo que una persona que nunca estuvo ahí cuando era su deber estarlo, se merece un mínino de preocupación.

Avery se remueve en mi hombro, y le acaricio el cabello. Ahora que todos daben que él y yo estamos juntos, me siento mas ligera. Me saqué un peso de encima, un peso que yo había decido cargar por la cobardía. Avery comenzó a despertarse, abriendo los ojos somnolientos.

- Hola - susurré-. Has dormido bastante.

Avery se incorporó en el asiento, estirandose y bostezando en el acto. Su camisa se remangó un poco. Sonrió.

Mi Avery sonrió.

Una sonrisa dormida.

Una sonrisa calida.

- Si...-dijo peinandose un poco-. ¿Tienes noticias de Miriam?

Miré el suelo blanco y reluciente, en donde podíaver le brillo a efecto de las luces.
Negué con la cabeza.

- Pronto sabremos algo, ya veras que todo estará bien, lo prometo- puso una mano en mi pierna yo puse la mía sobre la de él-. ¿Te apetece caminar un rato?

- No creo que sea buena idea. ¿Que pasa si vienen a dar noticias?

- Solo un momento, vamos por una cafe y volvemos, de inmediato.

- No me quiero meter, pero...- dice el padre de Avery captando nuestra atención-. Danielle, deberías ir a tomar un poco de aire, cualquier cosa yo les aviso.

Reconsideré la idea. Quería estar aquí cuando el médico saliera por esa puerta y llamara a los familiares de Miriam.

- Bien - me puse de pie y le di una sonrisa débil a ambos -. Gracias.

Avery puso un brazo en mi cintura y yo apoyé mi cabeza en su hombro y salimos caminando por el pasillo hacia la cafetería. Me sentía extraña, sentía que estaba debil y que mis piernas iban a flaquear en cualquier instante...la simple idea de perder a mi tía me mareaba y me dejaba la boca seca. Pero algo-alguien-siempre está ahí para apoyarnos, para servirnos de consuelo o darnos palabras de aliento. En ese momento te das cuenta quien esta ahí para ti, para apoyarte, o para no dejarte caer.

De vuelta en la sala de espera y con cafes en mano, Avery y yo recordabamos viejos tiempos, cuando eramos pequeños y todos los días eran vacaciones o días de pisciana. Coincidimos, mi tía está en todos esos recuerdo.Él y yo eramos cuidados por la misma dulce Miriam, ella, no solo para mi, ha formado parte fundamental de nuestras vidas. Para Avery y Tracy, ella fue, y creo que es muy importante, ya que ella basicamente nos crio a los tres. No quiero menospreciar a la señora Bloomberg, que siempre a sido muy cariñosa con sus hijos - y recalco que solamente con sus hijos, pero mi tía, al menos a mi, me enseño que a veces ser humana es mas importante que tener la razón.

De repente, un hombre de mediana edad,con bata blanca y una bata blanca, dice el nombre de mi tía y yo automaticamente voy sobre él con aires desesperados.

- Usted debe de ser...-revisa un papeles-. ¿Danielle Roberts?

- Si, así es.

-Mi nombre es Zander Miles, y soy el médico que ha estado tratando con su tía.

-¿Como esta ella?

- Bueno, como ya sabra, la enfermedad que padece su tía esta en progreso, y por eso, durante las sesiones, le he pedido que disminuya su trabajo...

-¿De que habla?- lo interrumpí-. Perdone pero no entiendo...¿A que se refiere con sesiones? ¿A caso mi tía ha venido antes?

El doctor Miles me mira con el ceño fruncido, extrañado.

- ¿No sabe nada del estado de su tía?- niego con la cabeza-. Lamento ser yo el que tenga que informarle, pero su tía desde hace un mes que vino a mi por unos dolores que poseía al respirar. Le hicimos examenes, y descubrimos que tenía un...tumor maligno.

Se me nubla la vista a causa de las lagrimas.

- Hace un mes que estamos en tratamiento, pero este se ha ido extendiendo, muy lentamente- hace una pausa y suspira-. Como el progreso ha sido lento, los efectos y síntomas tambien lo son. Por eso usted no se percató, quizás.

-¿Por que no me lo dijo?- pregunto a no se quien.

Avery toma mi mano.

- Lo que tuvo hoy fue una recaida, y la idea es que no las tenga, por supuesto. ¿Sabe usted si ha vivido alguna emoción fuerte ultimamente?

- No, yo no estaba en casa.

- Bien- dice-. Trataremos de hacer todo lo posible para que el estado de su tía no empeore, y si hay un milagro, que esto se elimine. Pero tendría que ser un verdadero milagro.

Me dolía preguntar esto. Pero tenía que hacerlo.

- ¿Cuantas probabilidades hay...hay de que...?- muera.

- Un setenta por ciento.

Hola!! Se que muchas querran matarme, pero estamos perdiendo a Miriam.

En fin, este capítulo ya lo había subido en mi blog (link en mi perfil) y siempre los estaré subiendo antes por ese medio para que estén atentos.

Ademas, quiero mandar un saludo especial a todas las lectoras chilenas, en especial a las del norte, para que tengan fuerza. Y...aunque es tarde, felices fiestas!

No se olviden de votar y comentar que quieren que ocurra con Miriam.

CoNsTaNza.

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