CAPITULO 9 | El Arte de la Seducción

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Germán dejó las llaves del auto sobre la mesita, caminó a través de la salita.

- ¡Siéntese María! ¿Desea tomar algo? - de un lado de la sala pegada a la pared había una repisa llena de botellas muy bonitas y al lado un cajón tallado en forma de armario. Las portezuelas tenían pequeños mangos dorados, en ambos lados. Germán abrió el armario y sacó un par de vasos cortos. Sirvió un poco de Whisky en cada vaso, cerró bien la botella y volvió junto a ella.

Poché seguía de pie, todo estaba tan impecable, bien arreglado y limpio que temía mojar, mover o romper algo. Él le extendió la bebida servida, brindándole además, una encantadora sonrisa. Era un hombre relajado, algo atractivo, inteligente y sobre todo, muy rico con quien encontraría la oportunidad de su vida, además de ser una oportunidad podría convertirse en un romance sumamente memorable. Germán Calle cumplía con todos los requisitos que Poché buscaba para alcanzar sus nuevas metas.

- Pero por favor siéntase cómoda. - dijo él, al mismo tiempo que se sentaba en el cómodo mueble repleto de cojines. Ella hizo lo mismo, lentamente y mirando con cuidado para no tocar nada. Al fondo de la salita había otra puerta, la cual pensó debía ser la puerta que conducía al dormitorio. Poché tomó un sorbo de la bebida para calmar los nervios, al hacerlo el liquido ardió a su paso y le provocó tos. Cerró los ojos y trato de evitarlo pero tosió fuertemente y luego respiro profundo. Aquel trago era impetuoso, le había quemado la garganta, nunca antes había probado un licor como ese. Germán la miró divertido, todo en esa mujer era tosco, sin estilo, no mostraba malos modales, pero se notaba a simple vista que no tenía mucha educación, ni conocimientos de la vida en la élite social. No era una mujer de su mismo nivel ¿Cuál era su juego? No sabía beber Whisky y aun así se esforzaba, se veía realmente encantadora.


- No estoy acostumbrada a tomar. - dijo ella cuando puedo hablar. - Ya veo. Pero cuénteme de la fundación para la que trabaja. ¿Qué es lo que usted vino a hacer aquí exactamente? ¿Cuáles países serán beneficiados por esa empresa que la envió a este lugar? - Indagó sin rodeos. Por primera vez se sentía asustada, no sabía que iba a decir. El ambiente estaba cargado de atracción sexual, de misterio, más que todo de curiosidad, ambos estaban jugando a descubrirse, de maneras diferentes, pero era obvio que acabarían en un punto en común. Estaba convencida que tenía que manejar la situación, seducir a Germán para que se olvidara del tema de la fundación. Sin embargo, no sabía cómo hacerlo, ella nunca pretendió ser una experta en el arte de la seducción. Su única relación realmente importante duró muy poco para servirle de referencia, a penas unos picos y nada más. Muchos años habían pasado desde que su amor de colegió había muerto ahogado en el rió, después de cumplir los veinte años Federico Sánchez le había pedido que fueran novios, ella a penas cumplía los dieciséis. Una tragedia sin dudas, que ella trataba de no recordar. Se puso de pie, caminó un poco e intentó beber otro sorbo. Echó su cabello hacia atrás de la forma acostumbrada sabiendo que eso distraería al macho que estaba al acecho, mirando cada uno de sus movimientos. - ¡Qué callado es este pueblo! La gente es tan aburrida por aca. - se dio la vuelta y se acercó al sofá. Tenía que cambiar el tema de conversación. Bebió otro sorbo, dominando mucho mejor el sabor ardiente.

- ¿Cree que soy aburrido?


Continurá...

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