Capítulo 40. Realidad

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Algo se había roto en mi. Era un jarrón de vidrio que no paraba de caer por unas escaleras infinitas. Poco a poco el jarrón se rompía dejando pedazos esparcidos por todos los escalones.

Caigo.

Caigo.

Caigo.

La sensación de agustía y desesperación me consumía por dentro, y necesitaba con urgencia saber. Saber de la persona que mas amaba en el mundo. Poco a poco a ansiedad me comía por dento, dejando espacios vacios.

Ya habiamos llegado a la ciudad, y nos diriguiamos al hospital. Me encontraba en el asiento del copiloto, mirnado mi reflejo por el espejo del lado mientras Avery conducía en silencio. Estaba apenada por él, había preparado unas lindas vacaciones y tuvimos que dejarlo todo tan repentinamente.

Lo único que pedía a Dios, es que mi tía estuviera bien, que pudiera ver su rostro una vez mas, porque lo necesitaba. Ella me ha cuidado, me ha proteguido, ella me ha criado y yo no se como pagarle por haberme hecho lo que soy ahora.

Me siento culpable. Mientras yo estaba en las nubes, divertida con Avery en la playa, mirando hermosos atardeceres, ella la estaba pasando mal. Y yo no estaba ahí. No estaba ahí cuando necesitaba que la cuidara, cuando necesitaba una mano que tomar.

Con solo pensar que ella desaparece de mi vida, todo se viene abajo. Pensar que nunca podría darle una casa propia, o que nunca yo podría mantenerla y darle una vida de reina como se merece, me rompe el corazón.

Prefiero no pensar en eso, aunque a veces es inevitable. Quiero pensar que todo estará bien, que mi tía se mejorará y volveremos juntas a la casa Bloomberg, a esa cocina y a esas habitaciones en donde hemos construido nuestra vida a base de esfuerzo y trabajo, en donde forjamos unos recuerdos maravillosos juntas, en donde mas que tía y sobrimas nos hicimos amigas, complices y confidentes.

Pero algo me dice que las cosas no estan bien.

Y aunque no quiera pensar el lo peor, como dije antes, es algo que no puedo evitar.

Mis ojos se llenan de lagrimas.

Cuando me enteré de que mi tía estaba en el hospital, me quedé en shock. No oía ni veía nada con claridad, tanto así que se me cayó el telefono de las manos y Avery tuvo que continuar hablando con Nick, porque mi lengua no respondía-al igual que todo mi cuerpo-a las ordenes que les dictaba mi cerebro. Estaba recostada en el sillón cuando recuperé la consiencia. Mientras estaba dormida, Avery se habia encargado de ordenar nuestras cosas básicas. Tomé un vaso de agua y nos fuimos directo a la ciudad.

Ni Avery ni yo sabiamos que era lo que le había ocurrido a mi tía. De la conversación que había tenido Nick y Avery, no pudimos obtener mucha información. Mi tía no era joven, pero tampoco era una anciana, rondaba los cincuenta. Si bien se había mostrado bastante cansada (motivo por el que contrataron a Laurie) este ultimo tiempo, yo creí que era por el trabajo. Tía Miriam nunca habpia estado enferma antes, toda su vida a andado de aquí a haya, come sano y es muy vital. Pero éste último tiempo...

Dicen que cuando uno esta en las peores situaciones, comienza a reflexionar sobre como ha hecho las cosas.

Y creo que no las he estado haciendo muy bien.

-Tranquila, Danielle, todo estará bien-dice Avery poniendo una mano en mi pierna.

-¿Como quieres que este bien?-grité-. ¡Mi tía podría estar muy enferma!

Avery me miró confundido y retiró suavemente su mano de mi pierna.

-Lo siento-susurré con la voz quebradiza-. No debería haberte gritado, lo siento mucho, soy una tonta...

Si esto fuera posibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora