Capítulo 19: Jugando al límite

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El verano de sexto curso fué especialmente difícil. La Orden tenía miedo de enviar cartas pues la mayoría estaban siendo interceptadas, los Mortífagos se estaban replegando, buscando nuevos aliados, buscando todo tipo de criaturas poderosas y útiles en la guerra. El miedo se había asentado en el corazón de los magos y las magas, Hogwarts ya no se veía como un lugar seguro, los padres estaban escépticos respecto a la seguridad de ese lugar.

La Orden había recomendado no enviar cartas y eso hizo que ese impas se hiciera especialmente largo y silencioso, lo que daba mucho tiempo a pensar en Sirius, en su pérdida, en lo mucho que necesitaba su presencia y mentoraje. Sé que no estuvo muchos años en mi vida, pero él me había aconsejado en momentos de más oscuridad, había sido ese refugio y referente. Ese tiempo me hizo pensar, me hizo pensar en los que quería, y en lo que esta guerra les iba a hacer. Pensé en Hermione, en el riesgo que suponía tenerla cerca, obviamente no había forma humana de alejarla de mí, pero si Voldemort descubría quien era ella para mí podría ser mucho peor, si realmente descubría lo que significaba para mí, si se daba cuenta de que ella era mucho más que una amiga, si realmente escarbaba en mi corazón descubriría una verdad que ni ella sabía, y es que estaba seguro de que ella era el amor de mi vida. Sé que somos jóvenes, sé que era una afirmación atrevida, pero realmente sentía que podía ser así.

***

Llegué tarde al banquete. Mi nariz ya no dolía, Luna se había encargado de fijármela, pero seguía sangrando, era incómodo y odiaba entrar tarde y expuesto de esa manera. Podía ver al grupito de Draco riéndose a la distancia y eso hizo que me hirviera la sangre.

- ¡Dios mío Harry! - Hermione se levantó deprisa y corrió junto a mí - ¿por qué siempre llegas cubierto de sangre? -

- De verdad que estoy bien. - Intenté regalarle una sonrisa tranquilizadora, pero no parecía convencerla pues me miro desconfiada.

- Has ido detrás de Draco, ¿No? - No contesté, no quería hablar del tema. Sabía que tanto Ron como Hermione pensaban que era exagerado que Draco era un Mortífago, al fin y al cabo era un niño.

Con un conjuro Tergeo hizo que tanto el trapo como mi túnica quedaran limpias de nuevo, guardo la barita y aprovecho ese momento para darme un tierno abrazo. Era reconfortante tenerla esos segundos. Ron y Hermione tenían sus labores de prefectos lo que hacía que pudiera pasar menos tiempo con ellos, eso me hacía añorarlos y a la vez me enfadaba por no tener ese privilegio, supongo que ni Dumbledore ni McGonagall querían darme una excusa para meterme en líos.

***

Contiene lemon

Espere junto al fuego a que Hermione y Ron acabaran su ronda de prefectos, pues tenían que guiar a los alumnos de primer año hasta los dormitorios.

-¡Dios mío! Estoy agotado - Dijo Ron entrando de golpe y arrastrando los pies.

-Sé aprecia que te encantan los niños Ron - Dije riéndome

- ¡Eres un exagerado Ronald! Nosotros éramos así de pequeños - Dijo Hermione compasiva

- ¡Eso es imposible! La mitad están emocionados y la otra aterradas - Dijo Ron con fastidio

Mientras Hermione y yo nos fuimos acercando sigilosamente, como si fuéramos dos imanes. No habíamos tenido tiempo a solas y realmente nos hacía falta ese contacto. Me acerqué y la rodeé por detrás, notando su cuerpo pequeño abrazado por el mío. Le di un beso en la mejilla y eso la hizo reír, medio juguetona y medio avergonzada. Se giró para encararme y me dio un beso casto en la comisura de los labios. Acortamos la distancia y besé sus labios, esos labios que tanto había añorado, sentí el sabor dulce que desprendían y el calor que emanaba de su boca. Poco a poco fui bajando por su cuello mientras ella recorría mi cuello. El entusiasmo nos pudo y sin pensarlo la cogí con ambos brazos y nos dejamos caer en el sofá, notando como jugaba con sus manos por mi pelo, ahora era ella la que recorría un sendero de besos, des de mis mejillas, labios y cuello.

- Vale, entiendo la indirecta.... - Dijo Ron - Obviamente no percatamos en su presencia, y tampoco nos dimos cuenta de que se iba.

Seguí explorando la boca de Hermione, notando como se estremecía con cada contacto. Hacía un esfuerzo en concentrarme en sus labios, pero no paso desapercibido su falta medio abierta y sus piernas a horcajadas. Una pequeña parte de mí se dio cuenta, y Hermione también, pero no parecía importante, al contrario, me dedico una sonrisa pícara, una sonrisa ¿Seductora?

Notaba como ella se restregaba por mi pantalón y con valentía me dediqué a explorar su cintura y su espalda. Cuando encontré el límite de su sujetador me detuve, detuve los besos y detuve mi respiración; esperando una respuesta, esperando su permiso. Un pequeño gesto con la cabeza me permitió seguir adelante. ¡Dios mío se sentía como el cielo! Desabroche torpemente el sujetador de Hermione y jugué un poco con el límite de este. Acariciando gentilmente, recreándome en ese tacto. Noté como su respiración se convertía en jadeos, en expectación. Tenerla así era sencillamente delicioso, pero no podía aguantar más, ninguno podía. Me dejé llevar por el tacto de sus pechos, los acaricie notando su calor, notando esa textura aterciopelada, notando los pezones duros suaves. Mi visita viajaba de entre sus pechos a sus ojos, quería verla así, libre y jadeante.

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Lo prometido es deuda. ¿Qué os ha parecido el lemon? Muy light? Piano piano.. jejjeje 

¡Cien centellas! Eres Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora