CAPÍTULO 29 | Street Clothes

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Poché y Julio Cesar llegaron al apartamento después de pasar horas en el bar. Julio  había bebido demasiados tragos pero esto no parecía ser un problema para poder conducir, llegar al apartamento y acompañarla hasta la puerta. Cansada y con deseos de dormir le pidió a Julio que se marchara.

- ¿Cuándo me vas a regalar una noche completa? – dijo Julio acercándose a ella, tomándola por la cintura con la clara intención de besarla, en cuanto abrió la puerta del apartamento.

- En cuanto... – en ese mismo instante sonó el teléfono. – ¡Suéltame, por favor! – ignoró la situación intima que sostenía con Julio para contestar la llamada.

- Hola - esperó respuesta, sin resultado. - Papi? .... - nada, solo silencio del otro lado - Vale, eres tu? ..- nada, cero respuesta, solo el sonido de la estatica llamada abierta. Miró la pantalla y el número era desconocido. Ya había grabado los datos correspondientes de todos a quienes le había dado el número de su celular. Daniela, Germán, un identificador para llamadas desde el pueblo de su padre y hermana, Carla, Julio Cesar, la tienda del centro, hasta de Manuela y Abel, en fin... no tenía idea de quien podía estar llamando. 

- ¿Quién es? – preguntó Julio.  

- Mi papá, disculpa, tengo que atender la llamada. - tapó la bocina del celular sin colgar para decirle - Será mejor que te vayas Julio Cesar, nos vemos mañana ¿Si? - le pidió nuevamente. Julio lo pensó unos segundos, puso mala cara pero accedió a irse.

- Está bien. – le dio un beso en la mejilla y salió del apartamento tras cerrar con fuerza la puerta.

Poché se recostó de la puerta aliviada y volvió a colocarse el celular en en oído para escuchar esperando que alguien hablara del otro lado de la línea. 

- Si no piensan hablar para que llaman - colgó, enojada.

POV de Calle

Estas dos semanas en Miami han sido muy divertidas aunque extenuantes. Estar en compañía de Alberto resultó más interesante de lo que esperaba. Los días volaban entre reuniones, compras, más reuniones y más compras. No he tenido tiempo de pensar en la pequeña peliazul que me quitaba el sueño antes de venir. 

 Alberto era un caballero en todo el sentido de la palabra. Es profesional, inteligente, apuesto y muy atento. Lo único que puedo decir en su contra es que no es "ella"... no tiene las puntas del cabello teñidas de color azul, no pone cara de bebé cuando quiere alguna cosa, ni mueve las manos de forma graciosa cuando quiere explicar algo. Sin querer hacía esas comparaciones cada vez que me encontraba compartiendo con "él" en nuestras innumerables citas de negocios y demás diligencias. 

Las compras iban de maravilla. Las reuniones, las salidas a comer en los mejores restaurantes, las visitas a increíbles almacenes de ropa, etc. Todo me fascinaba, así que hice mi mejor esfuerzo por no pensar en "ella" y disfrutar de cada hora del día que pasaba con "él". Era lo más lógico. Durante los primeros días me sentía incomoda compartiendo el mismo techo con Alberto pero sus buenos modales, su grata apariencia y presencia física, poder hablar de cualquier tema, me obligaron a relajarme, no tenía nada que perder así que quise aprovechar para conocerlo mejor. No puedo creer que ya hayan pasado dos semanas.

- Calle date prisa, ya estamos tarde. Nos advirtieron que Las Villa son muy puntuales. Quisiera llegar antes que ellas al restaurant para dar buena impresión. - expresó Alberto al pie de la escalera del Pent-house. Vestido de manera formal con un traje gris Oxford, camisa azul claro, cuello abierto sin corbata. Siempre se vestía impecable y formal. Su porte exudaba masculinidad  elegante y delicada. Su perfume era el toque más interesante. La cereza en el tope. BVLGARI Man Black Cologne de olor fresco oriental, con un espíritu ultramoderno, compuesto por el frescor de las notas cítricas y verdes unido a la sensualidad oriental e intensa de la madera, para crear la perfecta alianza entre frío y calor. Imagino que usa ese perfume desde que lo conozco pero es solo al llegar a la tibieza de Miami que pude apreciarlo mucho mejor. Poder disfrutar de su aroma sobre su la piel era una experiencia realmente inigualable, nadie olía como él, literalmente. No puedo entenderlo. No entiendo porque ese olor comenzaba a provocar cosas en mi que no logro explicar. Fue lo primero que me cuestioné al acercarme y sentir su presencia al pie de la escalera a través de mis fosas nasales, sin siquiera haberlo visto. 

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