Capítulo 23. Néctar

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Me retorcía en mi cama, sentía que hacía demasiado calor, era casi asfixiante. Me levanté frustrado, apartando con hastío las sabanas. Ron dormía a mi lado, con sus largas piernas colgando por el lateral de la cama. ¿Cómo descansaba tan tranquilo?

No sé en qué momento me encontraba fuera de la Madriguera, rumbo a ninguna parte. En algún momento la ansiedad había hecho insoportable estar allí, tenía demasiado que hacer, debía encontrar los horrocruxes, era "el elegido", era mi misión, y no permitiría que nadie más se sacrificará, si alguien se iba a hacer cargo era yo.

-¿Qué haces Harry? ¿Te ibas sin decir nada? - Reconocí la voz de Ron detrás de mi

- Supongo que me has oído...

- De alguna manera nos imaginábamos que esto pasaría, llevamos días preparándonos para iniciar la misión.

- Es mi misión, ¡me tenéis que dejar hacerlo!, necesito hacerlo.

- ¡Ni hablar! Ahora mismo se lo estarías poniendo muy fácil, no ayudarías a nadie. Esperemos después de la boda.

Rodee los ojos - ¡Ahora mismo me importa poco esa boda!

- ¡No la puedes dejar así Harry! lo sabes...no lo soportaría, y tú tampoco.

Esa verdad calló como una losa. Tenía razón...

***

**Lemon**

Antes de entrar a mi habitación me desvié y decidí a asomarme a la de Ginny. Ginny no estaba, supongo que habría dormido en otra habitación con Fleur. Hermione se acurrucaba con las sabanas, algunos mechones le caían por la cara y tenía la pierna destapada. Era una imagen tierna y a la vez erótica, la tentación de acariciar su piel, esa piel blanca con la luz azulada de la luna.

Me senté junto a ella, en la cama, acaricié su rostro, ordenando esos mechones rebeldes.

- Te quiero Hermione Granger - Dije dándole un beso en la frente. Decidí irme a mi habitación cuando ella forzó mi agarre.

- Y yo a ti Harry Potter - Dijo incorporándose y dándome un beso en la mejilla.

- Siento haberte despertado - Dije dándole un beso en los labios

- No te preocupes...- Dije mirándome la cara, acariciándome el rostro- Estás vestido ¿te ibas sin mí?

- No me atrevería - Dije de manera juguetona

- Quédate a dormir, conmigo- Hasta ahora nos habíamos besado y tocado, pero dormir juntos me parecía tan íntimo, tan deseable. Ella me miro decidida, con una mirada suplicante.

- Claro - Dije colocándome en la pequeña cama junto a ella. Acoplamos nuestros cuerpos, ella hundió su cara en mi pecho y yo le di un beso en la cabeza.

-¡No dejaré que te escapes! - Dijo dándome un abrazo de oso.

Durante unos minutos nos quedamos así, respirándonos el uno al otro.

- ¿Estás dormida?

- No... Estoy nerviosa, no de una mala manera, pero ...- Me aliviaba sentir que ella se sentía igual que yo, era excitante y a la vez aterrador, cada paso que das mientras creces con la otra persona.

- Yo también - Dije tranquilizando - Siempre he querido estar así contigo, juntos.

Me miro con sus grandes ojos, con ese brillo. No sé si ella lo sabía pero podía derretir al más fuerte de los hombres con esa mirada. Poco a poco nos fuimos acercando, notando el calor en ciertas partes del cuerpo, compartiendo aliento. El beso se fue profundizando, ella me dejó acceso a su boca, y con mi lengua me dediqué a explorar, y ella hizo lo mismo. Fue superexcitante. Podía oírla suspirar, y algún gemido que otro se escapaba. Mis manos recorrían frenéticas su espalda, bajando hasta los pantalones. ¡Benditos pantalones!, eran cortos, y sedosos, y le iban un poco holgados. Deje que mi mano se acoplara a sus curvas, y por frenesí le cogí con fuerza, acercándola a mí. Mi leona no se quedó atrás, y empezó a bajar por mi pecho, hasta llegar a mi línea alba, daba círculos, y bajo hasta mis pantalones. La miré buscando un poco de coherencia, esperando entender hacia donde íbamos.

- Amor, no hace falta que sigamos si no quieres - Dije prudente. Solo tenía sentido si ella también quería.

- Quiero, ¿tú quieres?

- ¡Dios mío! Claro que quiero, y creo que hay algo aquí abajo que me delata.

Se subió encima mío, besándome, despeinándome. Seguí el juego y la coloqué debajo mío. Bajé por su camiseta, le toqué los pechos, y fui bajando por su sedosa piel, besando cada milímetro de esa deliciosa piel. Poco a poco le bajé los pantalones y ella misma se sacó el resto de la ropa.

- Eres preciosa, y deliciosa.

Coloqué sus piernas en mis hombros, y acaricié su zona intima, con precaución y delicadeza. No estaba acostumbrada al tacto así que se retorcía un poco. No sabíamos lo que hacíamos así que decidimos dejarnos llevar por la intuición y los gemidos. Bese sus muslos, me acerqué a su clítoris. Con mi lengua recorrí en círculos, dando giros, recogiendo ese delicioso néctar que me ofrecía. Después de unas lamidas ya estaba muy mojada. Ella se retorcía de placer, y gemía sin vergüenza, fuerte y liberada. Seguí entregándome a ese contacto, seguí unos minutos hasta que noté como sus piernas empezaron a vibrar, tiro de mi pelo con fuerza. Estaba llegando al orgasmo así que enfatice en esa zona, le introduje un par de dedos que ella recibió de manera receptiva. Su respiración alocada se iba relajando.

- Gracias - Dijo entre cortada

- Ha sido un placer- Dije con una sonrisa sincera - De verdad, cuando quieras, esto ha sido lo más grandioso que he hecho en mi vida.

- Ha sido muy especial para mi Harry.

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¿Seguimos con el lemon? 

¡Cien centellas! Eres Harry PotterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora