Capítulo 3.Bonitas piernas

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Salgo de la ducha, me anudo la toalla en el pecho y voy a mi closet en busca de mis pantalones. Por mas que busque, no los encuentro y recuerdo que están entre la ropa limpia. Salgo del cuarto y comienzo a hurgar entre la ropa limpia, cuando alguien me interrumpe.

-Miriam puedes llevar el... -Avery se me queda mirando y yo me quedé estática en lugar igual observándolo. La diferencia era que él estaba vestido y yo no, solo una toalla me cubría. ¡Y si se cae! Termina con esto luego Danielle.

-Yo llevo el desayuno a tu cuarto, Avery -dije y él no se movía.

-Bien.

Silencio. ¿Qué no se iba nunca? Bueno Danielle, entiende que esta es su casa y que puede estar donde sea.

-¿Necesitas algo más? -pregunté.

-No -puso las manos en sus bolsillos y caminó hacia la salida de la cocina. Bien, ya se fue. O eso creía antes de que se detuviera y dijera -. Por cierto, bonitas piernas Danielle.

- Gracias - se fue.

Un momento, alto, stop y demos marcha atrás. ¿Me dijo que tenía lindas piernas? Y yo le respondí ¿gracias? Esto no me puede estar pasando.

Terminé de vestirme y preparé rápido el desayuno de Avery. A los pocos minutos, mi tía Miriam llegó del mercado y me regañó por no tener lista la mesa. En fin, subí las escaleras, haciendo equilibrio para que no se me cayera la bandeja con la cosas. La puerta del cuarto de Avery esta abierta, así que entré.

-Deja el desayuno en el escritorio, por favor

-pidió Avery.

Dejé la bandeja encima de su escritorio y sentí que alguien estaba detrás de mi. Avery alargó el brazo para sacar un libro de su escritorio, creándome una barrera con su cuerpo. Sentí mi corazón latir más rápido ante su cercanía y no me gustaba que me pusiera nerviosa. Volteé mi cabeza y me encontré con sus ojos azules que me miraban fijamente. Ninguno de los dos se movía, porque debo confesar que no quería apartarme. Su mirada se posó en mis labios, e inconscientemente me mordí el labio inferior; tenia ganas de besarle, deberas, y eso me hacía sentir extraña. Avery se apartó, cerré los ojos y caminé a la puerta, avergonzada.

-Danielle, en serio tienes unas bonitas piernas-él me sonrió y yo no pude evitar hacerlo también. No me podía resistir a sus encantos, eso estaba claro.

Bajé las escaleras con una sonrisa en la cara, una sonrisa que no podía explicar a que se debía. Entré en la cocina y mi tía estaba preparando el almuerzo. Mi tía me siguió con la mirada, y ya me estaba poniendo incomoda con su mirada tan severa.

-¿Que pasó arriba, Danielle?-fruncí el ceño a la pregunta de mi tía. Sin duda, esta mujer me había criado y me conocía mejor que nadie. Estúpida sonrisa que me condena.

-¿De que habla, tía?-me hice la tonta, tratando de evadir su pregunta.

-No trates de cambiar el tema, Danielle. Te pregunté que pasó arriba.-Me encogí de hombros.

-Nada. Sólo llevé el desayuno a Avery-mi tía negó con la cabeza.

-Señor Avery-me corrigió.

-Señor Avery-repetí.

-¿Como explicas esa sonrisa boba que tenias en el rostro, Danielle?-se acercó a mi. Me miró a los ojos y yo desvié la mirada de la suya. Tomo suavemente mi barbilla, haciendo que nuestras miradas nuevamente se encontraran-.No me mientas Danielle.

-No a pasado nada, tía, se lo prometo-dije sin mostrar ninguna duda. Se alejo de mí, pero antes se volteó.

-Ten cuidado, hija mía-hizo una pausa dramática-. El señor Avery es tu patrón, y tu eres la empleada.

-Las cosas no siempre serán así, tía Miriam-dije y entré en mi cuarto, pegando un fuerte portazo detrás de mi.

No quería ser por siempre la empleada de los Bloomberg. Yo soy inteligente y puedo ser mas que eso. He vivido toda mi vida humillada, siendo la hija de empleada, pero con el tiempo, las cosas cambian. El orden natural de las cosas, como dice mi tía, puede cambiar. No siempre serviré a los ricos. No viviré toda mi vida de la misma forma que lo ha hecho mi tía, o como lo hizo mi madre. Yo puedo ser algo mas y estoy segura de ello.

Me siento en la cama y no puedo evitar romper en llanto al ver la fotografía de mi madre en la mesa de noche. Su rostro pálido como el mío, su cabello rojizo, como el mío, sus pecas, como las mías, su sonrisa, idéntica a la de tía Miriam. No puedo evitar verme en ella, revivir su recuerdo cada vez que me veo en el espejo. Es una muerte que cargaré por toda mi vida, un sufrimiento que no se borrara en ningún momento de mi existencia.

Mi teléfono vibra y veo el nombre de Nick. Atiendo la llamada tratando de que no se note que estuve llorando.

-Dani, ¿por que estas llorando?-dijo Nick preocupado.

-Por todo, Nick. Por vivir en esta casa, porque mi tía cree que siempre seré la empleada de los Bloomberg. Por mi madre...-las lagrimas brotan de mis ojos nuevamente, pero esta vez, silenciosas.

-No te diré que lo siento, porque no lo hago, pero lo que si sé, es que tu tía esta equivocada. Tu eres mucho mas, Danielle, y serás grande.

-Yo no quiero ser grande como los Bloomberg, solo salir de este cuartito del fondo y llevar a mi tía conmigo.

-Si, Dani, tienes razón.-hizo una pausa-. Te llamaba para decirte que hoy no iré al instituto y no podré acompañarte.

-¿Pasó algo malo?

-Prefiero no decírtelo por teléfono. Luego te cuento¿vale?

-Vale-dije y ambos quedamos en silencio-. Te quiero Nick

-Yo igual te quiero, Dani. Cuidate y apresurate o llegaras tarde.

-Tienes razón, adiós.

-Adiós.

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Gracias por leer!!

Un beso

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