CAPITULO 14 | Esto es nuevo para mí

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- ¿Qué fue todo eso? – preguntó él. Se acercaban al auto.

- ¿Qué?

- Pregunté por ti en la recepción...

- ¡Ah! Si, es que cancelé mi habitación esta mañana. Ya me voy de aquí. – dijo ella. Germán le abrió la puerta del carro y se quedó callado por unos segundos.

Puso en marcha el motor del auto y se alejaron lentamente por la calle principal del pueblo. Germán llevaba puesta su ropa de trabajo, un traje impecable, igual que el día anterior, su pelo estaba mojado y bien peinado. Su olor fresco flotaba en el aire haciéndola consciente de su masculinidad. Poché lo consideró menos atractivo que antes pero igual le parecía atractivo. Las poca luz de la noche anterior habían favorecido Germán. Era un hombre de estatura promedio, no muy agraciada cantidad de cabello con unas entradas interesantes pero con todo el dinero que ella podía aspirar, la leve escases sobre sus sienes era lo de menos.

- ¿Sabes qué? Yo también tengo que regresar a la capital. – dijo Germán rompiendo el silencio. – ¿Piensas regresar al pueblo para lo tu proyecto? – insistía demasiado en el tema del supuesto proyecto, que era solo un invento de la imaginación de Poché. Sentía un frío en el estomago cada vez que él preguntaba.

- No sé, pero espero no volver.

El se dirigió directamente a la cabaña. No había mucho de que hablar, era obvio que Germán estaba más que interesado en el Proyecto. La noche anterior había conversado con su padre respecto a la supuesta fundación y como era de esperar el viejo Calle se inquietó, ordenándole a su hijo que investigar todo al respecto.

Entraron a la cabaña. Germán sirvió dos vasos con wisky, se sentaron a conversar pero Poché tenía mucho cuidado en decir cualquier tonteria asi que solo hacia preguntas sobre temas que conocia como las telas y cosas relacionadas a la fábrica. Así aparentaba interés sobre él sin meter la pata. Después del primer vaso Poché ya sentía los efectos que desihibian un poco sus limitaciones. Ella se acercó más a Germán, quien leyó sus intensiones de una vez. Por lo que se puso de pie para coger la botella, servir en ambos vasos y dejar la botella más cerca sobre la mesita de centro.

- ¿Vas a la capital verdad? ¿Podemos seguirnos viendo? – preguntó Germán. Ella movió la cabeza afirmativamente, se había dado cuenta como Germán evitaba cualquier contacto.

- También te vas a la capital, ¿y a qué hora sales? – preguntó Poché.

- Mañana a primera hora. – Le pasó un vaso, la tomó de la mano y la dirigió a la habitación, donde había una cama enorme, cubierta con relucientes sabanas blancas. – ¿Quieres que nos quedemos aquí toda la noche? - Germán se quitó el saco y lo lanzó en una silla a un costado.

- No pensé que...

- Es mi lugar favorito... este chalet es mi escondite, nuestro escondite – la tomó por la cintura pegándola a su cuerpo. Le besó el cuello, la mejilla y los labios. – ¿Puedes quedarte conmigo toda la noche? - Germán se comenzó a desabotonar la camisa.

- No... no puedo. – respondió sin pensarlo mucho deteniendo sus manos para que no siguiera quitandose la camisa. Pensar en acostarse con Germán Calle era una cosa, recibir unos besos y saber que ambos tienen dudas al respecto, lo podía asimilar. Estar delante de una cama y escuchar la pregunta de si podía quedarse la noche entera en esa habitación habia activado todas sus alarmas. Eso solo significaba que algo irreversible pasaría y entregar su primera vez a un desconocido pintaba imperdonable por más que quisiera justificarse a si misma sus razones. Era obvio que Germán estaba probando sus limites y sabia que era un hombre inteligente. Alguien que pensaba todos sus pasos antes de darlos y acostarse con una jovencita de pueblo sin saber a ciencia cierta sus intenciones no era algo que Germán Calle hiciera a la ligera. Tenía que andarse con más cuidado y demostrarle que ella no era una cualquiera que solo quería acostarse con él a la primera, ni a la segunta. Tendría que darle largas a la partida y ser paciente.

Poché le tomó la mano y lo llevó nuevamente hasta el sillón. 

- Creo que aun no estoy preparada, tenme paciencia. - Poché sonrió y tomo la mano de Germán entre sus manos para luego mirarlo fijamente. - Esto es nuevo para mi. - Poché se le acercó y besó su mejilla.

- De acuerdo bella, como quieras. No tengo ninguna prisa. - Germán le acarició la mejilla y con delicadeza beso nuevamente sus labios. 

- ¿Podríamos salir juntos para la capital mañana? – preguntó. Ella lo miró y descubrió en sus ojos una mirada extraña. Su figura poco fornida pero de amplios hombros, la suave vellosidad en su pecho y sus firmes brazos le brindaban una vista tentadora. Definitivamente, observándolo así, Poché lo considero un hombre atractivo. Piel bronceada, labios finos, mentón firme y esa mirada penetrante que parecía desnudarla. La idea la hizo temblar. 

Germán dejó su posición estática y pausadamente comenzó a contarle ciertas cosas. Estaba casado y su mujer era una de esas mujeres histéricas, que perseguían, que atosigaban hasta más no poder. Según él su matrimonio era un desastre y seguía casado solo por compromiso, por sus dos hijas, Juliana y Daniela, que eran su adoración.  

- No puedo regresar contigo. Es una casualidad que esta semana esté solo en el pueblo resolviendo todo los pendientes, mi mujer tuvo que quedarse prácticamente en contra de su voluntad para buscar a su madre que llegó de viaje anoche.

- ¿Estás preocupado? – ella ya sabía lo de su esposa e hijas y aun así no le había importado enredarse en esa aventura. No sabía si realmente él y su mujer estaban con problemas ni le importaba. Tenía que continuar desarrollando su plan. Tenía que volver a verlo. - Un poco, no sé cómo manejar esto, nunca antes me había sucedido. - No tienes porque preocuparte, somos grandes, la gente grande es responsable de sus actos. No podemos exigir nada el uno del otro ¿no crees?- Tienes razón.  - ¿Eso crees? – el la abrazó y se quedaron asi un buen rato.  

Luego de haberse dado uno besos, Germán le dijo que era hora de irse. Germán le dió una tarjeta con su número personal y la dirección de una de las tiendas en la capital. 

- Gracias por todo Germán, espero volver verlo. - Poché se despidió de él con un beso en la mejilla. 

- Ojalá que su gente de la fundación puedan dejarla en el pueblo por mucho tiempo. - Poché sonrió. Bajó del auto se quedó en la entrada del hotel como la noche anterior y vió como el auto se alejaba. 


Continurá...

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