CAPITULO 31 | Devuelta

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POV de Poché

Era una mañana extrañamente soleada en Bogotá. Los rayos del sol me pegaron en la cara para darme los buenos días. Me sentía muy, muy nerviosa sin saber a ciencia cierta por qué. Sin embargo, tenía claro que haber hablado con Calle anoche era la razón principal de mi inestabilidad. Pensar que ella estaría devuelta en Bogotá me traía medio idiota y ansiosa, hasta el punto de desear ir hasta el aeropuerto y ser la primera en verla llegar. Mi actitud no tenía ningún sentido ya que no le había hablado en dos semanas, no la había echado de menos, según yo (aunque eso en el fondo era total negación). Ni siquiera había pensado en ella a este nivel de intensidad. Escucharla tan divertida en su mundo perfecto me descontroló toda, evitando, incluso que pudiera dormir tranquila.

Me sorprendí al recibir un mensaje de ella diciéndome que estaba afuera que saliera. Eso me regresó el alma al cuerpo después de pasar la noche sin poder dormir pensando en todas las cosas que podía estar haciendo en ese dichoso evento de no se qué, a orillas de la playa. 

Daniela Calle 🎀🌙

Holiiii... acabo de llegar a Bogotá y muero por verte, sal.

Poché [mi whatsapp]

¿Cómo así? jajajjaja - traté de sonar indiferente. 

Daniela Calle 🎀🌙

Estoy aquí afuera sal rápido, te extrañé y te traje un regalo.

Poché [mi whatsapp]

¿Queeee? Estas loca Daniela😱---? Dame un minuto. - no había duda tenía que salir lo más rápido posible.

Salí de la cama en bola de humo para poder lavarme la cara y cepillar mis dientes en un dos por tres. No tengo idea de que me puse. Creo que unos shorts super viejos y arrugados de un jean transformado y una camisa color gris (customizada sin mangas ni cuello tipo hecha a mano y sin costuras, viejita y todo pero super cómoda, con un letrero al frente en letras blancas y amarillas) me quedaba muy ancha, pues era de Carla, de esas que tenía ahí en su closet de algún antiguo patrocinador. Honestamente ni  me fijé bien que decía. Sólo tenía ganas de ver a Daniela y no hacerla esperar. Eran a penas las ocho de la mañana ¿Cómo había llegado tan pronto? Mis nervios estaban a flor de piel sin querer evitarlo. Simplemente moría por verla y mi deseo se materializó en tiempo récord. 

Salí del apartamento en menos de 5 minutos, literal. Ahí estaba ella. Tan bella y rozagante. Me hizo señas para que entrara al auto. Obedecí en milésimas de segundos... mi atuendo no era para andar de exhibicionista, sobre todo porque ni siquiera me había puesto sostén. Me gustaba sentirme así de emocionada. Me sentía super ligera, fresca y emocionada de verla. Subí al  asiento del copiloto y sonreí.

- Hola  

- Hola bonita - Daniela se me acercó para besar mi mejilla. Sonreí encantada con el contacto. - Ya me iba - dijo ella. Daniela me molestó sin quitar la mirada penetrante que taladraba mis pupilas, haciéndome sentir como una niñita tímida e indefensa. Yo traté de salir bien librada, a pesar de que ella trepaba en mi ser, como hiedra con solo mirarme -

- Ush si, eres una exagerada, no tardé ni cinco minutos. - protesté para liberarme un poco de la tensión que sentía. Daniela estaba espectacular con su sonrisa, su pelo suelto, su olor a manzana del paraíso y el brillo de su mirada que me decía tantas cosas en silencio. Ni hablar de su atuendo perfecto, blusa blanca con los botones del escote abiertos hasta el inicio de los senos, dejando ver un poco de su brasier negro transparente. Minifalda de jean azul desteñido con costuras rasgadas dejando ver sus hermosos muslos. Todo en ella me cautivaba sin lógica alguna. Ella me controlaba. Me movía como si tuviera en sus manos un control remoto que ella comandaba a su antojo. Ella decía... sal y yo... salgo en un santiamén... decía siéntate y yo... me siento cual perrito domesticado... ella decía bésame y yo.... la besaría la vida entera, aunque ni siquiera pronunciara esas palabras, solo me mirara con esos ojos color café claro que me hipnotizaban. Ay santo! Estoy perdida.

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