CAPITULO 37 | No es justo

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Poché llegó al lado de su padre apresurada para preguntarle que necesitaba ya que se quejaba de un dolor terrible en el pecho. 

- Papito, papito....papi  ¿Qué tienes? ¿Qué te sientes? ¿Como te puedo ayudar? - Poché lo bombardeó con preguntas ante su evidente nerviosismo. Juan Carlos trató de disimular su dolor para que su hija no se asustara más.

- Estoy bien, so.. solo me duele un poco el pecho - se agarró el brazo derecho y cerró fuertemente los ojos haciendo un gesto de dolor que no pudo evitar. Dobló su cuerpo sobre si mismo...

- No estas nada bien!! Dime ¿Cómo puedo ayudarte? - gritó desesperada mientras lo ayudaba a enderezase - Vale fue por tus medicinas, todo va a mejorar, ya verás. Cálmate.... - le pasaba la mano por la espalda. Se sentó a su lado para abrazarlo, era lo único que se le ocurría para tranquilizarlo - Respira.... sshhh ya pasó - Juan Carlos asintió y se recostó después de unos segundos.

- Ya... ya pasó el dolor - era mentira. Solo lo decía para que ella se calmara. Un dolor punzante le perforaba el pecho. Él sabía que todo ese dolor era su final. Pero antes de irse tenía que darle un consejo a su hija que la ayudara a seguir adelante. - Hija quiero que sepas que tu y Valetina son mi tesoro, mi razón de vida, lo único que tiene sentido para mí... quiero...

- No sigas... no hables como si te despidieras - las lágrimas brotaron como rios y bajaban por sus mejillas. Juan Carlos subió su mano para acariciarle la mejilla quitando las lágrimas con su pulgar.

- Mi amor déjame decirlo, es importante - dijo a media voz como si poco a poco la energía se escapara de su cuerpo. Poché negó con la cabeza sientiendo como el nudo en su garganta apretaba cada vez más, impidiéndole decir palabra alguna. - Quiero que sigan adelante con sus vidas. Prometeme que estaras bien -

- Papi nnno, no digas eso - dijo como pudo entre sollozos - No te vayas, quédate... - Juan Carlos fue quien negó con la cabeza sin querer causarle ese dolor a sus hijas. Habían perdido a su madre y ahora él también las iba a dejar solas.

- Hi..hija po..por favor no llores...

- No quiero... - un fuerte sollozo le cortó la voz antes de continúar - no quiero que te vayas, no quiero, no es justo papito - ya sus lágrimas eran un torrente incontrolable, la suplica brillaba en sus ojos rojos. Con un suspiro exasperado miró hacia arriba para continúar diciendo - ¿Por qué? ¿Por qué quieres llevartelo a él también? 

- Amor no te pongas así, tienes que ser fuerte

- ¿Por qué Dios no nos quiere papito? ...

-  Quiero que sepas que si me voy es por una buena razón, el plan de Dios es perfecto hija. 

- Noooo, no es justo - insistió y se arrojo al regazo de su padre, hundiendo su rostro en su pecho ahogando sus fuertes sollozos. Juan Carlos hizo otro gesto de dolor. El dolor que sentía lo estaba matando física y emocionalmente.

- ¿Hija? - la llamó después de que sintió que ella estaba más tranquila, aunque seguía llorando. - ¿Hija? Te amo. Prometeme que van a estar bien. Yo las voy a cuidar siempre donde quiera que esté, te lo prometo. - Poché levantó la cabeza para mirarlo a los ojos y negó antes de volver a hundir su cara en su pecho. - Ven mirame, quiero ver esos hermosos ojitos - con esfuerzo le puso la mano en la barbilla para hacer que levantara el rostro. - Eso es. Mi princesa, no llores. Regálame una sonrisa de despedida ¿Si? 

- Papi no puedo... - ella trataba pero era demasiado doloroso. Después de varios intentos logró una leve sonrisa que parecía una mueca más que una sonrisa. 

- Asi me gusta. Dile a Valentina que la amo mucho. Se que encontrará un hombre bueno y tendran muchos hijos. - 

- ¿Por qué no dejas que conozca a sus futuros nietos? - volvió a mirar hacia el techo reclamandole a Dios toda la situación. Juan Carlos cerró los ojos fuertemente haciendo un gruñido.

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